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Steve había soñado con Tony.

Soñó que lo besaba una y otra vez, que se apoderaba de su boca a placer, que Tony correspondía con la misma intensidad, justo cuando Tony había bajado sus manos al cierre de su pantalón, Steve había despertado.

Afortunadamente había estado solo al abrir los ojos, no habría sabido que decir si Tony hubiera visto su erección, Steve no había tenido más remedio que esperar a que su excitación desapareciera.

Después de atender el resto de sus necesidades había ido al lago a beber esperando encontrar a Tony para hablar, al no encontrarlo había regresado al claro más cerca de la playa.

Tony continuaba sin aparecer, Steve estaba tentado a buscarlo, quería hablar sobre lo que había sucedido, sobre el beso que habían compartido, fue claro que ese beso no había sido otra broma, lo había hecho sentir un deseo desconcertante, podía decir que no solo a él.

Steve era un adulto y aceptaba encontrarse atraído por Tony.

Estaba interesado, nunca lo habría esperado, nunca, pero no lo negaría o intentaría deshacerse de esa atracción.

Tony estaba resultando ser diferente a lo que se había imaginado, había más que la arrogancia y borde actitud burlona.

Steve vio a Tony volver, creyó verlo sostener algo, lo vio sentarse cerca de donde estaba la armadura.

—¿Qué es eso?

Tony lo señaló. —Mis moras, no comparto.

—No creo que debas comerlas.

Tony se llevó una mora a su boca y masticó lentamente, Steve frunció el ceño.

—Son moras, no veneno, Rogers

Apartó la mirada del castaño, ya que parecía irritado, no pudo evitar pensar que quizás era por el beso.

Tiempo después observó como Tony comenzaba a marchar entre los árboles y palmeras, pasos largos dónde después se detenía abruptamente antes volver a empezar.

—¿Qué estas haciendo? —dijo curioso.

Tony se detuvo, pareció turbado antes de localizar a Steve.

—¡Busco el escondite del ron!

—¿Ron?

Lo vio asentir repetidas veces, luego Tony volvió a iniciar su recorrido, había algo raro en su comportamiento.

—Tony, ¿Qué ron? —dijo en voz alta y poniéndose de pie.

—El ron de Jack Sparrow —respondió como si fuera obvio.

—¿Jack Sparrow?

—Capitán Jack Sparrow —aclaró moviendo un dedo en su dirección —. Capitán del perla negra, pirata... hijo de Keith Richards. —Tony fingió sostener una guitarra y tocar haciendo soniditos extraños.

Preocupado Steve llegó hasta él, Tony entonces saltó hacia atrás mirando a Steve con recelo.

—Necesito mis pokebolas —metió la mano en la bolsa de su pantalón sacando un puñado de moras, la mayoría aplastadas.

—Tony suelta eso, te hicieron daño.

—Atrás —gritó Tony, entonces lanzó las moras entre ellos —. ¡Pikachu, yo te elijo!

Steve no tenía idea de lo que Tony estaba hablando, en un movimiento rápido atrapo la mano del castaño y acortó la distancia entre ambos, estudió el rostro de Tony, sus pupilas estaban dilatadas y su respiración era un poco trabajosa, sudaba en exceso y parecía aturdido, sumándole su extraño e ilógico comportamiento dedujo que podría estar drogado.

Bajo la puesta del solDonde viven las historias. Descúbrelo ahora