CAPÍTULO 1

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El amor nos mueve, nos motiva a hacer lo imposible, nos da fuerzas para romper cadenas y derribar muros. Es la más poderosa y por ende la más peligrosa, mortal, un arma de doble filo, fácilmente manipulable. Puede hacerte invencible como débil. Amar es jugar con fuego.

Muchos relacionan el amor con el pasado, con la magia y la ambición. Héroes que hicieron todo por amor, mujeres que se volcaron al cultivo oscuro por celos o pérdida, hombres que volvían a los mares para escuchar el canto de las sirenas una vez más. Todas terminan en tragedia, pero hubo un momento previo a la oscuridad donde todo fue hermoso.

Hay mitos sobre las sirenas, demasiados para recordar, pero los suficientes para temer. Algunos dicen que las sirenas son seres hermosos y amables que ayudan a los marineros a llegar a su destino, otros dicen que ese destino en realidad es la muerte. Algunos dicen que las sirenas son bastardos de reyes que se acostaron con prostitutas, o que cometieron zoofilia después de estar tantos años apartados de la civilización. Pero nadie conoce la verdad.

Las sirenas y tritones son la creación de Neptuno, amo de los mares que pasea en sus dos delfines por el océano con total libertad y poder. Él controla los mares y es el responsable de la desaparición de más de mil barcos a lo largo de los años. 

Los mitos son ciertos hasta un punto, pero no significa que todos saben la verdad. Los seres marinos son apreciados por su belleza e hipnótico canto, aunque no es esta su única arma letal. También usan el silencio para atacar al humano, debido a que no son capaces de soportar el hecho de ser ignorados se vuelven locos y caen en una trampa, convirtiendo al silencio en un ataque mortal y valioso. 

Además otro mito que es verdad trata de la insensibilidad de las sirenas y tritones. Muchas habían atrapado a los marineros y los habían asesinado usando sus huesos como joyas y su carne como comida. Si bien ellos buscan el amor mortal para conseguir la vida eterna, desde que el humano se aisló del mundo al anochecer su corazón se endureció y aquellos pocos seres marinos que antes amaban se hicieron insensibles y crueles. Considerando al humano un ser frágil y vulnerable, despreciandolos totalmente.

La última sirena que amo de manera incondicional fue NaYing. Después de ver a un humano por primera decidió que su corazón le pertenecía a él, Joshua Abraham Norton también conocido como Su Majestad el Emperador Norton I. Ellos estuvieron juntos muchos años y gracias a su amor NaYing alcanzó la vida eterna. Cuando su hijo nació viajó hasta América para mostrarle al Rey el fruto de su amor -para así demostrarle que a pesar de todos los percances ellos realmente podrían vivir juntos-, pero el Emperador Norton I ya se había casado y abandonado totalmente la idea de vivir con una sirena. Si bien ella tenía la posibilidad de tener piernas humanas Abraham admiraba como se balanceaba en el agua, y jamás sería capaz de pedirle que abandonará todo eso por él, por más que ahora tuviera un hijo con la mujer que amaba sabía que era imposible para él estar con NaYing.

Con el corazón herido volvió a los mares cerca de Asia. Ahí con sus poderes creó un pequeño collar de concha que le regaló a su hijo. Este sería un limitador de sentimientos, un filtro. Dejaría que sea feliz, pero le impediría amar como ella lo hizo con el Emperador. 

NaYing amaba tan profundamente al Emperador que le fue imposible odiarlo, si bien ella sabía que no podrían estar juntos estaba tan cegada por su enamoramiento hacia el humano que no vió lo que realmente estaba ocurriendo. Él nunca mostró indicios de ambición como otras personas, siempre la mantuvo oculta para que nadie la capturara y la protegió con su vida, ella vió en eso un acto de amor -y no estaba equivocada- pero como humano también debía asumir su responsabilidad con los demás y nunca podría lograrlo con un ser marino.

  

Después de quedar sola y con el corazón roto ella temía que su hijo pasara por lo mismo. El destino podía ser cruel, y aún más si tú vida eterna te condenaba a repetir ese dolor una y otra vez hasta el cansancio.

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