Frío en la cumbre

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En un día frío, un chico toca la guitarra en lo alto de las montañas solitarias. El viento inspira sus notas, mientras que la vista montañosa mantiene sus ganas. Tocaba no solo para sus propios oídos, sino para que resonase en todo el valle. Desde lo más alto de la montaña, tenía una gigantesca vista a su alrededor. Ya sea hacia las praderas planas y ligeramente sinuosas o los cañones por los cuales el agua pasaba, sentía que todo sitio al que su música llegaba tenía vida, y que la montaña gozaba tanto como él. Se sentía sublimemente inspirado.

Extrañamente, vio cómo el cielo nublado, que teñía todo el paisaje hasta el horizonte de colores apagados, se abría sobre él para dejar pasar la luz, rodeando su cuerpo y una parte del césped que pisaba, haciéndolos lucir más radiantes. Cerró los ojos, y siguió tocando hasta que la luz se volvió sumamente intensa. Un resplandor casi cegador lo envolvió, pero se empeñó en seguir tocando. Al terminar, sintió que la brisa se detuvo. Sintió que la luz quitaba el frío de su cuerpo, y al abrir los ojos se encontró con lo que parecía ser una mujer bien vestida. Vestido largo y rosa, pelo corto y lizo, una cara gentil y joven y una piel pálida eran lo que llevaba.

El chico estaba bastante perplejo. Sentía que era la persona para la que tocaba sin saberlo, como si todo el valle hubiera cobrado vida a semejanza suya. La mujer, sin decir mucho, sonrió y se sentó en una roca.

–¿Podrías seguir tocando, por favor? –Dijo. – Me encantaría seguir oyéndote.

Un poco nervioso, el joven empezó a tocar suavemente. Ahora bajo una presión mayor, parecía atascarse cada vez que intentaba tocar algo. La mujer se vio extrañada ante esto. La brisa soplaba nuevamente, y la luz permanecía en su trozo de la montaña.

La mujer se levantó suspirando, y vio hacia el paisaje.

–Pensé que venir acá te animaría a seguir tocando, pero ahora pareces más nervioso que antes. ¿Por qué? Pensé que ibas a disfrutar que hubiese alguien escuchándote.

El chico se quedó en silencio unos segundos. Luego se sentó en una roca frente a ella.

–Es que, verás, eres demasiado preciosa para que yo lo pueda tolerar... no siento que lo que estoy tocando sea digno para alguien como tú, incluso si me dices que te gusta. Yo prefiero que me oigas desde más allá, así no siento tanta vergüenza

–¿Y por qué has de sentirte apenado? ¿Acaso no has estado tocando para todos nosotros todo este tiempo? –Respondió.

–Supongo, pero nunca los he visto en persona. No siento que pueda tocar frente a ti si yo te puedo ver, no sé cómo expresarlo...

La mujer simplemente volteó los ojos, y respiró profundamente. –Escucha. Del mismo modo que cantas para todo el planeta, puedes cantar para una sola alma. Yo realmente te quiero oír, y quiero volverme tu amiga. Solamente ten confianza, ¿sí? Tal vez sea fácil decirlo, pero es lo que hay.

El chico se negó en silencio a responderle algo y se quedó mirando hacia abajo. Entonces, ella pensó: –Creo que se por qué te apena tanto tocar para mí específicamente. ¿Sientes que no va a ser suficiente para mí porque me crees valiosa? De algún modo puedes tocar a todo un paisaje, pero no a mí.

–Algo así... –Dijo el chico.

–Pues entonces, solo toma en cuenta esto. Ya sea que quieras tocar para alguien o esa persona quiera que toques para ella, ten en cuenta que mereces sentirte orgulloso por tu guitarra. Es algo que debes mostrarle a todo mundo, y sería prácticamente un castigo no oír lo que haces. Incluso quienes no lo noten están esperando a escucharte. Y adivina qué; yo quiero oír cómo tocas, pero tocando bien. ¿No es eso grandioso? –Sonrió mientras le acariciaba la cabeza brevemente.

–Ahora, si necesitas algo de tiempo, relájate. Siéntete orgulloso, y no pienses en que haya rey o Dios alguno al que no puedas alcanzar.

Después de tanta charla, el chico se puso a pensar. Entró en su casa un rato, de la cual se podían escuchar las cuerdas de la guitarra. Una hora después, salió y se posó sobre el halo de luz dibujado en el suelo. Empezó a tocar, y con la mujer viéndola atentamente, siguió y siguió en contra de su presión y temblor. Tras haber tocado completamente, la luz se volvió más intensa. Oyó a la mujer al lado de ella decir:

–Me enorgulleces.

Después de eso, dijo:

–Ahora, mira a tu alrededor. Siempre que me necesites, estaré contigo. Espero lo mismo de ti.

Después de recuperar la vista, vio alrededor y se dio cuenta de que la mujer había desaparecido. Vio a su alrededor, y se dio cuenta de algo grandioso: todo el valle había recuperado por completo la luz. El cielo estaba despejado, y las nubes ahora eran completamente blancas. El mundo había recuperado la luz de su talento. 

Frío en la cumbreWhere stories live. Discover now