¿Y cómo es él?

Parte 2: Vas a ser la más bonita de la fiesta.

El tránsito es insoportable. Miro mi reloj y me doy cuenta que voy 20 minutos atrasada. Mientras mi chófer busca una ruta alterna, observo el caminar de la gente sobre la acera de la gran avenida. Una chiquilla, apenas adolescente, se acerca a un par de turistas para ofrecerles dulces que vende, a unos cuantos metros de ella una mujer, quizá su madre, expone, con una manta en el suelo, sencillas artesanías. Y al mirar aquello, mi mente viaja 13 años atrás cuando otra adolescente ofrecía billetes de lotería en un parque, mientras su madre servía mesas en un sencillo restaurante. Un recuerdo que ya me parece tan lejano y, a veces, como si no hubiese existido.

-Señora, hemos llegado- La voz del chófer interrumpe mis pensamientos.

Subo al último piso del moderno edificio donde se encuentra la oficina principal de JC Company, llamada así en honor del apellido Carvajal, mi nombre y su apellido. Un suspiro profundo sale de mi pecho al pensar en ella, al recordar todo lo que fuimos, o más bien, todo lo que yo fui con ella.

El vibrar de mi celular me saca de mi ensimismado estado. Una llamada de Renata.

-Hey, ¿cómo vas? ¿Entonces confirmada la cena de hoy a las 7:00 ?- Me pregunta mi concuña con una voz serena.

-Sí, por supuesto. Necesito hablar con alguien, ya no lo soporto más.- Digo roncamente mientras aprieto con fuerza el celular.

-Bien, hasta la noche - Se despide al tiempo que saludo con una inclinación de cabeza a mi secretaria, y giro el pomo de mi oficina en donde me esperan los dueños de dos fábricas estadounidenses que producirán mis diseños si es que logro ese contrato para mis boutiques en Madrid.

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La agotadora tarde llega a su fin. En la camioneta solo se escucha el ligero rumor de la radio que escucha mi chófer. Estamos por llegar a la casa de Renata y Guillermo. Me he asegurado que esta cena fuese en un día que mi cuñado no se encuentre en su casa. No quiero ningún intruso para mi confesión de ésta noche. Una confesión que quema mi pecho y aturde mi mente. Mientras reviso los últimos mensajes, el rumor de una melodía llega a mis oídos.

Arréglate mujer, se te hace tarde,

Y llévate el paraguas por si llueve

Él estará esperando para amarte

Y yo estaré celoso por perderte

Y abrígate, te sienta bien ese vestido gris.

Sonríe que no sospeche que has llorado.

Y déjame que vaya preparando mi equipaje.

Perdóname si te hago otra pregunta...

-Señora Carvajal, hemos llegado a tiempo esta vez- La voz gruesa interrumpe la canción de la radio - ¿Se encuentra bien?- Me pregunta y no entiendo el por qué.

Observo su mirada por el retrovisor, y es cuando siento la pequeña gota tibia bajando parsimoniosamente por mi mejilla.

La limpio en un movimiento rápido.

-No es nada Romeo- Digo tratando de sonar indiferente - Puedes regresar a tu casa. Y me saludas a tu padre Alirio- Termino por bajar de la lujosa camioneta al tiempo que mensaje a Renata haciéndole saber mi llegada.

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La compañía de Renata siempre me ha sido agradable. Hemos terminado la cena y nos encontramos mirando como la chimenea consume poco a poco la madera. Solo nos encontramos en silencio, hasta que ella por fin se decide a hablar.