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Tony despertó con un profundo dolor de cabeza, parpadeó ante la confusión nebulosa de su mente.

Aturdido intentó levantar su mano para llevarla a su rostro, pero fue una acción que no logro realizar, su brazo parecía pesar toneladas.

Se dio cuenta de que estaba atrapado dentro del traje sin energía, la comprensión de que no podría utilizarlo abrió una compuerta en su interior hacia lo que estaba mal en él, empeoro al darse cuenta de que no sabía donde se encontraba o que era lo que pasaba, el pánico se abrió camino dentro de él, empezó a respirar con dificultad, reconoció lo que era, el inicio de un ataque de pánico.

—¿Jarvis? —intentó entre jadeos.

Sin respuesta, Tony cerró los ojos sintiendo su pánico crecer.

—Jarvis, no me hagas esto.

El silencio se extendió dentro del casco, minutos después respiró hondo en un intento de tranquilizarse.

Estoy dentro del traje, no tengo porque experimentar un ataque de ansiedad, estoy dentro del maldito traje, pensó con fuerza.

Sólo que el traje no tenia energía, estaba atrapado dentro de la armadura sin poder escapar de donde sea que estuviera.

Tony gruñó, volviendo a sentir el pánico, más allá de sus respiraciones trabajosas el sonido de las olas del mar le hizo recordar abruptamente donde se encontraba, después de largas respiraciones logró calmarse.

Había aterrizado de emergencia en una isla del pacífico después de un ataque, utilizando la reserva de energía para ordenarle a Jarvis que lo llevara a un lugar seguro, al Capitán América y a él.

—Mierda —gruñó Tony cuando recordó a Steve Rogers, intentó levantarse para ir a buscar al rubio.

La última vez que lo vio había estado inconsciente y cayendo de un maldito quinjet, Tony había logrado atraparlo y después nada. Su mente estaba en blanco después de las ordenes que le había dado a Jarvis. Se había desmayado.

Tony no logró levantarse, gruñó molesto, cerró los ojos y no volvió a intentar moverse por varios minutos, necesitaba un plan, necesitaba salir de la armadura.

Antes de que Tony supiera lo que estaba pasando, la parte frontal del casco desapareció y su rostro quedo expuesto, parpadeó intentando fijar su mirada en la sombra humanoide que se cernía sobre él, quien probablemente había arrancado la placa, un potente halo de luz lo rodeaba.

—¿Stark? ¿Tony, estas bien?

Reconoció la voz y se tranquilizó, se dio cuenta por primera vez de la sequedad en su garganta cuando intento responder.

—A... agáchate.

Segundos después el rostro de Steve Rogers quedo a centímetros del suyo, notó los ojos azules llenos de preocupación, su cabello rubio revuelto lleno de arena que parecía brillar por la luz del sol.

—¿Stark?

—La luz lastimaba mis ojos... quédate así.

Steve frunció el ceño y se alejó claramente irritado.

—Oye —se quejó Tony cerrando los ojos cuando la luz golpeo su rostro.

—Esto es serio, Tony, estamos varados en una isla.

—Ayúdame —dijo, señalando una parte de la armadura en su costado derecho —. Presiona y luego abre.

Steve se acercó a hacerlo, después la armadura se abrió y tomó la mano de Tony ayudándolo a salir.

Bajo la puesta del solDonde viven las historias. Descúbrelo ahora