Cap. 1 | Excéntrico.

410 32 8
                                    

—¿Entonces usted quiere que sea el niñero de una adolescente? –el hombre sentando tras el escritorio asintió, dándole otro sorbo a su taza de café. Yo suspiré y me dejé ir hacia atrás en el asiento, no quería hacerlo pero tenía qué.

Trabajando en un hospital psiquiátrico lo más lógico es que tengamos todo tipo de pacientes pero jamás me había tocado tratar a un enfermo de la manera que me la están pidiendo. Literalmente tengo que estar encerrado con ella, convivir con ella hasta que logre confiar en mí, debo de convencerla de que todo lo que le harán será por su bien. Sé que me tomará mucho tiempo pero no creo poder negar la oferta, es mucho dinero.

—¿Y cuándo se supone que iniciaré? –pregunté calmado, me decía a mí mismo cosas tales como "¿Qué tan malo puede ser?" Con tal de tranquilizarme y no ser grosero.

—Pensaba que iniciaras mañana mismo, el padre de esta jovencita es de mucho poder, es primer ministro de Italia, Bucciarati. –me exalté al escuchar qué puesto tenía el hombre que pagará el tratamiento. —Fue específico al decirnos que quiere que su hija mejore, estuvo soportando su transtorno mucho tiempo pero dijo que ya no puede más, le duele imaginarse que podría ser algo de seriedad, confía en nosotros, en que tiene una cura.

—Ni siquiera me has dicho lo que tiene, ¿De nuevo tendré que tratar con un alcohólico depresivo como Leone Abbacchio? Fue difícil sacarlo de ese trance, no es un proceso rápido. –mi superior rió, negando suavemente con la cabeza.

—No, Bucciarati, ella tiene algo diferente... –hizo una pausa sacando algo de un cajón, era una carpeta color azul cielo con el nombre "Trish Una" escrito en el frente. De ella comenzó a buscar algo. —Tiene un transtorno disociativo.

Era peor de lo que pensaba.

Ese hombre, su padre, piensa que tiene algo tan sencillo como un trauma de la niñez y por eso quiere que la tratemos rápido pero eso no es verdad, un transtorno como ese es difícil de tratar... Hubiera preferido mil veces que fuera una alcohólica como Leone Abbacchio, tengo experiencia en eso pero con lo otro dudo que pueda ayudarla antes de que su padre se enoje con nosotros, temo que nos demande. Aunque debería hablar con él también, tal vez sea un padre desesperado.

—Existen tres –comenté cruzándome de brazos. —¿Cuál de esos tres es? ¿No viene especificado?

—Es un... –revisó la hoja buscando la información, dándole vuelta a la misma. —Transtorno de identidad disociativo.

—Entonces supongo que debo de encerrarme con ella para darle un tipo de psicoterapia, ¿No? Deben de proveerme medicinas también, esta enfermedad no se trata solamente hablando. –el hombre hizo de lado sus papeles y me sonrió a la vez que tomaba postura en su silla.

—Bruno, Bruno Bucciarati... Cálmate. Entiendo que esto no sea algo que quieres y que probablemente lo haces por el dinero que te ofrecieron pero necesito que estando ahí adentro te humanices con ella, entiende que su situación es delicada, no sabes cuántas personalidades tiene y con cuál te toparás mañana. Ahora mismo está encerrada en una habitación sin color, es algo grande, lo suficiente para que no entre en pánico –miré hacia la ventana. A través de ella podía observar varios cuartos que el hospital tiene para los enfermos, claro que sin ventanas pero según lo que he visto son agradables a simple vista.

—¿A qué te refieres con "sin color"? –pregunté regresando la mirada a él. —¿Está en blanco?

—Exactamente –hice una mueca de disgusto únicamente con los labios. —Has visto que en varias habitaciones hay incluso dibujos para que se tranquilicen pero con ella es diferente, no hay ningún color dentro que no sea el blanco, por lo que te pido que mañana uses ropa en blanco, ¿Entendido?

Acaricia Mi Cabello [BruTrish]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora