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Hombro y hombro se tocaban, sus audífonos colocados en sus oídos evitaban que uno de los dos (o los dos) se volviera locos.
Sus pómulos marcados se iluminaban solo un poco con la salida del sol a la ventana, pues después de hacer dos malditas escalas, por fin estaban a punto de llegar a su destino.
-¿Mamá no dijo que iríamos de vacaciones a New York?.
Louis se encogió de hombros, quitando apenas uno de sus audífonos.
-Esto no se ve como New York.
William tragó su saliva al ver por la ventana del avión una nada especial costa.
-Aún no terminamos, aquí dice que tenemos que subir a un barco a las 2:00.
Louis volvió a señalar sus tickets.
-Louis, esto no se ve como New York.
Volvió a repetir el Moreno.
-¿Quieres callarte?, lo se, se que esto no es lo que nos dijeron, de todos modos no se porque te sorprendes tanto, mamá siempre miente en todo.
Louis rodó los ojos mientras revisaba su celular, viendo como su madre texteaba preguntando cómo estaba todo.
-¿Y donde estamos entonces?.
William aún veía a la ventana un poco asustando.
-Solo cierra la boca y relájate.
Louis volvió a colocar sus audífonos, mientras contestaba mensajes de su madre y volvía a voltear a ver a su hermano, para asegurarse que aún tenía su típica cara de preocupación.

-Maldita sea.
Louis habló sin cuidado, volteando a su costado viendo como su hermano estaba apoyando sus manos sobre sus rodillas a punto de vomitar.
-Recuérdame jamás subirme a un barco contigo.
William agitó una mano y siguió tratando de controlarse.
Louis volteó los ojos y luego colocó su mano en su frente para poder atajarse de los rayos del sol.
William se paro a su lado, limpiando aún las comisuras de sus labios.
-¿Donde estamos?.
Louis se encogió de hombros.
-No lo se, pero algo me dice que muy muy muy lejos de casa.
-No me digas.
Susurro William con sarcasmo, comenzado a caminar, arrastrando su maleta de tras de él.
-¿Donde pedimos un taxi?.
-Creo que aquí no hay taxis
William volvió a hablar, rascando su brazo descuidada mente, pues no había absolutamente nadie a parte de ellos que fuera turista.
Todos a su alrededor tenían una cara larga, un ceño fruncido que los hacía sentirse incómodos.

-¿Disculpa?.
Louis tocó el hombro de un hombre con un gracioso sombrero.
-¿Me podrías decir dónde queda esta dirección?.
El hombro vio el papel sobre la mano del moreno y asintió.
-Solo tienes que caminar dos cuadras hacia la derecha, sobre la calle de la peluquería, busca el número 23.
Louis sonrió, haciendo que el hombre frunciera el ceño y se girara sin esperar un agradecimiento.
-Que carajos acaba de pasar.
Susurro hacia su hermano, el cual se mantenía cohibido detrás de su maleta.
-¿Es un hotel?.
Louis negó.
-No... es más bien... ¿Una casa?, tal vez una casa de turistas.
William asintió, no sabiendo como sentirse con la idea de estar tan cerca de la orilla del mar.
-¿Nos vamos?.

-Aqui está su contrato y las llaves, disfruten.
Una señora con un vestido anticuado les hablaba con una expresión neutra.
-¿Gracias?.
William trató de sonreír, mientras tomaba entre su temblorosa mano el papel y las llaves. Louis se encontraba viendo la maravillosa vista de su pequeña y adquilada nueva adquisición.
-¿Te vas a quedar ahí o vas a entrar?.
William medio gritó, mientras encajaba la llave en la puerta.
-Ya voy, mamá.
Louis respondió gracioso, haciendo que William rodara los ojos.
-Preferiría estar en New York...
William habló mientras se dejaba caer sobre el colchón de la habitación.
-Deberías de disfrutar, solo estaremos un par de semanas aquí.
-¿Cuantas?.
Louis se encogió de hombros.
-Ve el contrato.
William asintió, mientras tomaba el contrato entre sus dedos, leyendo rápidamente todo, hasta llegar a la parte de abajo.
-Esto debe de ser una jodida broma...
Susurro leyendo una y otra vez el mismo párrafo.
-¿Ahora qué pasa?.
Louis arrebató el papel de las manos de su hermano, pasándose despreocupadamente hasta la parte de abajo, leyendo en voz baja 'dos meses'.
Tomo el celular de el bolsillo de su pantalón, desbloqueando y texteando un agresivo mensaje a su padre acerca de la residencia en este extraño lugar.
-No hay señal.
Louis susurro.
-¿Que?.
William estaba entrando en pánico.
-¡No hay jodida señal!.
William sacó su propio celular y revisó que efectivamente, lo que decía su hermano era totalmente verdad.

