La semana pasada fue un terror para nuestros protagonistas.
Yoongi se la pasó todas las noches espiando por las escaleras la llegada de Heechul y la crianza de sus 7 hijos, mientras que Jimin se mantenía ocupado con su trabajo y al igual que Yoongi con sus 7 hijos, perdón, gatos.Todo marchaba bien, bastante bien.
—No quisiera comprar ese tipo de arena—le explicó por séptima vez Jimin al empleado de la tienda para mascotas
—¿Está usted seguro?—agitó la bolsa—¡Huele a menta!
—De verdad, muchas gracias. Pero pienso que a mis gatos no les gustaría oler a menta mientras hacen sus cosas en la caja. Gracias—alzó su cesta del piso y comenzó a divagar por los pasillos de la tienda. Al parecer el empleado se rindió y comenzó a querer venderle la arena a una mujer.
El celular de Jimin sonó, era su pareja. Al parecer iba a quejarse de algo nuevo por quedarse en el departamento cuidando los hijos de una vecina.
—Quiero irme—exigió desde la otra llamada
—No. Necesitamos dinero y con nuestros empleos no alcanza
Un pequeño quejido se escuchó, pero a Jimin no le importó en lo absoluto.
—Jimin, necesito algo a cambio de esto. Algo que tanto como yo y tú podamos disfrutar.
—Lo único que disfrutaras será cambiarle la arena a los gatos.
Antes de escuchar lo que tenía que decir Yoongi, el chico observó como un pelinegro entraba a la tienda. Llevaba un sacó negro que le cubría hasta las rodillas. Saludo al vendedor y se adentro a dos pasillos delante de Jimin.
—Yoongi—susurró
—¿Pasa algo?
Tomó su cesta más fuerte y comenzó a caminar lentamente. Yoongi lo llamaba varias veces por el celular, pero él no tenía intenciones en ese momento de contestar.
—Jimin, ¿está todo bien?
—¡JIMIN!—la voz de aquel chico se hizo notar. El pelinegro giró en su lugar para mirarlo—Mi lindo vecino, ¿qué tal?
—Heechul, ¿qué tal?—tomó su celular y lo acercó en una zona en donde posiblemente Yoongi podría escuchar. Seguro que él ya debería de estar en camino, él debería de estar a unas cuantas calles de la tienda que queda a 20 minutos de su departamento, ¿no es así?.
—¿Cómo está Yoongi?—sonrió el pelinegro.
—Muy bien. De hecho, no tarda en venir por mi, él no es el tipo de persona que me dejaría solo en cualquier lugar—a Jimin le parecía lo suficiente alto su tono de voz para que Yoongi fuera por él—¿te importaría sí te hago una pregunta?
Sin dudar, negó con la cabeza sin mostrar curiosidad por la pregunta de su querido vecino.
—De casualidad en tú última compra en línea..—Jimin comenzó a sentir sus mejillas calientes, pero tenía que saberlo de alguna forma—¿no compraste algún artefacto para un amigo?—que extraña pregunta.
—¿A qué te refieres con artefacto?—tenía que preguntar.
Sí quería descubrir quién era en verdad Kim Heechul tendría que dejar la vergüenza de lado. Así como Yoongi, tenía que ser como él, mostrar que él manda y no le tiene miedo a nada.
—Basta de ocultar todo Heechul. Sé quien eres, confiesa que eres tú el que me envió ese paquete con aparatos sexuales—a Heechul casi se le caía la mandíbula de tanto abrirla, sí, en ese momento Jimin no le importaba que todos los empleados y la señora que sostenía la lata de pescado para su gato quedarán igual que el acosador.
Siendo sinceros, con un acosador debes de ser firme y no mostrar miedo. Además de que Jimin tenía cuerpo de deportista, pero manos, pies y estatura pequeña al compararlo con Heechul, por favor Yoongi llega rápido.
—¿Perdón?
—¿Tú eres quien me envió esos aparatos a mi casa?—preguntó por última vez.
El chico soltó una pequeña risilla por el descaro de preguntar de nuevo—Jimin, he escuchado varias veces que se quejan por mi comportamiento gay en el edificio. Admito ser gay, admito haber acosado a esos jóvenes y también por darle una nalgada a tu novio—¿Cómo dijo?—Pero lo que nunca voy a admitir porque nunca lo he hecho y ni lo haré, es haberte mandado los aparatos.
Eso suena bastante verdadero.
—Lo siento Jimin, nunca pensé que tú fueras un acusador sin antes tener pruebas de ello.
Dio la vuelta y se marchó de la tienda, dejando a un chico con una canasta y varias latas de comida para gato en ella. Al ver que los empleados y la señora seguían viéndolo (ya no con cara de asombro, sino con una de rabia hacia su persona).
—¡Jimin!—se acercó su novio por atrás de él mientras le daba la vuelta para verlo—¿Qué pasó? ¿Dónde está Heechul?
—Vayamos a casa, ya tengo la comida de los gatitos, en el camino te cuento todo.
Sin decir más y con los ojos llenos de lagrimas, los dos salieron.
En el camino Jimin le contó el drama que había hecho, Yoongi estaba sorprendido y quedó aún más al saber que Heechul no había sido la persona que mando el paquete.—Tiene que ser una broma—cerró la puerta tras de él—Amor, no me imagino lo que tuviste que pasar en esa tienda, te prometo algo, sí tienes vergüenza de ir nuevamente, déjame todo a mí.
Jimin solamente se limitó a reír por la actitud preocupada de su novio—Gracias Yoongi, eres el mejor.
—De nada. Olvidemos lo del paquete, posiblemente el chico que lo mandó está tan ocupado mandando más paquetes. Verás que todo saldrá bien.
Las semanas pasaron, ya casi se cumplía dos meses desde el accidente.
Yoongi tuvo que ir a la tienda por más comida para los gatos.
Al final terminó siendo corrido por los empleados debido a su actitud explosiva con el empleado que ofrecía las arenas con aroma a menta, así que Jimin tuvo que seguir yendo sin importarle nada.
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Con 7 gatos
Short StoryMin Yoongi y Park Jimin son una pareja que residen en el centro de Seúl. Era un departamento de dos habitaciones, un baño completo, una cocina, y un recibidor. Ellos tendrían que ir a la lavandería que está en el sótano del edificio. Su departament...