《Amor, necesitas amor》, las palabras de Tinkerbell resonaban en su cabeza una y otra vez, al igual que ella misma diciéndose que esto era una muy mala idea. Regina no se creía capaz de amar otra vez y mucho menos a alguien que no fuera Daniel, estaba convencida de que él había sido, y sería, su gran y único verdadero amor. Sin embargo ahí estaba, a punto de entrar a esa taberna en la que se encontraba su supuesta alma gemela.
Abrió la puerta y reprimió todas las ganas de salir corriendo, dio un paso adentro y de inmediato muchas miradas se voltearon hacia ella, sin embargo la reina tenía todavía su vista fija en él, el hombre con el tatuaje de león, que tenía una espalda ancha y bien trabajada cubierta por una camisa blanca y cabello de un color castaño claro casi rubio. Pero definitivamente lo que más llamó su atención vino cuando él se dio la vuelta y sus miradas se cruzaron. Por poco se queda hipnotizada por aquellos intensos ojos de color azul, aún así encontró la manera de apartar la vista después de un par de segundos y se dirigió a la barra. Definitivamente no tenía idea de que hacer o que decirle.
Robin no le quitó la mirada de encima, estaba seguro de que acababa de contemplar a la mujer más hermosa del mundo, de largo cabello oscuro, ojos color chocolate y una sonrisa que podría iluminar una habitación entera. Se levantó de su asiento y se disculpó con sus amigos, que lo miraron divertidos cuando vieron que se dirigía hacia esa bella y enigmática mujer que recién había entrado y que seguramente le había robado el aliento.
— Milady, ¿le puedo invitar un trago? — le preguntó educadamente y sonrió.
Fue aquella sonrisa y los hoyuelos que se formaron en sus mejillas lo que casi hace que ella se derrita ahí mismo.
— Por supuesto — le respondió Regina con una sonrisa algo tímida, no podía negar que aquel hombre era muy apuesto y el saber que él era su alma gemela la ponía muy nerviosa — gracias... — dijo esperando que dijera su nombre después de que él sirvió los tragos y se sentó acomodándose a su lado.
— Robin — sonrió —. Hood — añadió después de una breve pausa.
La reina intentó ocultar su cara de sorpresa sin tener mucho éxito, no podía creer que estaba frente al hombre hacía pasar dolores de cabeza a su marido durante el últimos tiempo. El hombre del que venía escuchando desde que llegó al palacio hacia casi un año y que cuyo rostro era desconocido para la nobleza debido, principalmente, a que era protegido e incluso alabado por el pueblo.
— Sí, el ladrón — siguió al darse cuenta de que la joven había reconocido su nombre —. espero no haberte espantado.
— No, para nada — negó con la cabeza rápidamente —. Si eres como una leyenda, un héroe para toda la gente y no dejan de hablar de ti en el palaci... — se dio cuenta de que había hablado de más demasiado tarde.
Los ojos de Robin al instante estaban alerta, nunca había sido muy cuidadoso al dar su nombre (aunque más bien ese era el seudónimo que utilizaba desde que empezó a robar) porque siempre recibió la ayuda de la gente, y la aristocracia no solía pasearse por esos lados.
— ¿Palacio? — preguntó estrechando sus ojos como si no hubiera escuchado bien, aunque estaba seguro de que había escuchado perfectamente.
Regina cerró los ojos suspirando, definitivamente ya había metido la pata.
— Sí, yo... yo trabajo ahí — mintió.
No podía decirle que en realidad era la reina, pensó que si se lo confesaba él no confiaría ni querría saber nada de ella, además Robin Hood tenía la reputación de detestar a los miembros de la nobleza, en especial a los reyes dado que estos se quedaban con la mayoría de las riquezas del reino. Regina sabía lo injusto que era eso, sin embargo no era como si pudiera hacer algo al respecto, su opinión no tenía ningún valor en la corte, era la reina pero la reina de nada. Tampoco podía ignorar el hecho de que si alguien sabía que ella estaba ahí y el rey se entaraba, seguramente estaría muerta o recibiría algún tipo de cruel castigo.
— ¿Trabajas para el rey?
— No... bueno sí — para ese entonces el rostro de Robin estaba lleno de confusión — pero no le tengo ningún aprecio, es más creo que lo que tú haces es admirable, jamás te delataría — al menos esa parte era verdad, pensó —. Y en realidad trabajo para la reina, soy una de sus doncellas — siguió mintiendo descaradamente, sin embargo vio como él se relajó un poco con eso.
— Así que para la reina ¿eh? — tomó un sorbo de su cerveza —. Dime ¿Es tan bella como dicen los rumores?
La verdad era que la nueva reina era un misterio para la mayoría de los habitantes de Misthaven, sólo la había visto la poca gente de clase alta que habrían sido invitadas a la boda y las personas que trabajaban en el palacio.
— Bueno, la verdad no creo que sea para tanto.
— Yo tampoco creo que sea para tanto — hizo una pausa y la miró a los ojos —. porque estoy seguro de que acabo de conocer a la mujer más hermosa de todas.
Las mejillas de ella se encendieron levemente por el cumplido, se acomodó el cabello detrás de la oreja y rio por lo divertida de la situación.
— Una mujer la cual, por cierto, aún no sé su nombre — retomó él.
— Soy... — obviamente no podía usar Regina, puede que no conocieran su rostro pero seguramente conocían su nombre, así que dijo el primer nombre que se le vino a la mente —. Roni.
— Encantado de conocerte, Roni — dijo levantando su vaso para brindar y luego ambos tomaron de sus tragos.
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Daban las tres de la mañana en el reino de Misthaven y Robin junto a Regina seguían en aquel lugar, ni siquiera habían sentido las horas pasar con la conversación, las risas y los pequeños coqueteos. Habían tomado otro par de tragos pero definitivamente no lo suficiente para emborracharse. Regina no recordaba haber estado tan feliz en mucho tiempo y Robin no podía creer que apenas se acababan de conocer porque conectaron tan rápido que sentía como si la conociera de años. Había algo enigmático que lo intrigaba de esa mujer, y no, no era solamente su belleza, era todo de ella: la manera en que hablaba y se movía, la manera en que lo miraba, su risa y su sentido del humor. Le sorprendía porque nunca le había pasado algo así, pues tuvo un par de relaciones serias cuando era más joven, pero el resto había sido sólo sexo casual. Sin embargo con Regina (que para él era Roni) sentía algo diferente, algo que no había sentido nunca, aunque no sabía muy bien qué era.
— Disculpen — se acercó una de las jóvenes que trabajaba en el lugar —. Pero ya vamos a cerrar.
Ellos asintieron y se dirigieron a la salida.
— Bueno, ha sido un placer conocerte, Robin — dijo Regina una vez afuera de la taberna.
— El placer ha sido mío, milady.
Y ambos se perdieron el los ojos del otro nuevamente, pero después de unos segundos la reina se encontraba mirando la boca de él, no lo pensó más, lo tomó de la camisa acercándole a ella y lo besó. Robin se sorprendió por un segundo, mas respondió al beso casi al instante.
Se besaron suave y dulcemente hasta que el aire les hizo falta, sus corazones latían con fuerza y sus cuerpos parecían que habían recibido oleadas de electricidad.
— ¿Te acompaño a casa? — le preguntó Robin una vez pudo recuperar el habla.
— No es necesario.
— Podría ser peligroso, el palacio queda algo lejos — insistió.
— Voy a estar bien, no te preocupes — sonrió para tranquilizarlo.
Y él no pudo con esa sonrisa, fundió sus labios con los de ella por segunda vez, esta vez con un poco más de intensidad.
— ¿Cuándo te veré de nuevo? — preguntó el príncipe de los ladrones.
— No lo sé — respondió sonriendo coquetamente y caminando con lentitud hacia atrás.
— ¿Puede ser mañana?
— Está bien — pensó que debía aprovechar esa semana que tenía libre ya que el rey y su insípida hija estaban de viaje por lo que le sería más fácil salir sin ser vista del castillo.
— ¿Mismo lugar?
Ella asintió y ambos partieron por diferentes caminos pero con una idéntica sonrisa boba en el rostro.
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Outlawqueen Love Story
FanfictionRegina decide entrar a la taberna y conocer a su alma gemela, quien resulta ser nada más y nada menos que Robin Hood, el famosísimo ladrón que es buscado por su esposo el rey y toda la guardia real. Ambos sienten una conexión al Instante, sin embarg...