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   El desagradable sonido de sus gritos me irrita aún más, su voz no es bella.

   - Cállate ya. - Alzando la voz se lo digo por séptima vez en el día y golpeo fuerte en la camilla en la cual está atada, cerca de su rostro.

   - P-pero.- Otro gritó desgarrador. - P-porque est-stoy aquí. -

   Debajo de la máscara sonrió macabramente, mientras clavó otro pequeño cuchillo en la parte interna de su muslo.

   Otro grito aún más asqueroso retumba en las cuatro paredes del sótano.

- No es nada personal si es lo que piensas. -

De una pequeña mesa, a nuestro lado, agarro unas tijeras y una botella de alcohol.

- N-nno. -

Corto con cierta tranquilidad su camisa del uniforme escolar, dejando al expuesto su abdomen al completo y así tirar las tijeras al piso.

Saco unas de las tantas cuchillas clavadas en su muslo, para llevarlo a su ahora descubierto abdomen, en donde ejerzo fuerte presión, debajo del ombligo. Mucha sangre cae al suelo, manchando todo a su paso mientras, ella se retuerce a más no poder del dolor.

Suerte que nadie puede escucharla.

Mis manos se tiñeron completamente de rojo.

Una vez hecha la herida, dejo el arma clavada en su muslo nuevamente y dejó caer una gran cantidad de alcohol en la nueva herida.

    Gritos, y más gritos.

   - Vamos, grita más fuerte, que las personas escuchen tu asquerosa voz suplicando la vida que no mereces. -

   Ladeo mi rostro y quito por fin mi mascara, manchándola, pues mis manos aún están ensangrentadas completamente y la dejo en una silla alejada, delicadamente.

   - ¿M-Mikan?. -

   En sus ojos solo puedo ver terror, mientras que esbozo una sonrisa aún más macabra si es posible.

   - Me cansé de ti. - Mi voz suena punzante y afilada asiendo entender que no bromeo.

   Tomo del suelo las tijeras para ir con ella.

   - N-No-No Mikan. - Lagrimas desesperadas siguen callando de sus ojos. - Haré lo que se-.

   Paso en forma rápida, y muy fuerte las tijeras por su garganta, matándola finalmente.

   Tiro el arma nuevamente a donde estaba, en el suelo y paso mi mano con su sangre por toda su cara, comenzando a estallar de risa de forma psicopata.

   - No tienes, ni puedes hacer nada por mí. -

   Salgo de aquel sótano con mi sonrisa aún en mi rostro y tomo un papel con una lista de nombres, que estaba descansando en una mesa para tachar el segundo allí, dejándola otra vez.

   - Tengo que darme un baño. -

   Cómo si nada hubiese pasado voy hasta el baño con intenciones de darme una relájate.

   - Tendré que llamarla para que limpie el desorden allí abajo. -

   Pienso tranquilamente.

The killer GirlDonde viven las historias. Descúbrelo ahora