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Ambos chicos llegaron a la puerta de aquel restaurante de comida italiana que se había convertido en el punto para las reuniones familiares, gracias no solo a la comida sino a que el restaurante contaba con pequeñas salas para quienes deseaban tener privacidad. La familia Brown eran uno de ellos.

Los dos hermanos llegaron a la sala donde sus padres los esperaban, Aubrey abrió la puerta y entró con Conrad pisándole los talones.

—Hola chicos —saludó su madre.

—Hola mamá, papá —respondieron los hermanos y tomaron asiento frente a sus padres, el camarero entró y les dio el menú. Cada uno se concentró en su carta, en cuanto Aubrey eligió levantó la vista y vio a sus padres, quienes revisaban la carta juntos, ambos sonreían. Observó a su madre, aquella pelirroja de ojos verdes, una fuerte mujer irlandesa de 40 años, tan hermosa incluso con aquellas líneas de expresión propias de su edad. Era una mujer de carácter fuerte pero bastante amable y divertida. Extrovertida hasta los huesos.

Desvió la vista a su padre, un hombre inglés de 42 años, cabellera negra azabache y ojos negros como los suyos y los de su hermano, atractivo y con expresión neutra 24/7, reservado para con aquellos que no son cercanos pero cariñoso con aquellos que quiere. Dos personalidades sumamente diferentes pero que conviven en un perfecto equilibrio. Aubrey amaba eso y estaba agradecida de que su familia fuera así de unida, se conocían también que podían decir desde el platillo favorito de cada uno hasta su miedo más grande. Y esperaba que todo continuará así, a pesar de todo lo que ha pasado y podría pasar.

—¿Ya saben que ordenarán? —preguntó Darcy.

—Yo quiero Vitello tonnato, un tiramisú y una bebida rosada por favor Francis —pidió Aubrey entregando su carta. El chico rodó los ojos, siempre pedía lo mismo no sabía por qué se molestaba en seguir dándole el menú.

—Yo quiero lasaña, tiramisú y sangría de durazno —dijo Conrad.

—A mi espaguetis con albóndigas a la putanesca, panna cotta y bellini.

—Yo lo mismo que Aubrey.

—Bien, les traeré su orden en unos minutos —el castaño salió de la sala cerrando la puerta tras de sí.

—¿Y bien? ¿Cuales son los detalles de la mudanza? —preguntó Conrad dando un trago al vaso con agua que estaba frente a él. Su padre tomó la palabra.

—Bueno, nos iremos en dos meses, justo cuando terminen las clases a principios de agosto, así que si planean despedirse de alguien comiencen a hacerlo. Nuestra casa está justo al lado de los Hathaway —Aubrey se emocionó, su padre miró a Conrad —. Una vez que lleguemos decidirás si te quedas en los dormitorios del colegio o en casa —Conrad asintió —. Cada uno tendrá un auto —ambos chicos se emocionaron —, pero hay una condición, a la primer multa, accidente y/o mal uso de él nos lo entregan y usarán transporte público, la advertencia va sobre todo para ti señorita —Aubrey sonrió inocentemente.

—Prometo conducir con responsabilidad.

—No tienes otra opción —Conrad se rio bajo y ella suspiró y asintió —. Y bueno creo que eso es todo por ahora, si hay algún cambio lo sabrán —ambos chicos asintieron.

—Aubrey —llamó su madre —. Tu y yo iremos mañana después de clases al hospital, debes disculparte con Vanessa —Aubrey asintió —. Y no hay salidas de diversión por lo que resta del año.

—¿Qué? No hablas en serio, esos son casi siete meses —replicó la pelinegra —es injusto.

—¿Crees que es injusto? Aubrey, heriste a una compañera, debería mandarte a un internado de monjas hasta que te gradúes y no solo castigarte.

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