Aguas Profundas

CAPÍTULO 2

Multimedia: Ahí tenemos al biólogo marino Gong Yoo.

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La noche ya había transcurrido y los rayos de sol cortaban la oscuridad para dar un saludo a los valientes marineros, que habían dado hasta su último aliento para remar antes que otra tormenta de desatara. 

Al desconocer las tierras todos se habían mantenido lo más lejos posible del bosque y construyeron un campamento improvisado en la arena. A medida que avanzaba la noche se habían prometido turnos de patrullaje para que nadie estuviera más tiempo despierto de lo necesario. Lo que ninguno de los marineros de percató es que su líder -el príncipe Wang Yibo que se había encargado a sí mismo el peso de buscar la cura- estaba tan aturdido por lo sucedido en el agua que era incapaz de sentir sueño, siendo el agotamiento era algo ajeno a él. A pesar de todo el esfuerzo tanto físico como mental que lo había impulsado a llegar a la pequeña isla le fue incapaz juntar las pestañas, la fuente de su adrenalina era un mar inagotable que aún lo mantiene activo a pesar no estar haciendo nada. 

-Su Alteza -escuchó una voz acercarse.

Después de que todos se durmieran Yibo se había sentado sobre una pequeña roca ubicada sobre la orilla -aunque lo suficientemente alta para no mojarse- admirando el mar, recordando una y otra vez como un disco trabado a esa excéntrica criatura que lo había salvado. 

La visión de una cola larga y brillante, a pesar de la oscuridad de la noche, aún latía en su psiquis incapaz de borrar ese recuerdo. Rememorando haberla tomado con fuerza y como está tembló en sus manos. Era sorprendentemente blanda al tacto pero las escamas lucían como cuchillos letales y resplandecientes. Pero no era eso lo que lo aturdía, podría decir que lo visto fue una simple cola de pez normal y ante su desesperación por respirar lo había hecho alucinar. 

-Su Alteza -repitió la voz detrás de él. 

Pero en el momento en que vió la sombra de un cuerpo hundirse su cuerpo reaccionó antes que su mente. Su mano se hundió para después sentir el contacto helado de otro cuerpo, y antes de plantearse que solo era otro hombre de su tripulación que estaba siendo el rescatista se vió una vez más arrastrado al mar. Lo correcto sería enojarse por la ineptitud del ajeno, ¿pero cómo podría uno reaccionar cuando tienes ante tus ojos a una persona desconocida? Por un momento se planteó que había sido rescatado por otro grupo de marineros, y tan rápido como la idea se cruzó por su cabeza perdió fuerzas al mirar al sujeto ante el con mayor detalle.  La cola que antes había tomado como única forma de aferrarse a la vida ahora se movía ante él una vez más.

-¡SU ALTEZA! -esta vez el grito vino sobre su oreja sacando al príncipe de sus pensamientos de manera brusca. -¡Disculpe! Pero llevo llamándolo desde hace rato y no me hacía caso -se excuso al recibir una mirada furiosa de Yibo. 

-¿Qué necesita Doctor Gong? -hablo Yibo, su tono no ofrecía la oportunidad de que evadiera su pregunta. 

-No soy doctor… -murmuró por bajo, siendo su voz tapada por el sonido del mar. 

Gong Ji Cheol, recibido con el título de biólogo marino es reconocido por todos debido a sus libros en los que habla de la vida debajo del mar, siendo el responsable de encontrar y analizar a casi veinte especies nuevas. Incluso mientras aún era un adolescente que agarraba un pez pequeño para analizarlos bajo la lupa tuvo la oportunidad de viajar por todo el mundo acompañando a marineros desde el occidente al oriente. Pero como toda mente brillante también hay un toque de locura en él. Después de escuchar cuentos nocturnos a la luz de la fogata, donde narraban que hubo una vez un emperador que se enamoró de una sirena hace cien años, todo en él deseaba encontrar esa sirena. No sabía cómo sería la esperanza de vida para una mujer mitad pez, pero si las hipótesis son ciertas ella tuvo un hijo, aunque ese niño ya debía tocar los cien años lo más probable es que también haya procreado.