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MC, sin darse cuenta, había adoptado una rutina totalmente estricta desde que se le fue asignado Luciel.

Horarios para comer, tomar siestas, jugar, merendar, asearse e incluso estudiar estaban presentes y debían cumplirse al pie de la letra. Probablemente era demasiado perfeccionista y meticulosa con su misión, pero al fin y al cabo se trataba de la seguridad de un niño. Sin mencionar de que no podía evitar sentir algo de inquietud cuando algo no salía como ella esperaba, podría decirse que le traía malos recuerdos.

Volviendo al tema, demás estaba decir que tenía un sexto sentido materno increíblemente desarrollado; y eso que no tenía hijos, ni hermanos menores, nada más estaba ella y su hermano mayor. Sin embargo, gracias a esto aprendió desde muy joven a cuidarse sola.

Noona*, ¡Quiero helado!— exclamó Luciel, jaloneando el delantal de la castaña con tal de atraer toda su atención, quien por su parte dejó de picar los vegetales que preparaba para el almuerzo.

Lo siento, Luciel, pero no.— sonrió esta, secando sus manos con un paño de cocina antes de ponerse en cuclillas para quedar a la misma altura que el niño —Todavía es muy temprano, podría dolerte el estómago luego. Y todavía no está lista la comida.— contestó apacible, pero firme en sus palabras.

¡Pero...!— bufó poniendo una carita demasiado tierna a los ojos de la fémina, ¡era demasiado apretujable! En especial esas regordetas mejillas coloradas por la frustración del momento, le hacía pensar en un pequeño tomate.

Uhh... Ya sé.— acató ella intentando mantener la compostura ante tal muestra de lindura —¿Qué te parece si después de almorzar vamos al centro comercial a por helado?— propuso cruzando los brazos, recordando de igual forma que necesitaba más víveres para los próximos días.

¿De verdad? ¿Y podré tomar el que yo quiera?— cuestionó el pelirrojo con cierta desconfianza, gesto que le pareció gracioso a la mayor por la mirada inquisidora que le lanzaba. Parecía que el pequeño tomate era muy meticuloso para su edad.

El que tu quieras.— contestó levantando una mano a modo de juramento.

¿El señor irá con nosotros?— aquella interrogante logró cambiarle la expresión a la mayor durante unos segundos.

—Debería.— respondió ella sin titubear, retomando su sonrisa amable, a pesar de que esta se vió forzada, pero por suerte Luciel estaba demasiado feliz como para notar algo así. La verdad era que había olvidado ese minúsculo detalle, al fin y al cabo muy pocas veces lograba toparse de frente con Saeran, ya que este último apenas y asomaba sus narices del encierro en su despacho —Ve a lavarte las manos mientras tanto, ¿Sí?— agregó la fémina antes de volver a su posición inicial y terminar de cocinar.

¡Está bien!— contestó Luciel para luego salir e ir al baño obedientemente.

¿Qué debería hacer?— pensó MC aplicando presión con el cuchillo sobre las hojas de lechuga —Supongo que tendré que dar el primer paso.— suspiró esbozando una sonrisa, ya que realmente no le tenía ni una pizca de miedo a Saeran, después de todo ella era una agente entrenada para enfrentar cosas peores que un hombre con el corazón de piedra.

Esto sólo era parte del trabajo.

(...)

Unos cuantos minutos después, la castaña puso la mesa, esta vez agregando un plato, un par de cubiertos de más y un vaso.

Luciel ya estaba sentado en su respectiva silla, esperándola, mientras que ella se encontraba frente a la puerta que la separaba del medio hermano del pelirrojo.

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⏰ Última actualización: Nov 26, 2020 ⏰

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