La primera vez que pudo verla fue cuando su padre se había detenido a hablar con los extranjeros para ayudarles con la construcción de su vivienda.
Nunca había visto un color como el suyo, parecía que brillaba por si sola como si fuese una especie de ángel que delicadamente se movía entre los cielos. Rodeada de flores se encontraba jugueteando entre los campos.
Cada uno de sus movimientos le hipnotizan pidiéndole ver mucho más de cerca la majestuosidad del resplandor anaranjado que reflejaban los mechones de su cabello cada vez que daba una vuelta o salto. Pocos segundos bastaron para encontrarse con un verde ámbar, temeroso, apenado, un inocente mirar que acaparaba todos sus pensamientos.
Poco a poco fue descendiendo, perdiendo de vista la razón de su asombro.- Disculpa, no quería interrumpir.
Se inclinó frente a ella, buscando su mirar, encontrando así a una persona.
- No estaba haciendo nada.
Inmediatamente levantó la cabeza y se apoyó en sus manos inclinándose hacía él, mirándolo con curiosidad.
- Eh... ¿Ya has visitado bien el pueblo?
Otra vez se inclinó hacía atrás, apartando la mirada hacía detrás suya.
- Un poco, mi padre me ha llevado a dar una vuelta por la plaza.
- Que bien, deberías venir con los demás niños, nos juntamos en el claro que está detrás del molino, sabes dónde está ¿No?
- No estoy muy segura.
- Entonces yo te llevaré, te presentaré con los demás.
- Y ¿A que les gusta jugar?
- A todo, algunas veces vamos al bosque y otras al lago.
- ¿Cómo te llamas?
Se levantó, sacudió su vestido y emprendió camino a dónde se encontraba su padre hablando con el del contrario.
- Thomas ¿Y tú?
- Laila.
Ella fue abrazar a su padre un corpulento hombre, ambos compartían el mismo naranja que le parecía tan llamativo pues nunca había visto a una persona con ese tono.
- Ven con nosotros.
Le dijo antes de que sus padres los presentaran adecuadamente.
...
- Lolo, deja de hacer el tonto por favor y levántate ya, tu papá te está esperando.
Se movió entre sus cobijas tapando su cara evitando así que la luz mañanera que ya inundaba todo su cuarto le impidiera seguir durmiendo.
- ¡Lolo ya levatantate!
Ya habían sido varios gritos cada uno hacía eco en su cabeza perdiendo la intensidad a media que el tiempo pasaba para inmediatamente darle paso a un nuevo sonido.
- ¡¡Lolo!!
La interminable secuencia se vio afectada por un cambio de tono profundo y dominante la misma voz que escuchaba entre sueños.
Se levantó estirando los brazos, rápidamente se vistió, recogió su cabello en una coleta mal hecha y bajó por las escaleras de mano debido a que su habitación era la única que se encontraba en la planta superior de la casa. Se dirigió a la sala de estar donde se encontraban sus padres; Ya tenían la armadura puesta, su madre cargaba en su espalda un arco mientras que su padre sostenía una espada.
- Te dijimos que está vez nosotros te iríamos a dejar a la tienda - la mujer que compartía el mismo naranja de su cabello se acercó a él, le hizo darse la vuelta para acomodar bien su coleta.