Capítulo 1

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En la mañana, Yoongi se levanto como de costumbre; con el cuerpo torcido, literal, su cuello lo tenía adolorido, y no era porque hubiera tenido una noche de pasión intensa junto con Park, para nada. Debido a los tiempos de frío, los mininos se mantenían pegados a ellos durante la noche en la cama; dos gatos en sus pies, uno arriba de su estomago, dos a sus costados, uno arriba de su pecho y otro a un lado de su cuello. 

¿Qué hay de Jimin?
Él se mantenía aun lado dándole la espalda, pero a Yoongi eso no le molestaba; a veces podía observar las espectaculares montañas que se formaban al final de su espalda. Sí, Min Yoongi tenía todo. 

—Es un poco temprano como para levantarse—escuchó al menor que estaba entre las cobijas

—Necesito salir. Mi madre me ha invitado a tomar café a las once en punto

—¿Debería de asistir?—

—No es nada importante—al terminar de vestirse le sonrió al pelinegro que se encontraba con un ojo abierto observándolo—Jimin, tú puedes dormir, te veo más al rato

Le sonrió una última vez, lo beso y salió del departamento. 
El frío inundo el cuerpo de Jimin, al no estar Yoongi los gatos tomaron su lugar. 
Sus pies se colocaron en el lugar antes mencionado y los mininos terminaron por acurrucarse en todas las partes posibles de su cuerpo. 

Esperen, ¿cómo terminaron en esas condiciones?
Con 7 gatos, todo es posible, ¿no?

Viajemos en el tiempo; cuando Min Yoongi había conocido a Park Jimin en la Universidad; los chicos estaban en el último semestre de la carrera de diseño gráfico y los dos vivían con sus padres. Al salir por casi un año, decidieron salir del nido, de todas formas los dos ya estaban trabajando, sólo era cuestión de ahorrar y buscar un departamento en Seúl. 

—Esté departamento es perfecto para ustedes jóvenes—el dueño del edificio le sonrió a ambos y sacudió las llaves frente a sus caras, ambos chicos se miraron para luego aceptar. 

Sí, el departamento era un sueño. No ocupaban hacer tanto el aseo como lo ocuparían en una casa de dos pisos (justo como sus madres querían que compraran), al fin y al cabo, sólo eran los dos. 

Esa misma noche, miraban una película; tenían solamente el sofá, la televisión y la cama, así como varios utensilios de comida y otras cosas que ocupaban, sólo lo básico. Afuera estaba lloviendo y sólo se escuchaban los niños de los vecinos corriendo por los pasillos y escaleras del edificio. Antes de salir la mejor escena de la película, tocaron la puerta. 

Yoongi hizo una mueca y decidió levantarse para abrirla. No le gustaba que insistieran tanto.

—Buenas noches Yoongi—era el niño del vecino de enfrente, sostenía una caja de cartón cerrada, y antes de continuar hablando, se asomaron un par de narices rosadas con bigotes de ella—¿Quisiera tener estos gatitos?, me los he encontrado.

¿Gatos?, en está casa no se adoptan gatos pensó Yoongi.

—¿Qué es?—el pelinaranja de ese entonces se asomo manteniendo a su novio frente de él

—Son dos gatos—respondió el vecino

—Yoongi, hay que adoptarlos—chillo para luego tomar la caja entre sus brazos

—¿No te los puedes quedar tú?—Yoongi no quería gatos en ese momento, además, el niño puede tener a esas dos bolas de pelos en su casa

—Mi mamá es alérgica

—¡Ay sí, como no!—molesto le cerro la puerta en las narices y se dirigió al sofá 

—A ti te llamaré.. Mmm..—mientras sostenía al gatito rayado entre sus manos miró hacia Yoongi—¿Qué nombre se te ocurre?

Con 7 gatosWhere stories live. Discover now