-Vamos a morir aquí, sin señal.
Louis se dejó caer al lado de su hermano.
-¿Crees que fue a propósito?.
William habló, después de que los dos se habían calmado un poco.
-Si, ¿Porque piensas que esto fue un accidente?.
William colocó sus manos sobre su cara.
-No lo se.
Louis río.
-Una equivocación total, comprar dos pasajes de avión para un lugar específico con dos malditas escalas y un viaje en bote hasta llegar aquí, no es una coincidencia, Willy.
-No me digas así.
Louis río.
-Estoy seguro que si caminamos por algún lugar, la señal cubrirá nuestros celulares.
William asintió.
-¿Momento de ser turistas?.
Louis se levantó con pereza y alcanzó su gorra, para después ponerla descuidadamente sobre sus revueltos cabellos.
-Vamos.
William asintió, tomando las llaves de casa para guardarás en su bolsillo trasero.

-Hay una tienda de recuerdos justo ahí, deberíamos venir cuando se acaben nuestras vacaciones, ¿no crees?.
Louis volteó los ojos.
-¿Que puedes llevar de recuerdo de un lugar así? ¿Una cabeza de pez y un atún?.
William rodó los ojos y no dirigió una palabra más a su enfadado hermano.
-Ustedes son iguales.
Una niña con cabello castaño trenzado y un pequeño vestido anticuado, habló.
-Bueno... si.
William habló nervioso.
-¿Como se llama este lugar?.
Louis se acercó a la joven niña.
-Eroda, Señor... ¿Porque se parecen tanto?.
Louis se colocó de cuclillas.
-Somos gemelos, somos casi totalmente iguales, tal vez un lunar o dos.
La niña frunció el ceño.
-¿Porque haces eso?.
La niña volvió a preguntar, poniendo su dedo sin cuidado sobre las arrugas bajo los ojos de Louis, que se formaban cuando sonreía.
-¿Sonreír?.
William preguntó y la niña asintió.
-Bueno, se supone que eso haces cuando estás feliz.
-¿Puedo tener una como esa?.
La niña apuntó a la gorra de Louis.
-Puedes cómprate una.
Louis estaba a punto de levantarse cuando la niña tomó su gorra y comenzó a correr sin rumbo fijo.
-¡Oye! ¡Eso es mío!.
Louis trató de alcanzar a la niña pero falló.
-Will, puedes ir a un restaurante, yo... yo te alcanzo luego, tengo que encontrar a esta pequeña ladrona.
-Louis... ella...
Louis rodó los ojos.
-Si, se que probablemente no sabe lo que hace, pero amo mi gorra.
William asintió, mientras se cruzaba de brazos y veía a su hermano alejarse.
-¡Cuídate!.
Gritó un poco, haciendo que Louis volteara a verlo e hiciera un saludo militar.
Solo es un restaurante, nada malo puede pasarme ahí.
Se dijo así mismo, antes de comenzar a caminar a cualquier restaurante que se cruzara en su camino.

Louis estaba frustrado buscando a la pequeña niña en la maldita costa y William estaba sentando en una mesa de un restaurante vacío, viendo el menú con nerviosismo, los dos apuntó de conocer a alguien que cambiaría su vida por completo.

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