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Oh mierda, ese fue un buen derechazo.
Pensé al ver el puñetazo que le dió el hombre por el que había apostado, al musculoso con barba, alto y moreno de cabello negro y un poco largo.

Su oponente, otro musculoso de piel clara con bastante sangre en su rostro. Era obvio que iba perdiendo.

—es bueno, no?— la chica que estaba a mi lado miraba embobada al chico de piel blanca

—si, es bueno. Pero su centro de apoyo esta un poco...muy dañado, por eso perderá— dije como buena crítica observando su tobillo derecho inflamado y el buen estado en el que se encontraba el moreno.

La pelea terminó, el señor encargado de las peleas. Regordete y de traje mal puesto entro al cuadrilátero anunciando al ganador alzando su brazo.

—el campeón invicto de la zona, El Diablo Parra— las mujeres en pelotas le tiraban piropos perdiendo la dignidad, si es que aún tenían. Yo solo reía.

Fuí por el dinero que gane a la taquilla de apuestas pasando entre la multitud de putas y borrachos.

Salí de aquel lugar, un almacén abandonado para ser exactos. Y me recargue en mi motocicleta mientras encendía un cigarrillo.

—hola hermosa, te acompaño— un par de borrachos frente a mi me estaban jodiendo, los ignore dando una calada al cigarro.

—¿que dices?— y el tipo estaba por tocarme cuando salió volando junto con el otro.

—que no, gracias— dije sonriendo, tire la colilla del cigarro y la pise

—la pequeña niña estaba en problemas— el "Diablo Parra" estaba frente a mi sonriendo

—buena pelea, pero lo hubiera hecho mejor que tu— dije con altanería mientras me montaba en la moto.

—si claro— bufó y se subió a la moto detrás de mi.

Sin decir mas, la encendí acelerando, alejándome del lugar.

—que hora es?— le pregunté mientras llegaba a otro lugar en las orillas de la ciudad

—la una de la madrugada, ¿A que hora es la carrera?— Santiago, mas conocido como el Diablo Parra. Me preguntó bajándose de la motocicleta.

—no lo se, iré a ver— la música retumbaba en el lugar, la vibración en el pecho por el efecto de los bajos. Estaba lleno de personas de todo tipo. Excepto niños.

—hey Lety, te estaba esperando. La carrera ya va a comenzar— Hugo, el encargado de estas cosas me tomo por sorpresa

—contra quien?— pregunte dudosa, no sabía ya que esta vez me habían retado.

—Contra el— y apunto a un hombre fumando recargado en una motocicleta, que tenía la mirada fija en nosotros, algo molesto pero no le tome importancia.

—cuanto?— mire a Hugo de nuevo

—cinco de los grandes— dijo sonriendo

—hecho— y le di el dinero, me alejé de el rumbo a mi motocicleta.

—¿sabes quien es el?— me preguntó Santiago refiriéndose a mi oponente.

—no, ¿Tu si?— lo miré alzando una ceja mientras me ponía los guantes.

—se llama Cristian, ¿Te suena?— y comprendí.

Cristian fue amigo de Santiago, y mi crush en la primaria. Pero tuvieron problemas debido a que Cristian se metió dónde no debía, aveces el narcotráfico es un imán de adolescentes en crisis.

—como a cambiado, esta mas guapo— dije mirándolo, y pareció darse cuenta ya que me volteó a ver. Sostuve la mirada unos cuantos segundos mas hasta que Santiago me saco de mi trance.

—ni se te ocurra— me dijo Santiago amenazante.

Sólo le enseñé mi dedo corazón y me monte en la motocicleta.

—hoy follo— dije bromeando y sin esperar respuesta acelere al punto de partida.

— corredores en sus puestos, ¿estan preparados?— la puta dramática de Paola estaba frente a mi con un paño en su mano, solo hice sonar el motor de mi bebé y Cristian lo hizo igual.

—ahora!— lanzo el paño y este cuando toco el suelo, acelere sonriendo.

Cristian estaba delante mío disfrutando de bloquearme el paso, no contaba con mi poco miedo a morir. Un montón de tablas se aproximaba, para mi suerte tenían forma de rampa y aproveché.
Me monte en la rampa saltando sobre Cristian, y caí frente a el, estando las dos llantas en el suelo acelere mas. Por un segundo perdí de vista al chico, y como por arte de magia estaba a mi derecha sonriendo, esa puta sonrisa la voy a borrar.
En las curvas acelere cerrando exageradamente el paso ganando ventaja.
Venía pisando mis talones cuando faltaban unos cien metros para llegar a la meta. Ambos aceleramos, los nervios me excitaban. Cruzamos la linea, y afortunadamente gané, por una rueda.

—Felicitaciones nena, toma— Hugo me entregó el dinero de la carrera, y se acercó un poco mas a mi para hablarme al oído.

—no podrás quitartelo de encima— susurró señalando a Cristian y rodé los ojos

—ya me voy, no puedo dejar al pequeño solo— me despedí de Hugo, y por un momento crucé miradas con Cristian.

Estúpido, estaba tratando de intimidarme.

(...)

—el díez minutos te caigo, avisa a los demás— me dijo Eduardo al otro lado del celular

—esta bien, con cuidado— dijo Santiago y colgó

—¿Crees que traigan comida?, Tengo hambre— dije mientras me tumbaba en el sillón

—no lo se— dijo Santiago entrado en su celular

—no pues bueno—dije sarcástica.

Llamaron a la puerta y salte del sillón corriendo a abrirla.

—hasta que llegan— dije pero al darme cuenta, no eran ellos. Si no dos tipos de negro con mascaras.

—¿Ustedes que?— los miré molesta al ver que no traían pizza en sus manos.

—¿Usted es Leticia González?— uno de los hombres pregunto, su altura era impresionante al igual que sus músculos.

—no se, ¿Quien pregunta?— alce una ceja

—oye Lety, ¿que ocurre?—...imbécil

Los tipos me miraron sonriendo y se lanzaron sobre mi.
Lo último que recuerdo es que miré a Santiago corriendo, en el reflejo del espejo retrovisor.

Malditas HormonasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora