Cifras.

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Una parte de mi sabía que ya no me pertenecía, así como otra deseaba alejarse de ti.
Rosario comenzó a atender el té de las once, está casi segura de que estoy en estado de ebriedad, no la culpo, desde que desconozco quién soy el alcohol me a refugiado en sus aciagos momentos.
Me llamo Victoria, tengo 32 años, una hija perfecta de 10 y un marido amoroso y trabajador de 37, un perro, una casa, dos autos y una sirvienta. Al final si retomamos todo, solo son cifras, unos centavos, una vuelta a todas partes menos al lugar del que se partió.
Hace unos días encontré una rosa, estaba tirada debajo del sofá de Antonia, mi hermosa hija. Jamás sería capaz de examinar su alcoba, solo que en esta ocasión me pareció escuchar algo adentro. Gracias a esa rosa ahora estoy aturdida, ofuscada e inclusive impetuosa.

Somos Rosas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora