♛ V E I N T I S I E T E ✏

29.4K 4.4K 1.1K
                                    


Hay una sensación curiosa cuando entras a una piscina por primera vez al llegar; por más que el día esté soleado, la primera zambullida deja un helaje breve que se extiende por todo el cuerpo hasta que, pasados unos segundos, la piel se aclimata y...

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Hay una sensación curiosa cuando entras a una piscina por primera vez al llegar; por más que el día esté soleado, la primera zambullida deja un helaje breve que se extiende por todo el cuerpo hasta que, pasados unos segundos, la piel se aclimata y ya se puede disfrutar de la frescura.

Eso no me pasó, obviamente, porque no estaba ni en verano ni me zambullí en una piscina refrescante. Sinceramente tengo esos cinco minutos de vida como ligeras imágenes borrosas; sé que estaba besando a Andy, sé que cuando subí mis manos lo abracé, sé que algún animal me caminó en la mano, me asustó y me hizo impulsarme hacia atrás y la lógica me lleva a pensar que la gravedad me hizo recostarme en la fina capa de hielo de la orilla del lago que cedió a mi peso en medio segundo.

Era la orilla, así que no me ahogué ni nada más dramático, no fueron más de quince centímetros de profundidad, pero al caer de espalda, me mojé toda y el agua helada se me coló hasta la piel a través de varias capas de ropa. Había cerrado los ojos los primeros dos segundos y cuando los abrí de nuevo, acostada en agua helada, lo primero que vi fue el rostro de Andy por encima del tronco con los ojos muy abiertos y su mano que se ondeaba con insistencia.

Caí en cuenta de que llevaba varios segundos pidiéndome que le tomara la mano. Recapacité también en que no había oído nada desde que había caído, quizás me ensordecí por esos instantes porque mis oídos se llenaron de agua o solo era un momentáneo shock y cuando vi a Andy y erguí la cabeza, los sonidos volvieron.

—¡Isabel! —gritaba—. ¡Arriba!

Recuerdo preguntarme vagamente por qué no rodeaba el tronco y me ayudaba a levantarme así más fácilmente, luego razoné que el tronco estaba demasiado a la orilla así que si Andy pisaba, se mojaría. Al ver que no me movía, Andy se estiró sobre el tronco casi hasta caer y me agarró a las malas de mi chaqueta por mi costado y por mi hombro.

Cuando estuve afuera una ventisca paseó sobre nosotros y me hizo consciente del frío interno que tenía al tener el noventa por ciento del cuerpo mojado. Estaba medio aturdida y mis primeras palabras poscaída salieron solas:

—¿Mi cereal está a salvo?

Andy dio un hondo suspiro, pero sonrió, imaginé que había temido que me hubiera estupidizado con la caída y oírme hablar en castellano lo reconfortaba.

—Sí, está seco. —Negó con la cabeza y moderó su tono más—. ¿Te golpeaste en algún lado?

—Pues... ummmm. —De momento lo que más me fastidiaba era el frío pues hasta el cielo se había encapotado más, quitándome el poco sol que nos acompañaba—. No lo sé... tengo frío.

Solo al decirlo oí que me salía como un tartamudeo tiritante. Andy me tomó de la mano y sin más, empezó a desandar conmigo los pasos hasta la cabaña —tomando antes mi cajita de cereal—. Sentí el cabello escurriendo y la ropa pesada de cargar tanta agua, solamente me quedaron secas las rodillas porque al caer las flexioné y el agua no era tan profunda para alcanzarlas.

De una fuga y otros desastres •TERMINADA•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora