mr. holmes & mrs. watson

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John H. Watson nunca pensó que una ligera mentira blanca cambiaría el curso de sus días como ésta lo hizo. Principalmente, porque jamás imaginó que los rumores recorrerían las calles de Londres de boca en boca hasta llegar al hombre que todo podía escucharlo: el mismo Sherlock Holmes, protagonista de Un Estudio En Escarlata, la obra que The Strand Magazine había publicado hacía unos meses atrás, y su compañero de piso.

Tal vez fue porque ambos apenas se conocían que el doctor Watson no esperó muchas repercusiones al respecto. Él estaba harto de la confusión que se sembraba a su alrededor y se sintió, por ende, con todo el derecho de jugar un poco para no terminar perdiendo la cabeza con todo ello. Ahora, sólo podía permitirse bendecir, muy sarcásticamente y con desdén, la suerte que corría.

Holmes, en cambio, le dedicaba la más grande y burlona de las sonrisas que alguna vez hubieran tomado lugar en su afilado rostro.

—Mi amigo —dijo Watson, dejando a un lado el libro que sostenía para encarar al detective—, ¿podría usted explicarme qué es lo que sucede? Temo que no comprendo el porqué de esta situación tan particular.

—Querido Watson, éste es el momento perfecto para hacer uso de sus habilidades deductivas, en las cuales ha mejorado notablemente los últimos días.

El doctor levantó una ceja, mas aceptó la propuesta en silencio.

—Usted tiene un caso.

—En efecto.

—Y este caso requiere que... —titubeó— ¿usted use un vestido?

Holmes hizo una mueca que expresó su disgusto por tan vaga conjetura.

—Sí, es de suma importancia que en esta oportunidad use mis aptitudes teatrales. Existe la posibilidad de que ésta sea la única forma de atrapar a nuestro criminal.

—Pero, ¿un vestido? ¿Ser... una mujer? —preguntó, poniéndose de pie mientras su compañero caminaba hacia su habitación, seguramente para comenzar a maquillarse.

—¿Eso supone algún problema para usted, Watson?

—No, no lo hace, no para mí. Pero, ¿no le parece que las personas pensarán mal sobre esto si llegan a descubrirlo?

Holmes soltó una cálida y sincera carcajada desde su tocador.

—Me subestima, querido amigo, si realmente cree que alguien va a notarlo. Usted sabe mejor que nadie lo convincente que soy.

—Sólo estoy tratando de ser precavido.

—No lo pongo en duda, Watson. Ser precavidos es precisamente lo que necesitaremos en este caso —indicó, y pudo ver al doctor parado en el marco de la puerta en el reflejo del espejo.

—¿Necesitáremos? ¿Quiere decir...?

—Quiero decir que su ayuda me sería de gran utilidad, si puedo servirme de ella.

—Por supuesto.

—Pues bien, ahora que sé que no le molesta el papel que interpretaré esta noche, tendré que decirle el resto de mi plan.

—Soy todo oídos.

Holmes se sonrió disimuladamente y se giró hacia el hombre a sus espaldas, sus ojos una mirada de contenida malicia y excitación.

—Usted será mi pareja esta noche.

—¡Su pareja! —exclamó con sorpresa—. Holmes, ¿ha perdido usted la cabeza?

—Mi marido, específicamente. —Ante esto, la boca de Watson se abrió con asombro más de lo que logró cerrarse—. Pero entenderé si prefiere no acompañarme en esta ocasión. Sé que mi pedido es riesgoso y no lo involucraré en esto en contra de su voluntad.

MARY MORSTAN [JOHNLOCK]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora