Cap. 2 | Trish ¹

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La habitación más triste que había conocido en mi vida entera, o más bien, en todos mis años trabajando en este hospital. Las paredes, techo, lámparas, cama y vestimenta de la paciente... Todo estaba completamente en blanco, daba un aspecto triste a pesar de tener un color tan vivo.

No llevaba más de media hora dentro de su cuarto, no habíamos hablado absolutamente nada y es que necesitaba agarrar valor, aceptar lo que estoy a punto de hacer y asegurarme en que todo saldrá bien, estoy obligado a hacer que todo salga bien.

Suspiré mirando a la menor, ella estaba acosada en la cama con la mirada fija en mí, yo estaba de pie a unos cuantos metros de Trish.

—Un gusto poder verla, señorita Trish... –comenté nervioso por la respuesta que obtendría, su transtorno no era para nada predecible.

—No sé quién eres pero gracias, señor –se escondió más en sus cobijas, debe soportar mucho el calor porque adentro no hacía nada parecido al frío. —Pero... No me llamo Trish.

Levanté las cejas sorprendido por su respuesta sin importar que eso sí fuera predecible. Lucía como una niña indefensa y sumisa, no pensé que fuera a reclamar eso con tanta rapidez, pensaba que lo haría tras llamarle Trish unas veces más, tomando en cuenta su aspecto acobardado.

—Entonces, ¿Cómo debería llamarla? –pregunté acercándome solamente un paso, ella lo notó y soltó un débil quejido, parecía estar aterrada. —Estoy seguro de que debe tener mil preguntas, ¿Verdad?

—Sí las tengo... pero no preguntaré nada por ahora –susurró evitando mirarme a toda costa. —Me llamo Feigling... ¿Y tú?

—Mi nombre es Bruno Bucciarati, a tus órdenes –le sonreí levemente aunque no me mirara, sentía pena por ella.

Quince años, tiene tan sólo quince años y ya está encerrada aquí, tiene que estar aquí en lugar de irse a divertir con otros jóvenes de su edad, bailar, cantar, cualquier cosa excepto permanecer en la cama como lo está haciendo, claro que no es el paciente más joven que he tenido pero sí la menor que he conocido con este transtorno.
Al no obtener respuesta alguna de su parte me fui acercando lentamente a su cama, disimulando los pasos y dando un discreto tiempo entre cada uno, no quería que se asustara más de lo que probablemente ya estaba.

Ella me miró y se sentó rápidamente en la cama, huyendo a una esquina para sentarse mirando a la pared, escuché cómo comenzaba a sollozar y eso me asustó. Tragué saliva observándole en silencio, pensaba hacer algo.

—Feigling... –la llamé tomando más distancia de la que ya había. —No te asustes, no pienso lastimarte, sólo necesito hablar contigo.

El pequeño llanto de ella se fue desvaneciendo hasta carecer de sonido, entonces fue que se volteó y con un rostro asustado me miró a los ojos, abrazándose a sí misma.

—Deberías saber que no estoy aquí para dañarte, quiero ayudarte a que no estés encerrada en este lugar pero si no converso contigo jamás podremos avanzar –asintió con débiles movimientos de cabeza a la vez que la agachaba. Abrió su boca para decir algo pero tal pareció que al final se arrepintió. —Seremos amigos, Feigling.

—¿Amigos? –alzó nuevamente la mirada hacia mí. —¿Como los que salen en las películas?

—Si... –suspiré con una sonrisa. —Como los que salen en las películas y series también.

«Feigling» me sonrió y se puso de pie aunque manteniendo la distancia conmigo, no parecía que fuera a acceder a que me acerque a ella.
Se dirigió a la cama y se sentó en la mencionada, subiendo ambas piernas y cruzándolas manteniendo aquella pequeña sonrisa en sus labios, era agradable de ver, había dado un muy repentino cambio comparado con la escena anterior. Sabía que no me iba a quedar de otra así que me senté en el suelo con la misma posición que ella tenía.

Acaricia Mi Cabello [BruTrish]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora