CAPÍTULO NUEVE

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O eso pensaba. Damon miró furioso a Isabelle desde el otro lado del patio. La joven estaba en el bar de la playa con un vestido blanco de flores sin mangas ni espalda que revelaba la piel dorada de su espalda hasta por debajo de la cintura. Su cabello con ondas sueltas brillaba bajo la luz arrojada por las antorchas. Damon apretó la mandíbula cuando la vio dibujar otro giro y moverse sin perder un paso al ritmo de la música de la banda de salsa que tocaba a varios metros de la barra. El vuelo de la falda de su vestido le descubrió los muslos. Si no tenía cuidado, con el siguiente movimiento iba a enseñar las nalgas de su culito redondo y perfecto.

Pero Sebastian volvió a atraerla hacia sí y extendió los largos dedos por la piel sedosa y desnuda de la espalda de Isabelle. Los nudillos blancos de Damon contrastaron con su bronceado cuando apretó los dedos alrededor del vaso que sostenía. El nudo que tenía en las tripas se tensó cuando Sebastian atrajo las caderas de Isabelle hacia las suyas y los dos se movieron con ritmo sensual en perfecta armonía.

Isabelle se echó hacia atrás el cabello y su rostro dibujó una amplia sonrisa cuando se rió de algo que le dijo Sebastian justo entonces tropezó y Sebastian, el muy cabrón, aprovechó la oportunidad para tocarle el culo mientras fingía ayudarla. Después le subió la mano por la espalda a toda prisa, como si hubiera sido un accidente, pero Damon notó la expresión lasciva que adquirían los rasgos de Sebastian.

Como también notó el rubor que bañaba las mejillas de Isabelle; si fue de vergüenza o de excitación, Damon no lo sabía. Pero sí que se dio cuenta de que la joven no estaba intentando apartarse.

No lo soportaba más. Ver a otro hombre tocando su piel desnuda. Verla moverse contra otro hombre en un baile que prácticamente simulaba una relación sexual.

Había acudido al bar esa noche para aceptar la oferta de Isabelle: sexo sin compromisos. No esperaba verla riéndose, coqueteando y tocando a otro hombre, pasándoselo tan obviamente bien. Y tampoco esperaba el destello ardiente de rabia que lo había invadido al verla con otro. Aquella mujer era suya.

Pero tampoco se paró a analizarlo. No podía. Un solo pensamiento, uno solo, reverberaba por todo su cerebro. Mientras estuviese en la isla, Isabelle era suya; le pertenecía solo a él.

Isabelle se rió con Sebastian con la esperanza de que no se le notara la tensión.

-Quizá debería sentarme. Estas sandalias no están hechas para bailar, precisamente.

Para demostrarlo, en ese preciso instante el tacón de aguja de una sandalia se metió en una grieta. Isabelle tropezó y cayó contra el pecho de Sebastian, que la sujetó poniéndole una mano firme en el trasero.

Isabelle se puso tensa y se enderezó. Sebastian llevaba todo el día haciendo lo mismo. Esa mañana, con el pretexto de comprobar el tanque de oxígeno, se las había arreglado para rozarle los pechos con la mano por lo menos diez veces. Por no mencionar las docenas de roces "casuales" más en las piernas, las caricias en los brazos y las veces que le había agarrado la mano.

Isabelle sonrió con decisión cuando reanudaron el ritmo del baile. El problema era que tampoco se podía decir que ella lo hubiera desanimado. Esa mañana, después del encontronazo con Damon en la piscina, Isabelle había saludado a Sebastian con algo más que su habitual cordialidad. A decir verdad, se había comportado como una auténtica coqueta.

Después de que se burlaran de ella por arrojarse en brazos de Damon, Isabelle se había sentido obligada a demostrarse a sí misma que había otros hombres en el mundo además de él. Y llámala superficial, llámala presumida, pero necesitaba que algún hombre confirmara su atractivo, que le demostrara que podía conseguir un hombre sin necesidad de quedarse en cueros y comportarse como una estrella del porno aficionada. Sebastian era justo lo que necesitaba. Era un hombre francamente guapo por derecho propio y podría haber conquistado a cualquiera de las mujeres solteras que había en Cayo Holley. Pero le estaba prestando atención a ella e Isabelle tendría que estar muerta para no disfrutar de ese pequeño estímulo a su orgullo.

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⏰ Última actualización: May 26, 2020 ⏰

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