Goodbye agony

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Estaba sentado en la sala de mi casa, esperando que llegara mi querida esposa.

Honestamente, 5 años de matrimonio han sido demasiado para mi, más cuando este es tan infeliz como el mío lo ha sido. Me he querido divorciar de ella desde el primer momento en que me casé, no sé en qué momento pensé que el matrimonio era una buena idea para lograr mantener su locura bajo control, fui un completo estúpido. Obviamente Juliet no ha querido aceptar mi petición sobre nuestra separación.

Cuando quise poner una demanda de divorcio en su contra, se volvió completamente loca, recuerdo que estábamos de viaje y ,antes de subir al avión que nos llevaría de regreso a casa, se emborrachó, dentro del avión decidió golpearme constantemente frente a los pasajeros y cuando se dió cuenta que la estaban grabando dijo que yo la golpeaba, le había roto las costillas y que todo lo hice porque me dió la noticia de estar esperando un hijo nuestro, bebé que presuntamente perdió gracias a mi golpes. ¡YO JAMÁS LE HARÍA ESO, POR DIOS!

Desde ese momento un sentimiento de rechazo y odio hacia ella comenzó a nacer en mi.

He de admitir que la quise mucho, demasiado, claro que todo fue al principio. Cómo no quererla si era mi mejor amiga, la persona que siempre estuvo ahí para escucharme cuando la necesitaba. Pero, conforme el tiempo pasó, su comportamiento comenzó a ser más hostil, enfermizo y tóxico. No podía hacer nada sin que me cuestionara y sacara conclusiones erróneas dejándome como el malo de la relación. Relación que me estaba desgastando mentalmente.

En algún momento de estarme ahogando entre tantos malos sentimientos, empecé a plantearme el hecho de asesinarla, pues el cariño que alguna vez sentí por ella se había convertido en odio.

Cuando teníamos dos años de casados, tiempo en el que comencé a pedirle el divorció, conocí a una mujer maravillosa que me hizo volver a tener esperanza en la vida. La conocí en una gira, ella ni siquiera era fan mía, puedo asegurar que antes de ese encuentro ella nisiquiera sabía de mi existencia, por cosas del destino simplemente nos cruzamos en el hotel en el que me hospedaba, convercé con ella y en esa noche comenzó a crecer en mi el sentimiento que jamás creí volver a experimentar. Amor.

Aún seguimos juntos, justo hace un mes le pedí matrimonio para casarnos tan pronto Juliet me firmara el divorcio.

Ambos sabemos que Juliet jamás nos permitirá ser felices. Aún así me sorprendí cuando ella me hizo una proposición, asesinar a mi actual esposa.

Cuando lo dijo no había en ella ningún atisbo de sentimientos en sus ojos, no había lástima, arrepentimiento o siquiera un poco de empatía en ella. Creo que en ese momento descubrí que realmente era la mujer de mi vida, mencionó la idea que venía rondando mi cabeza por vario tiempo. Sin más acepté.

Decidí que el mejor momento para llevar acabo mi plan era hoy, porque ¿qué mejor momento para asesinar a una persona que en su propio cumpleaños?

Ya tenía muy bien estructurado el momento y el cómo llevaría a cabo mi plan.

Justo ahora estoy sentado en la sala de nuestra casa, esperando pacientemente que Juliet vuelva a entrar por la puerta de la entrada. Unas llaves suenan, está aquí.

Escucho que menciona mi nombre preguntando dónde me encuentro, le contesto que en la sala y espero verla entrar mientras escucho su caminar por el pasillo. Se acerca a mi con la intención de besar mis labios pero lo evito cuidadosa y discretamente. Estoy harto de fingir.

Le deseo feliz cumpleaños señalandole el pastel en el que aún no había reparado, estaba en la mesa de centro, cuando lo vió me abrazó y susurró feliz en mi oído cuán feliz le hacía que lo recordara. Le dije con una sonrisa en mis labios el cómo no podría olvidarme de un día tan especial para mí como hoy. No entendió el doble sentido en mis palabras.

Me dió las gracias y comenzó a elogiar cuán apetitoso el pastel lucía y moría por probarlo. Tuve que contener la risa pues moriría sin haberlo hecho.

Antes de que siquiera pudiera hundir el dedo en el betún del pastel, le dije que esperara un poco pues le tenía una última sorpresa. Con curiosidad y emoción matizando sus verdes ojos preguntó expectante cuál era la sorpresa de la que hablaba. Palideció y sus ojos se tiñeron con miedo y asombro mientras observaba cómo de la parte trasera de mi pantalón sacaba una revolver que puse a un lado del pastel. Calló sentada al otro lado del sillón y me preguntó qué eso.

Le dije que como regalo jugaremos a la ruleta rusa a lo cual me contestó que no jugaría a eso pues uno de los dos podría morir. Reí y le expliqué que era una ruleta rusa aún más divertida, al estilo Biersack. El cual consistía en que, en lugar de dejar sólo una bala, el revólver estaría casi lleno de balas a excepción de una. Y que lugar de apuntar mi cabeza, los tiros serían dirigidos hacia ella.

Me pidió que no hiciera eso, que era mi esposa y por ende comencé a explicarle mis razones. Cuán cansado estaba de ella y de pedirle el divorció. El cómo sus actitudes habían hecho pedazos mi vida y que lo único que yo quería era recuperar la felicidad que ella misma me había arrebatado. También le dije que había conocido a alguien que había devuelto mi felicidad y que deseaba hacer una vida con ella, para lograrlo tenía que acabar con la suya.

Me suplicó llorando que la dejara vivir y me daría el divorcio a lo cual le contesté que ambos sabíamos que aún así jamás me dejaría ser feliz con Rachel, a lo cual ella sólo se quedó callada. Además, eso no sacearía mi sed de sangre, su sangre.

Nos vemos en el infierno, Juliet. Susurré mientras apuntaba el revólver a su corazón y sin más disparé. Vi cómo la vida se le iba de las manos mientras luchaba por respirar y aún así no me sentía satisfecho. Me acerqué a pasos lentos hacia ella e introduje un dedo en el agujero que la bala había creado. Después introduje otro y otro dedo hasta que sentí que ya no se movía.

Con tranquilidad salí de la casa dejándola ahí tirada, para encontrarme con Rachel que me esperaba al otro lado de la acera en su coche. Sonrió cuando vió mis manos llenas de sangre pues ambos sabíamos que ya nada nos impediría ser felices juntos.

Mientras íbamos en carretera, Rachel puso una canción que dijo que me gustaría mucho y que era la correcta para empezar nuestra nueva vida juntos. Me reí fuerte cuando reconocí una vieja canción de mi amigo Ronnie cuando estaba en el grupo Scape the fate.

Mientras nos perdíamos en la oscuridad de la noche, Ambos cantabamos con alegría llenando nuestros pulmones.

"Sitting in this room playing Russian roulette,
finger on the trigger to my dear Juliet.
Out from the window see her back drop silhouette.
This blood on my hands is something I cannot forget."

Después de esto nadie volvió a saber nada de Andy Biersack.

Your blood on my handsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora