La maté...

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Había una vez una niña muy muy bonita, con unas largas y tiernas pestañas que decoraban sus dulces y grandes ojos color marrón.

Usaba vestidos y cosas lindas que su mamá le daba a vestir, siempre la peinaban y era la sensación entre todas sus compañeritas, suaves trenzas y coletitas colgaban de su aún delicado cuero cabelludo. Salía a jugar en el grande patio de su casa, muchas mariposas revoloteaban a su alrededor y ella corría con mucha alegría y emoción con unos dulces y brillantes ojos a seguirlas. Amaba los animales y siempre se ha caracterizado por tener un noble y cálido corazón.

Era la típica niña que todos quieren como mejor amiga porque es dulce, tierna, graciosa, algo traviesa, y aveces un poco tonta, pero es dulce y la gran y tierna amistad que te ofrece junto con su gran corazón donde te apapacha y te hace sentir en casa te hacen quererla aún más.

La Niña siempre fue feliz, amaba correr en su jardín y observar las hermosas flores de diversos colores, siempre se acercaba a olerlas y regarlas por las tardes. No solo la gente la amaba, también la naturaleza que le daba una hermosa bienvenida en las mañanas con el cálido sol asomándose por su ventana y dándole la oportunidad de admirar todos esos increíbles y mágicos colores que hacían su pequeño estómago revolotear de emoción.

Un día de las madres al ver que el perfume con ese olor tan hipnotizante que siempre usaba su mamá antes de salir a la calle estaba por terminarse, se le ocurrió una maravillosa idea. Ir a su jardín, cortar una flor y luego hacer un perfume nuevo y bonito para que su madre al haber terminado el suyo no tuviera que esperar a ir a comprar otro, ya que tendría el suyo propio hecho por su propia hija.

Salió muy temprano a su jardín con un pequeño recipiente de cristal siendo sostenido por sus pequeñas y regordetas manitas que usaría para ahí verter su nueva creación. Fue con sigilo al macetero donde se encontraba aquella hermosa rosa que era la flor favorita de su madre, y con sus tijeras infantiles se dispuso a cortar el tallo. Esa rosa lucía tan delicada en ese macetero azul celeste, lucía tan hermosa ¿y cómo no hacerlo si la pequeña la regaba todas las mañanas antes de ir a la escuela? Después de unos minutos logró cortar el tallo, pero no sin antes conseguir unos pequeños rasguños por defensa de la Rosa con espinas ¿por qué la rosa la había herido? Ella no había hecho absolutamente nada malo, o al menos eso creía ella.

Corrió a su habitación y con una piedrita y un tazón comenzó a extraer toda la esencia que aquella flor poseía, todo fue bien, aunque era difícil lo estaba logrando, hasta que uno de los pétalos soltó una gota color rojo "¿qué pasa?" Después de unos segundos de analizarlo los ojos de la pequeña se cristalizaron y fue cuestión de tiempo para que sus lagrimales dejaran con mucha libertad salir y resbalar por sus sonrosadas mejillas todas las lágrimas que no contenían más que dolor, lastima y decepción, decepción de ella misma "¿cómo me atreví a lastimarla? Ahora está sangrando" los dedos de la pequeña acompañaban el "sangrado" de su rosa, había lastimado a su hermosa rosa, o lo que quedaba de esta, que no eran más que solo eran pedazos de pétalos todos destrozados.

A la pequeña realmente no le importaba si ella se encontraba herida y sangrando, lo que realmente le preocupaba era que su rosa, la rosa de su querida madre ahora se encontraba herida, y lo peor, seguro que la había matado. Contener sus lágrimas y sollozos ya no era una opción, sus lágrimas ya no paraban de salir de sus grandes y brillosos ojitos "¿cómo le pediré perdón a la rosa?"

—rosa -se limpió con el dorso de su mano un pequeño moco que amenazaba por salir, y con su otra mano secó sus lágrimas- ¿puedes perdonarme? -pero la Rosa no le contestó porque "estaba muerta"- ¡yo te enterraré como mereces rosa mía!

La pequeña tomó la cajita donde metía su varita de hada, una caja larga y delgada, brillante y rosada, su rosa merecía ser enterrada con estilo, aunque su rosa estaba hecha pedacitos seguía luciendo tan hermosa que podía opacar a cualquier otra que se encontrara en su jardín. Metió delicadamente la rosa en su cajita, al cerrarla sus lágrimas sellaron la tapa cayendo sobre muchos brillos que al agarrar la caja eran desprendidos y se adherían a la manita de La Niña - la rosa debía brillar tanto o más que estos brillos, no merecía morir- siguió su camino y con mucho cuidado fue al patio de su casa.

Comenzó a buscar entre todo su patio un lugar donde enterrar su rosa. El patio estaba lleno de hoyitos que La Niña hacía con su pala de playa, todos estos hoyitos eran hechos porque la pequeña siempre que quería mucho algo lo enterraba para que nadie se lo llevase; había enterrado desde juguetes, hasta una Nutella, aunque al final nunca encontraba el lugar dónde los había enterrado. Hoy le tocaba a esa brillante caja que dentro contenía una aún más brillante rosa que de solo imaginarla muerta hacia que su corazón se arrugara.

Comenzó a cavar un agujero en la tierra, aunque tardó varios minutos donde su sudor y lágrimas se mezclaban, logró terminarlo y con sus manos temblorosas colocó la cajita en el agujero para después taparlo con más tierra -Adiós Dulce florecita- se levantó del suelo y sus rodillas estaban llenas de tierra, si sus padres la vieran la enviarían sin excusas ni pretextos directito al baño. Pero ese no era el plan, ellos ya no la verían más.

Corrió y con el corazón en la boca y sollozos a más no poder escribió una cartita para su madre.

"Mami, hoy hice algo terrible, hoy es día de las madres, me levanté muy temprano porque desde hace días estaba pensando en regalarte un nuevo perfume pero hecho con tu rosa favorita. No sabía que al cortarla la podía matar.

Lo siento, Lo siento, lo siento, lo siento, lo siento, en verdad lo siento.

No era mi intención matar tu rosa, yo solo quería hacerte feliz dándote un bonito regalo, mami por favor no te enojes conmigo, yo sé que era tu rosa favorita pero te juro que fue un accidente.

Tal vez no me quieras ver después de lo que hice, lo sé, es horrible, me siento una mala niña, siento que después de esto Santa Claus no querrá traerme un regalo para las siguientes navidades :( creo que me atendré a las consecuencias, porque es mi culpa por ser una niña mala, tú me educaste bien pero yo cometí este grave error.

Mami sin más me voy.

Me voy a la calle.

No creo que quieras verme después de lo que te conté.

Volveré, lo haré, lo juro, pero solo hasta que haya conseguido comprarte una rosa igual o más hermosa a la tuya. Agarré mis ahorros, ya hice mi maleta, espero no tardar mucho, solo unos cuantos días, será un viaje largo por emprender, se que así no funciona la vida, no es correcto reemplazar una cosa por otra, pero espero que cuando vuelva puedas volver a estar feliz.

Por favor mamá, yo sé que me quieres y que no te importa la flor, pero me siento culpable y lo mejor será enmendar mi error.

Hoy te di un solo abrazo en la mañana, espero que cuando vuelva te pueda dar muchos más :D

Me voy.

No me extrañes.

Att: Mayra tu hija.






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~Eres dinamita nena ☄️

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⏰ Última actualización: Jan 20, 2020 ⏰

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