Wake up Call, por Baby

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El año escolar estaba terminando muy bien para Santiago. No sólo respecto a las notas, sino también respecto a sus hobbies- había podido demostrar sus dotes de actor al instituto entero, y pronto volvería a hacerlo, justo antes de terminar el grado.

Iba a ser el protagonista de una obra organizada para quinto y sexto grado de secundaria, siendo él de quinto. Todas las semanas ensayaba con el resto del cast, y aunque la mayoría fueran de sexto y no fueran sus amigos ni conocidos, todos se llevaban bien.

Una tarde, después de un ensayo general, se dirigió a los vestidores de varones para poder quitarse la indumentaria. Por mala suerte casi todos los otros chicos se habían trancado en el lugar para hacer o hablar sabe Dios qué, así que Santiago no pudo entrar. Suspiró, mirando a su alrededor buscando una solución, hasta que vio el vestidor de hembras.

Obviamente se lo pensó un tiempo antes de teorizar que las hembras ya se habían terminado de cambiar, así que entró con cuidado al vestidor de las mismas.

— Oh, lo siento. — murmuró al ver que todavía había una chica. La misma lo miró confundida, así que tuvo que explicarse. — El vestidor de los chicos estaba trancado y pensaba que aquí ya no habría gente... —

— Hey, está bien. Como sea ya estaba acabando. — la misma termina de amarrarse el pelo y camina hacia él. — ¿No eres tú el prota, Santiago? Soy una de las bailarinas de sexto, me llamo Samantha. — le estrechó la mano.

Y sí que se notaba que era de sexto. Era algo más alta que Santiago y se le notaba mucho más desarrollada y madura. Esto no asustó a Tiago, para nada, de hecho, le pareció interesante y atractivo.

Así fue como a partir de ese día fueron hablando más y más, y terminaron enamorándose. El típico enamoramiento de instituto.

Todo era de color rosa hasta que Sam se graduó y obviamente se fue del colegio.

...

La vida como periodista es complicada y Samantha puede confirmar eso. Casi nunca encuentra noticias interesantes que reportar, pero sus compañeros si lo logran.

Eso hasta un día, en el que su jefe entró al departamento que pertenece.

— Necesito que alguno de ustedes entreviste a Santiago De La Rocha, ¿quién puede? — preguntó alzando en el aire un periódico local con la noticia "Santiago De La Rocha De Visita".

Sam reconoció ese rostro de una vez; Era Tiago, su amor de instituto.

De una vez alzó la mano para aceptar el trabajo.

Santiago se había hecho un actor famoso, y estaba de vacaciones en la ciudad de Samantha.

El trabajo consistió en ir al hotel de Tiago después de conseguir una invitación, y entrevistarlo. Fue un trabajo muy fácil, y gracias a que Tiago también la reconoció, volvieron a hacerse amigos rápidamente.

Habían preguntas sobre actuación, sobre sus películas, sobre sus contratos e incluso sobre sus polémicas (como la ya tan conocida de que el gran Santiago De La Rocha es alcohólico). Todas y cada una fueron respondidas honestamente por Santiago.

Cuando la entrevista acabó, entre risas y anécdotas, Sam ya estaba saliendo cuando Tiago le agarró de la mano, haciendo que se volteara. Él la besó, y ella devolvió el beso algo sorprendida.

— Quería hacer eso desde quinto. —murmuró Tiago.

...

Un mes de amor, bebidas y periodistas después, se casaron en las Vegas.

Como puede ser fácil de adivinar, lo hicieron borrachos, con un Elvis Presley como oficiador de la boda. A la mañana siguiente se hizo un caos al recordar lo que hicieron, pero decidieron dejarlo así, ya que después de todo se amaban.

Ya que estaban cerca de un aeropuerto, se les ocurrió la mejor idea para hacer la luna de miel (y para derrochar el dinero). Empezaron a viajar por todo el mundo; España, Nigeria, Brazil, Australia, y Bora Bora. Todo era perfecto. Todos los días desayunaban y se besaban. Se despedían y se besaban. Se llamaban por teléfono y se enviaban besos. Cenaban y se besaban, para luego darse un beso de buenas noches.

Cuando volvieron de la luna de miel, saltó la gran noticia: Samantha estaba embarazada con el primer bebé del matrimonio.

Ese fue el primero de cuatro.

Lamentablemente, el cuarto murió a las dos semanas de nacido. Rosa, Sam y Estela -los otros hijos- olvidaron rápidamente al hermanito.

Esa muerte rompió algo en la relación- nunca fue lo mismo.

Se peleaban, rompían, volvían.

Santiago, roto por la muerte de su hijo, empezó a buscar cosas que pudieran llenar el vacío. Lentamente cayó en adicciones de drogas y alcohol, lo cual escondía de su familia fácilmente.

Hasta que una madrugada la familia recibió una llamada de la policía.

Samantha recordaría esas palabras toda su vida. — Su esposo fue arrestado por posesión de drogas. Será enviado a un centro de rehabilitación. —

...

Meses y meses pasaron y Tiago por fin salió del centro. Era un hombre nuevo, el hombre ideal. Pero, secretamente, Tiago había muerto para Sam. Ya no era el mismo obviamente, y eso decepcionó a la mujer; siempre le había gustado la imagen de chico malo que él proyectaba.

Una noche él llegó a su casa más temprano de lo esperado. La casa estaba sumida en un silencio; Tiago asumió que los hijos estaban afuera con sus amigos, ¿pero Samantha? Nunca salía sin avisarle.

Fue directamente a su habitación y abrió la puerta, justo ahí-

— AY MIERDA

— ¿QUÉ CARAJO?

Samantha estaba en la cama, junto a otro hombre desconocido para Tiago. No hubieron otras palabras dichas; sólo emociones. Tiago salió rápidamente de esa casa, aguantándose las ganas de matarlos, y caminó sin rumbo alguno, roto otra vez. Melancólico. Ahí fue cuando decidió volver a su vida de actor.

Pero también decidió volver a la bebida.

Apareció en el lugar de su última audición que pudo conseguir su viejo agente, pero no de la mejor manera. Apareció más borracho que Jack Sparrow, y obviamente no le dieron el papel.

Su última oportunidad se fue rapidísimo.

Mientras tanto, Sam intentó tener una relación estable con su amante, pero no lo logró, ya que el hombre era abusivo.

Antes de que se dieran cuenta, Sam y Tiago volvieron a tener una relación, mucho menos pasional que la primera.

Ambos pensaban subconscientemente que se arreglaron por necesidad, no por amor.

...

— ¡Levanten sus copas! — dijo Sam, emocionado, junto a su esposa. — Un día como hoy, hace 60 años, Santiago y Samantha se conocieron en un camerino y sus vidas cambiaron por siempre. Nació un amor que ni ellos mismos pudieron destruir y hoy los une otra vez en un nuevo matrimonio.—

La segunda boda de la pareja fue más seria que la primera. Como sea, fue divertida.

...

Los últimos años de su vida los pasaron juntos. Se besaban cada que podían y se divertían mucho. Obviamente habían par de peleas semanales. Santiago murió dos semanas después de Samantha, acompañándola al viaje al más allá.

En un camerino (Antología de Escritura Creativa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora