Historias De Parejas Asesinas

02 Susana La Bruja

  Habíamos estado casados ​​por muchos años.  15 ?, 18 ?, sé que estábamos enamorados, entusiasmados con el primer amor juvenil.  Pero todo era rutina, todo ya estaba cansado, sin querer, sin mirar, me enamoré de Samantha, mi amada "Samy", una compañera de trabajo.

  Samantha inyectó vitalidad en mi aburrida vida, hicimos el amor siempre que pudimos con la emocionante situación de que en algún momento podrían encontrarnos atrapados como perros en el baño, en la oficina, en el estacionamiento, donde quisiéramos.  Conté las horas en casa para ir a trabajar, nunca me cansé de estar con ella todo el día.  Por la noche, pasaba largas horas en el baño escribiendo mensajes de amor iluminados por mi teléfono celular.

  Obviamente, este comportamiento mío no pasó desapercibido para mi esposa Susana, quien una noche de repente entró al baño y me encontró masturbándome, sacó mi teléfono y vio las fotos "calientes" que Samantha me había enviado.

  Como era de esperar, se puso histérica, tiró mi teléfono celular al baño, me golpeó, lloró, gritó, pero dejó en claro que nunca, nunca me iría porque en su familia no había divorcio, las mujeres sufrían el estoicismo "Cuernos" que usaban sus maridos.  pero nunca los dejaron, y ella no sería la primera.

  No tenía nada que perder, Susana y yo no teníamos hijos para poder separarnos sin problemas.  Así que le advertí que al día siguiente, cuando llegara a casa del trabajo, él tomaría mis cosas y me dejaría.

  ¡Ya veremos eso!  Fue la aguda respuesta de mi, aún, esposa.  Debo admitir que me sentí un poco asustado;  Sabía que no sería una pelea fácil.  Fui a la habitación, agarré una sábana y me fui a dormir al sofá cama de la sala de estar.  Bueno, para tratar de dormir, ya que estaba rogando que me despertara rápidamente para darle a Sami la buena noticia: podríamos estar juntos para siempre.

  Cuando el día comenzó a aligerar, me di una ducha y fui a la habitación para encontrar la ropa que me pondría e ir a la oficina.  Por cierto, se me ocurrió que Susana no estaba allí, no sentí su partida y pasé la noche despierta.

  Llegué a la oficina y lo primero que hice fue buscar a Samy.  Cuando la vi, la abracé con fuerza y ​​la llené de besos.  Le di las buenas noticias.  Ella sonrió  "Ahora podemos estar juntos", le dije, "¡para siempre!"

  Al final de la jornada laboral me fui a casa, empaqué mi ropa y lo más importante, Susana estaba en la habitación, solo me vio sin decir nada.

  "Creo que terminó así", dije con seriedad, "pero esta es la vida, el amor que habíamos terminado".
  "Lo siento también", murmuró Susana con increíble serenidad, "pero te garantizo que volverás a casa, nunca, nunca te vayas de aquí".
  - Que no voy a hablar de Susana, es una decisión que ya se ha tomado.
  - No voy a hablar de "amor", hasta pronto.

  Empaqué mis maletas en el auto y salí, debo confesar que la actitud de Susana, su tranquilidad, su postura, su seguridad de que volvería otra vez me inquietaron.
  Ya con Samantha, dejé las bolsas en la sala de estar y fui a la habitación, nos besamos como locos e hicimos el amor como animales salvajes, después de horas de debate nos quedamos dormidos.  Después de un rato, me desperté inquieto, me faltaba el aliento, la desesperación, la opresión en el pecho, el deseo de escapar.

  - ¿Qué tienes tigre? 
Samy me preguntó: "¿No puedes dormir?"
  "Me voy", dije intrigado, "no puedo estar aquí".
  - Pero ¿y tú?  - preguntó Samantha sentada en la cama - ¿a dónde vas ahora?
  "A mi casa", le dije bruscamente, "donde no debería irme".

  Sin saber por qué, sentí la urgente necesidad de irme a casa.  Mientras conducía a alta velocidad, estaba bañado en sudor, a pesar de que el amanecer era muy frío;  Sentí inquietud e inquietud que no podía entender y que solo despegó cuando abrí la puerta de mi vieja casa y entré.

  Fui a la habitación, me acosté en la cama y cerré los ojos.  Sentí absoluta paz y tranquilidad.

  "Te lo dije", dijo Susana, "nunca saldrás de aquí".
  A la mañana siguiente, tuve dificultades para convencer a Samy de que no volvería a suceder.
  - No eres un niño pequeño - me dijo extremadamente enojada - que quiere volver con su "madre" el primer día que salga de casa, eres un hombre, ¡compórtate como tal!

  Por la noche, Samantha y yo volvimos a su casa.  Cenamos y nos fuimos a dormir.  Después de un rato, me desperté asustado, sentí un ahogo, una opresión en el pecho, un gran deseo de ir a mi antigua casa.  Intenta ignorar ese sentimiento extraño, pero él era mayor que yo, comencé a sudar como loco.

  - ¿Qué te pasa?  - Samantha me preguntó: - ¿Te iras como ayer?
  "No sé qué me pasa, Samy", le dije al levantarme y vestirme, "solo sé que debería ir a mi casa".
  - ¿Qué demonios te pasa?  - gritó Samantha - entonces, ¿por qué demonios te mudaste aquí? ¡Veto dónde está tu esposa y nunca vuelvo!

  Tampoco entendí lo que estaba sucediendo, pero al no estar en casa por la noche, sentí una desesperación, una especie de asfixia, un loco deseo de ir allí;  Estaba segura de que Susana tenía algo que ver con eso, quién sabe qué me había hecho la maldición de la brujería.

  Cuando llegué, la vi sentada en la sala de estar con la luz apagada, la habitación tenuemente iluminada por la luz de las velas, se veía muy hermosa y sensual, con una lencería negra que me enloqueció, estaba tomando una copa de vino.

  "Sabía que volverías esta noche", dijo mientras se acercaba a mí y comenzó a acariciar mi pecho.

  Me sentí borracho con ese aroma, sentí su voluptuoso cuerpo alrededor del mío, su pierna tocó mi miembro ya despierto, dejó el vaso sobre la mesa y comenzó a quitarme la camisa mientras me besaba, jugaba con mi cuello,  lentamente comenzó a besarme y bajar a mi ombligo.  Me temblaban las piernas, sus caricias húmedas me pusieron en mil, lentamente me desabrochaba el cinturón, pero recordaba a Samantha, mi Samy, así que la tiré violentamente hacia atrás.

  "¡Dime lo que me hiciste, maldita bruja!"  - Grité con orgullo que no sabía- Salí de la casa para no verte, pero no puedo alejarme de aquí, siento que me ahogo, ¡muero cuando estoy lejos de esta casa!
  "Te dije", respondió con serenidad impresionante, "que nunca saldrías de casa, no complaceré a la maldita perra con la que me verás derrotada".
  "Pero, ¿por qué quieres tenerme a tu lado?"  - pregunté avanzando hacia ella y agarrándola por el cuello - ¡No te amo !, dime ¿qué demonios me hiciste ?, ¿por qué no puedo salir de casa?
  "Ataré un par de zapatos, los más viejos, y los enterraré", me dijo Susana con dificultad, "para que nunca salgas de la casa hasta que estén desenterrados".
  "¡Dime dónde deberían sacarlos de allí!"  Grité mientras apretaba su cuello con fuerza "¡Dime o te juro que te mataré!"

  Si no fuera porque tomó fuerzas de mí, no sé dónde demonios estaba y me pateó en mi miembro juro que la habría colgado, estaba tan cerca de la felicidad con Samy y debido a la maldita brujería que no podía escapar de la casa.

  Cuando me recuperé del dolor, la agarré por el cuello nuevamente, exigiéndole que me dijera dónde había enterrado mis zapatos, tuve que quitarlos para romper este hechizo.

  En la pelea, varias velas cayeron al piso, la alfombra comenzó a arder, pero era mi deseo terminar con Susana porque no me importaba el fuego.

  Después de unos minutos, cuando la casa se convirtió en una gran hoguera, seguí apretando el cuello de Susana, a pesar de que dejó de respirar durante mucho tiempo.  Cuando quise reaccionar, sentí que el techo de la casa se derrumbaba sobre mí.  A lo lejos, escuché la sirena de fuego, los gritos de los vecinos, el olor a carne quemada, un intenso ardor en el cuerpo ...

  Cuando apagaron el fuego, encontraron ambos cuerpos;  Susana y la mía, lo más inusual es que nunca podrían levantar mi cuerpo.  Por más que lo intentaron entre varios hombres, incluso con una grúa, no podían levantarla, era como si yo fuera un soldado en el piso de esa casa en ruinas, tanto que decidieron dejar mi cuerpo allí y cubrirlo con limón.
  Lo aterrador es que las ruinas de la casa todavía están humeantes, aunque ha pasado el tiempo, y los vecinos ni siquiera quieren ir allí porque juran ver a mi espectro buscando por todas partes los zapatos enterrados por mi "querida esposa".

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