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Afuera llovía a cantaros. Truenos, relámpagos, cada tanto granizo. Una tormenta que pocas veces se ve.

Eran al rededor de las 4 de la tarde del viernes, y yo estaba en la Casa de Gobierno. A mitad de una importante reunión, en la que con mapas y cuadros sinópticos, trataba de dar a entender un plan para la provincia, a cinco funcionarios nacionales, mi celular comenzó a sonar.

Pedí disculpas, y miré de quien se trataba la llamada. Número desconocido.

Corte, y seguí con mi explicación.

Al cabo de unos segundos, volvió a vibrar. Número desconocido.

Maldeci por dentro al notar el disgusto de estos hombres, y volví a colgar. Además, lo puse en silencio.

Al cabo de media hora, la reunión culminó. Al salir de la oficina, llamé a esta tan insistente persona.

–¿Hola?- Hablé cuando atendieron.

–¿Axel Kicillof?- Preguntó un hombre de voz ruda.

–Si, ¿Quién habla?

–Lo llamamos desde Urgencias, lamentamos informar que hoy alrededor de las 4:20 de la tarde, hubo un incidente en su hogar.- Mi corazón se detuvo. Juliana.

–¿Qué?- Exclamé, al tiempo que agarraba mis cosas y salía corriendo hacia mi auto. Crucé a Josefina en el camino, quien me miró preocupada.- ¿Que pasó?

–Entraron tres hombres y comenzaron a saquear sus cosas. Había una chica, a la cuál ya le tomamos testimonio, que se identificó como una amiga suya. ¿Es esto cierto?

–¡Si!- Exclamé cruzando la calle y subiendo al auto.– ¿Cómo esta ella?

–Está bien. Se escondió para llamar al 911, pero luego de unos minutos la encontraron y la golpearon para sacar información.

La concha de la lora.

–¿Y dónde está ahora?

–La llevamos a la comisaría para tomar testimonio e insistimos en que se quede pero quiso volver lo antes posible a su casa. Ella la está esperando...

–Bueno, muchas gracias, ya estoy llegando para allá. ¿Identificaron a los hombres?

–Si, ese tema ya está resuelto.

–Esta bien, muchas gracias.

–No, gracias a usted, gobernador.

Estacioné violentamente en la vereda, y entré corriendo hacia mi casa.

Mis cosas estaban desparramadas por todos lados. Los muebles dados vuelta, papeles por el suelo, vidrios rotos.

–¿Juli?- Pregunté algo desesperado, al no verla en ningún lugar.–¿Juliana? ¿Dónde estás?

Entré a mi cuarto, y allí estaba ella.

Acostada sobre mi cama, con la remera rota, y cortaduras y moretones en el cuerpo.

–Juli...- Suspiré aliviado al verla.

–Axel- Murmuró cansada al oírme.

Se levantó lentamente hasta quedar sentada, y corrí a abrazarla.

–Perdón, perdón, perdón... Perdón Juli perdón...-No pude dejar de repetir.

– Ya está, Axel. No te preocupes más, estoy bien...-Habló casi inaudible.

–¿Estás segura? ¿Qué te duele?

Al segundo de oír mi pregunta, comenzó a toser. A toser fuertemente.

La tomé en brazos y corrí hacia la cocina. Coloqué su cuerpo en la mesada y le ofrecí un vaso de agua.

–Gracias...- Murmuró para tomar el vaso, y continuar tosiendo.

Inclinó su torso hacia el suelo, y tosió mas fuerte. Tosió sangre. Mi corazón se detuvo.

–Vamos al médico.- Hablé firme.

Agarré mi saco, y lo coloqué sobre su cuerpo.

–No Axel, no, no quiero...

–Juli estás muy mal. Hacelo por mí.

–Nono, no quiero

–¡Juliana!- Exclamé firme.– ¡Venís conmigo!

Sentí su cuerpo estremecerse al lado mio, y la tomé por la cintura.

Acaricié su cuerpo lentamente, la tomé por la espalda, y la lleve a upa hasta el auto.

–Recuperate Juli, por favor...-Murmuré mirandola de reojo por el espejo retrovisor.

Kicilove...♡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora