II

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A lo mejor era porque había estado ahí cuando pasó.

O porque pelearon juntos con la misma rabia y amargura, blandiendo sus katanas hacia un enemigo en común bajo el mismo hilo de pensamiento y aquello inevitablemente hizo que Inosuke se sintiera más cercano a ella.

Tal vez fueron las lágrimas que derramaron juntos y el dolor compartido que sentían al ver el broche de Shinobu, que parecía gritarles que no había tiempo para esto, que aún no se había terminado y tenían que seguir adelante.

Ahora que lo pensaba, quizá por eso sentía que la muerte de Shinobu no había pasado por completo.

Había muchas cosas que para Inosuke eran inciertas y que no sabía cómo definir, pero sí de algo ya estaba seguro, era que necesitaba hablarlo con ella, su amiga.

Había muchas cosas que para Inosuke eran inciertas y que no sabía cómo definir, pero sí de algo ya estaba seguro, era que necesitaba hablarlo con ella, su amiga

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Se sentía más inseguro que nunca en el momento en que fue a buscarla a su habitación en la finca de las mariposas.

Golpeó débilmente la puerta, sin esperanzas de que ella realmente le abriera.

Todos los vellos de su cuerpo se elevaron en punta en el momento en que Kanao le abrió la puerta en pijama, con el cabello suelto y los ojos entre abiertos, una completa expresión de sueño.

⎯ ¿...Inosuke?

Preguntó tiernamente, ladeando la cabeza hacia un lado y él incómodamente desvió la vista hacia el lado.

⎯...Perdón por despertarte.

Al volverla a ver de reojo, una sonrisa tranquila se mostraba en el rostro de la chica.

⎯ ¿Sucede algo?

Cuando ella se lo decía así, con esa preocupación escrita en su cara, se le hacía imposible mentirle.

⎯ ¿Puedo hablar contigo?

Si él se hubiera visto a sí mismo, hubiese comprendido por qué Kanao asintió tan rápidamente como lo hizo.

El dolor era palpable en su usualmente feroz mirada y su voz, que solía ser tan fuerte y ruidosa, se escuchó como si estuviese a punto de romperse.

Señalandole que esperase un segundo, Kanao cerró la puerta y rápidamente se cambió de ropa por su atuendo para cazar demonios, secretamente avergonzada de que él la hubiese visto en pijama.

Cuando salió, lo observó durante un momento sin saber bien que hacer.

Inosuke se aferró a su falda, inseguro, su visión se volvió borrosa y su mente revivió todas las veces que había pasado junto a ella.

Kanao agarró su mano y lo guío como quién guía sobreprotectoramente a un niño pequeño a su casa, excepto que lo llevó al tejado de la mansión.

En silencio, se sentaron.

Viendo sus manos entrelazadas, Inosuke finalmente sintió el valor para hablar.

⎯ Cuando la vi, pensé que la conocía de antes.

Kanao apretó su mano y aquello lo reconfortó más de lo que esperaba.

⎯ Su presencia me tranquilizaba. Era como si alguien me estuviese abrazando y riendo dulcemente conmigo.

Kanao lo escuchó atentamente y aquello lo hizo hablar más.

⎯ Y aun sí al final no era ella, sino mi madre...

El recuerdo de su mamá era uno que no podía olvidar. Nunca la había conocido, sin embargo...

⎯ La extraño.

Shinobu había sido la persona más cercana a una figura maternal que había tenido y sin quererlo, se había ganado un lugar en su corazón.

⎯ Extraño sus regaños. Y sus medicinas que olían mal. Y su sonrisa. Y su...

« Promesa del meñique »

Sus ojos ardían, su pecho se oprimía, tenía un nudo y un revoltijo en el estómago; quería soltarlo todo desesperadamente y aun así, una parte de él se lo negaba y le gritaba que se contuviera.

Sin poder analizarlo totalmente, la mano de Tsuyuri se acercó a su cabeza, tomándola delicadamente y posándola sobre su hombro. Transmitiéndole una seguridad y calidez a Inosuke que jamás había experimentado antes. Tembló ligeramente cuando los finos dedos de Kanao comenzaron a acariciar sus azulados cabellos en movimientos tranquilos y luego, con una dulce voz, le susurró.

⎯ Está bien llorar, Inosuke.

Llorar, que era algo tan natural, aun se le hacía difícil a Kanao.

Ni el miedo, ni la angustia, ni la rabia podían hacerla llorar.

E incluso si quisiera, lo más que podía hacer era sudar. La única vez que se había permitido llorar fue cuando perdió a su maestra, quién era también su hermana y su amiga.

Tendría que trabajar en ello.

Después de todo, los hábitos no eran fáciles de borrar.

Entonces, en un momento de inspiración, le dijo.

⎯ Si quieres, llora por mí.

Y las lágrimas, que por días habían querido salir, salieron en un torrente que no paró por lo que se sintieron horas, mientras Kanao acariciaba dulcemente su cabello y lo abrazaba, intentando transmitirle toda su comodidad a él, dejarle saber que le dolía tanto como a él, que lo sentía, que lloraba junto con Inosuke en sus pensamientos y en su corazón, que probablemente la muerte de Shinobu les dolería por siempre, pero que ella estaría ahí para consolarlo cada vez que lo necesitase.

Habla conmigo | InoKana |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora