Ni en mi sueños me sonríe, la persigo, la busco, evita mi presencia y entre el resto de las almas en pena me oculto para no verla huir.
La veo caminar, veo como se acerca sin siquiera mirar, son sólo fracciones de segundos en los que sus ojos me observan y están fríos, están helados, me piden que me aleje con cada abrir y cerrar, pero no puedo, ya estoy aquí.
Ella siempre fue así, nunca se detuvo, caminaba contorneandose como en pasarela, sus largas piernas atravesaron mi frágil cuerpo y logré sentir el roce de su mano tibia, sé que ella también lo sintió y sentí su suspiro, le susurré que volvería cada día para verla de lejos, estoy seguro de que escuchó, se detuvo un momento aunque detrás de mí él la estuviera esperando.
