Narra Cassian
La primera vez que hablé con ella, no sabía que todo esto pasaría. A ratos, mientras camino entre el tumulto de gente que se disipa en diferentes direcciones, recuerdo los tenues días en los que tan solo había manifestaciones silenciosas, cuando la gente tenía los ojos vendados pero los girasoles aún florecían. Cuando Samara se sentía bombardeada por las miradas, cuando Luca manejaba una camioneta vacía y Tesia leía libros de programación...
Cuando Laura era la chica lejana que veía pedalear en su bicicleta y nada más.
Todo es un caos justo ahora, la gente corre, grita, es abatida, yo no debo perder el control, tengo que caminar más despacio y observando a cada individuo que se me cruce, porque en medio de todo esto debo encontrarla. Debo encontrar a Laura.
O la matarán.
Me oculto detrás de una camioneta mal estacionada justo cuando escucho el noveno balazo. ¿El noveno? ¿el décimo? Y después de eso, una detonación, una explosión a lo lejos que retumbó en mis huesos y quemó la última gota de valentía que me quedaba, al instante, un grito ensordecedor entre todo este ruido de represión y de terror. Y de inmediato supe que era Laura.
Gateo un poco para ver más allá del auto, y veo a Laura unos metros lejos de mí, más cerca del jardín y de las sillas de recepción del solemne evento que ella misma se se había atrevido a interrumpir. Quiero decir, que nos atrevimos a interrumpir. Está tirada sobre el frío concreto, pero por ahora no puedo hacer más que vigilarla, y rezar para que siga con vida. La granada había caído bastante cerca.
Afortunadamente comienza a levantarse. Se ve muy mal, está bañada en sangre y tierra, se ve desorientada y asustada. Y de nuevo un grito proveniente de sus entrañas.
—¡RETIRADA! —grita Laura al viento. Y todos sabemos lo que significa. Debemos obedecer.
Los aliados dan un último golpe a los oficiales, un último arrebato de coraje para soltarse de ellos, y salir corriendo en direcciones opuestas. Yo camino más despacio, nadie me persigue, nadie sabe que estoy con ellos. o quiero separarme tanto de Laura pero debo obedecer.
De repente choco con las personas histéricas, pero parecen no prestar atención, volteo para echar un último vistazo a Laura pero ya no está ahí, lo que me preocupa demasiado porque aún escucho balazos y gritos y bombas. Pero sé lo que debo hacer y tengo que cumplir con ello.
Con cuidado de no llamara la atención, subo a la mini van estacionada a unas calles de la fanfarria, y arranco en dirección a la plaza comercial de Dazago. Durante el trayecto observo a las patrullas y ambulancias dirigiéndose a la dirección de la que provenía. Y no puedo evitar que mi estómago se estremezca y el corazón retumbe en mis oídos. Laura, por favor, sigue viva, ya te perdí una vez...
Hay un tráfico horrible en la principal, pero no hay tiempo. Esto es una grandísima mierda. Bajo de la camioneta y comienzo a correr, ya no falta mucho.
Cuando finalmente entro a la plaza, intento caminar menos agitado y loco, y me dirijo al banco de la ciudad. Escucho murmullo de la gente a mi alrededor, apenas se están enterando de lo que acaba de pasar. Me formo en la fila para la extracción de dinero, algo impaciente, algo atolondrado. Justo antes de mi turno veo en las pantallas del centro comercial el noticiero local. Wow, desde las cámaras del helicóptero todo luce mucho peor; humo, fuego, gente, es lo único que aparece en todas las pantallas del banco y el centro comercial entero.
—Amigo, es tu turno —me dice el de atrás tras unos segundos dispersos. Yo reacciono y extraigo la cantidad suficiente. Y después me quedo ahí parado, viendo cómo las personas miran con asombro las pantallas, y cómo después la observan a ella.
Es Laura, está entrando y llamando la atención por su aspecto ensangrentado. Vagamente puede caminar. Nadie la ayuda pero todos la miran. Ella se deja caer justo antes de llegar al banco y sólo sus brazos la sostienen para no desplomarse por completo.
Yo corro para salir del banco y sostenerla; envuelvo mis brazos en su cintura y la miro de frente; siento su respiración pesada y su aroma a sangre.
—Laura —le susurro mientras retiro el cabello de su rostro, y me observa con los ojos entrecerrados y confundidos. Pero después yo aparto la mirada para ver más allá, hacia los pasillo de la entrada del centro comercial. Ya están arribando los oficiales, todos con sus trajes blindados, sus máscaras anti-gas y sus armas de choques eléctricos. Y me asusto por completo.
—Hay que irnos, te están buscando —le digo a Laura antes de levantarme con ella envuelta en mis brazos y llevármela casi a rastras. Pero es demasiado tarde, las salidas ya están bloqueadas, así que nos vamos a los baños de hombres para encerrarnos en un cubículo. Sostengo a Laura con más fuerza sin miedo de ensuciar mi ropa con sangre.
Hay unos instantes de silencio, no escucho gente afuera. Laura va a decir algo pero cubro su boca con mi mano lo más fuerte posible. Una puerta se abre, yo cierro los ojos y contengo la respiración. Son unos pasos fuertes y firmes los que aumentan los latidos de mi corazón. Escucho el chirrido de las puertas de los otros cubículos antes de llegar al nuestro.
Siento unas desesperanzadas lágrimas de Laura cayendo en mi mano, y después siento su mano sobre la mía que sostiene su cintura, en un intento ligero de entrelazar nuestros dedos.
Y sé lo que significa.
Un sonido inmerso y de ultratumba rompe el seguro de la puerta, que al segundo se abre lentamente para revelar a un oficial con su máscara anti-gas.
Y también sé lo que significa.
Es nuestro fin.
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REBELLIO || TC
General FictionCassian Tancredi (Timothée Chalamet) es un preparatoriano y joven promesa del teatro que llega repentinamente a la ciudad donde vive la rebelde Laura Cotril. Ambos deberán unir fuerzas para levantar sus voces contra la autoridad en una ciudad donde...