Cuento #2 LO QUE LAS ESTRELLAS LE ENSEÑARON A UNA LUCIÉRNAGA

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Jossua era muy hiperactivo desde que era una larva. Aquel tronco podrido en el que creció es el mejor testigo de lo que afirmo, pues se quedaba muy pequeño para su ímpetu aventurero. Aún sin tener alas quería conocer el mundo, lleno de infantil curiosidad. Quizás eso explica por qué aquella noche, cuando ya era mayor, se dejó embelesar por la tenue luz de un auto que pasó a lo lejos, por la autopista más cercana a aquel bosquecillo en el que vivía con su familia. Aunque las luciérnagas suelen tener familias numerosas, la suya era pequeña: solo tenía un hermanito, y claro, a sus papás. También tenía abuelos, tíos y primos, pero éstos, a pesar de mantenerse en la misma manada, no compartían el mismo vínculo inseparable de aquel pequeño núcleo.

Persiguió la luz que lo atraía tan rápido como pudo, pero sólo pudo verla desvanecerse en el horizonte. Para entonces, ya no quedaban señales de su familia, ni de la manada. Se había alejado tanto que ninguna de las lucecitas de sus compañeros estaba a su alcance. Quizás debía partir desesperado en la búsqueda de su hogar, pero un halo de pavor lo envolvió cuando notó que había menos árboles a su alrededor. Estaba en la carretera.

Una luz potente le envolvió de repente.

─Es la luz que buscaba ─pensó ─. Ha vuelto por mí.

Y se sintió envuelto por un misterioso deseo. Sentía que su tiempo con su familia había acabado, y que aquel indescriptible brillo le llevaría a un destino mayor. Pero cuanto más intensa se sintió aquella luz, más rápido pareció desaparecer, dejando solo destellos. Sin embargo, el notó que un haz seguía proyectándose desde un objeto desconocido en movimiento.

─Son extraterrestres ─afirmó con convicción ─. Esto es más hermoso de lo que imaginé. Nunca creí que existiese tanta luz lejos de mi familia. Quizás ellos nos crearon. Quizás de ellos ha venido el don que recibimos. Tengo que ir con ellos.

Sabía que era insostenible mantener una carrera tras aquel gigante en movimiento y emprendió una lucha incansable en sus pensamientos para encontrar la idea perfecta. Y se le ocurrió algo: brillar. De sus padres aprendió que eso era lo que los mantenía a salvo.

─Es lo que mejor hago ─sostuvo ─. Y eso es más que suficiente.

Destellos alternantes emitieron de su cuerpo, el mismo que bailaba al compás de su ilusión. Parecía dibujar palabras en la intemperie, y sus siluetas luminosas no pasaron desapercibidas. Su asombro alcanzó cúspide cuando vio la nave "extraterrestre" detenerse ante él. Se abrió una compuerta, y un ser enorme salió, con algo en sus manos. Venía en su dirección, no podía dejar de brillar. Cerró sus ojos, sintió un tirón de aire a su alrededor, y de repente había dejado de correr la brisa. Cuando abrió sus ojos notó que estaba dentro del artefacto que llevaba aquel ser que fue a su encuentro. Un rostro gracioso apareció ante él.

─Ahora, ¿cómo voy a alimentarte?

No entendía lo que aquella criatura decía, pero podía sentir lo que quería comunicarle.

─No es necesario ─dijo Jossua─. Comí suficiente cuando era una larva.

Aunque lo único que logró emitir fueron disparos de luz con mayor intensidad. Aquella criatura desconocida sonrió. Se introdujeron en la nave, y dentro de ella había otro ser mucho más grande que el primero.

─Al respecto de tu nueva mascota ─le dijeron a su dueño─, debes saber que no viven mucho tiempo, así que aprovéchala mucho. Esa luz en tu cuarto te dejará un recuerdo hermoso.

─ ¿Cuánto es mucho tiempo? ─se preguntó Jossua ─. ¿Podré volver a ver a mi familia algún día? ─Y de pronto sintió que los extrañó mucho. Luego, se quedó dormido.

Cuando despertó, seguía dentro del artefacto, y aquello no le gustaba. Pensaba que su dueño lo sacaría de ahí, pero no lo hizo, y empezó a sentirse triste. Un hueco se mostraba a lo lejos, donde podía ver el cielo, y en él, muchas estrellas titilaban.

─Son tan parecidas a mí ─suspiró ─. Y se ven mejor cuando están acompañadas. ¿Cómo pude creer que lejos de mi familia, de lo que soy, de lo que creo, de a donde pertenezco, iba a estar mi destino?

─Tu brillo, solitario, es fácil de ignorar, pasa desapercibido, pero junto a otras luces, siempre será parte de algo maravilloso ─Sintió que le decían las estrellas.

Apareció su dueño, que quitó el techo que lo cubría (en realidad estaba abriendo una botella), y le dejó caer algo que no reconoció.

─Come, pequeño ─sintió que le dijeron.

─Ya te lo he dicho ─expresó con suma nostalgia ─. No necesito comer más.

Lo que el niño vio fue que la luz de su luciérnaga a penas alumbraba, y temiendo lo peor, corrió a su padre, sin tapar la botella.

─Es tu momento ─escuchó Jossua, de donde provenían las estrellas, y de inmediato voló, cruzó el umbral de la ventana, y partió en busca de su familia.

Mientras tanto, el niño le decía a su papá:

─Tenías razón papá, las luciérnagas no viven mucho tiempo. A penas pude verla brillar, y ya se está muriendo.

FIN

Cuentos para Luka NikolaiWhere stories live. Discover now