Capítulo 10

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Siguiendo al lobo. 

Capítulo 10 


―Esto es increíble. ―es lo único que sale de mis labios después de bajar del coche frente a una hermosa cabaña que tiene vista al lago. Syaoran había manejado poco más de cuatro horas, fue un recorrido interesante, tuvimos la oportunidad de conversar de mí, ahora que recuerdo, casi no sé mucho de él.

―¿Te gusta? ―pregunta cuando estuvo a mi lado. Con la emoción bajé del coche antes de que aparcara completamente.

―Es bellísimo, gracias Syaoran. Estoy segura que nos vamos a divertir. ―en un impulso, causado por las maravillosas atenciones de anoche me acerco a él y dejo un beso en sus labios.

―Ese es el propósito, Sakura ―responde y me sujeta de la cintura, su calor hace que me sienta muy cómoda a su lado―. Este fin de semana es para nosotros dos.

―Espero poder tener la oportunidad de conocerte un poco más ―tengo esa idea grabada en la mente, saber algo del maravilloso y apasionado hombre que me abraza y lo voy a averiguar―. Sé pocas cosas sobre ti.

―No soy un hombre tan interesante, además ―se detiene y susurra en mi oído―. ¿No te bastó con lo que viste y sentiste anoche?

―No, no lo fue. ―respondo de la misma manera, acercándome peligrosamente a su oído y antes de alejarme, beso ligeramente su cuello.

―¿Te parece si entramos? ―pregunta―. Está empezando a helar aquí.

Al momento de entrar a la cabaña somos recibidos por el dueño del lugar que nos muestra todas las habitaciones y cuáles son nuestros límites geográficos. No presto mucha atención a esa explicación porque me ha llamado la atención la decoración del lugar. Es sobria y cálida.

La madera es fuerte y está bien cimentada en piedra dando mayor calidez al lugar. Hay una pintura de Audrey L. Flack, es una , y , representante del . La obra es una réplica de la Macarena de los Milagros, es un óleo sobre lienzo que refleja en su rostro el dolor de una madre al perder a su hijo.

―¿Ella es? ―Syaoran me toma por sorpresa con su pregunta.

―Me asustaste ―expreso―. Pensé que aún seguías con el dueño.

―No, ya hemos terminado ―se coloca al lado mío, frente a la pintura―. ¿Por qué está llorando?

―Ella es la Macarena de los Milagros, una representación de la Virgen María al momento de ver a su hijo siendo condenado a morir por salvar a los cristianos. ―explico.

―Debe de ser doloroso ver morir de esa manera a un ser querido ―Syaoran frunce el ceño―. ¿Qué padre permitiría eso?

―Bueno, dicen que a raíz de ese sacrificio todos tenemos ahora la libertad de elegir. ―me encojo de hombros, no me gusta conversar acerca de religiones. Es tema complicado.

―Tienes razón, libertad de elegir ―repite―. ¿Qué te parece si elegimos algo de comer?

―Me parece genial. ―respondo, un cambio drástico de tema, por un momento pude ver en el rostro de Syaoran una mueca de dolor. Por el momento lo dejo pasar.

―¿Qué se te apetece? Vamos a la cocina ―señala una de las habitaciones y no dudo en seguirlo―. Este fin de semana seré tu chef privado.

―¿Sabes cocinar? ―pregunto al entrar a una bella cocina, rústica, pero bella.

Siguiendo al loboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora