1# Los cinco elegidos

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Charlie despertó en la más fría oscuridad.

No veía ni tan siquiera su propia mano frente a sus ojos. Se levantó del suelo mientras su espalda crujía y sus rodillas entumecidas se estiraban. Se encontraba solo, según lo que creía, lo extraño es que no se sintió aterrado más bien se lleno de curiosidad al recordar que no estaba en su casa "realista".

¿Por qué realista? Porque era como la típica casita de cuento de hadas, solo que esta se caía a pedazos en el frío invierno, como usualmente es la vida. Se ladeaba y sus cuatro abuelos vivían metidos en una sola cama, sí la casa decidía sucumbir... sería una completa desgracia.

Toco su barriga mientras se sentaba de nuevo en piso de cerámica, bueno al menos Charlie creía que era de cerámica. Se acordó que su última comida había sido el mínimo pedazo de pan con margarina que quedaba. Sin embargo el no tenía hambre, se sentía con fuerzas como si la hambruna nunca hubiese tocado su morada.

Su respiración se volvió pesada, Charlie creyó estar soñando, así que decidió explorar. ¿Cuándo un sueño a lastimado a alguien? No tenía que temerle a la oscuridad de su mente, pero de repente no se sintió tan solo.

Una tos. Suave y femenina. Charlie la siguió con su oído y tropezó con una persona. Se habían golpeado de frente. Charlie en sus 19 años de vida, nunca le había hablado a una chica que no fuese su madre o sus dos abuelas. Así que al sentir la figura de la mujer se sintió nervioso, sus manos empezaron a sudar y su voz se torno un hilo agudo.

— Lo siento, dijo Charlie con los nervios de punta, el miedo al fin lo había llenado.

— No... no importa, respondió la voz femenina.

— ¿Quién eres?, le preguntó Charlie dudando sí quería saber realmente la respuesta.

— Violet Beauregarde.

— ¿Por qué mascas chicle?, le preguntó Charlie creyendo que ella se trataba de un producto de su imaginación.

— Es un record. Tres meses mascando este chicle, mis padres y yo vivimos de esto. Mi madre tiene algunos reconocimientos por ser porrista, pero ha decaído mucho. Ahora casi me ahogo por mascar dormida.

Antes que Charlie pudiese responderle, una luz blanca se encendió sobre ellos. Charlie pudo observar a la joven de cerca. Podría medir 1.50, su cabello rubio estaba alborotado, vestía de acuerdo a la época de los ochenta. Sus ojos azules miraron a Charlie, al principio con deseo pero al bajar por su ropa, se dio cuenta de que él era pobre. Hizo una mueca de compasión, mirando a Charlie con una sonrisa inocente.

Otra luz se encendió. Un joven rellenito de tal vez unos 17 años se levantó del piso. Sus ojos pequeños miraron a Charlie y a Violet con desdén. Pero luego comprendió que se hallaba en un lugar desconocido y que ellos podrían serle de ayuda. Se acerco dando fuertes pisadas y los miro a ambos.

— Mi nombres en Augustus Gloob. ¿Qué rayos hago aquí?

— Mi nombre es Charlie y ella es Violet. Acabamos de despertar y no tenemos idea de nada.-

— Supongo que lógicamente debemos permanecer unidos, dijo Violet.

Ella observo el cuerpo abultado de Augustus. Sintió pena por él y se prometió que apenas supieran que sucedía, le ayudaría con una rutina personal a bajar de peso.

Una tercera luz se filtro en el ambiente y un joven con una camisa del Llanero Solitario se levantó del piso. Miro su celular que carecía de batería y lo guardo en su bolsillo. Observo a los jóvenes que estaban frente a él. Les hizo una mueca de disgusto.

The Wonka's GameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora