Origen

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William era un hombre de 30 años que había tenido muchos conflictos en su vida, pero a pesar de todo, logró salir adelante y formar una familia. Veronica, su esposa, dio a luz a una pequeña que era la luz de sus ojos, a quién llamaron Sofía.
La familia no contaba con muchos amigos, ni familiares, siempre preferían estar aislados ya que la gente solo les traía más problemas que los que ya tenían, como lo era la falta de dinero. Eran una familia pobre, pero a pesar de todo, el matrimonio se esforzaba cada día por subir de escalón.
William trabajaba duro cada día, en un supermercado, siempre había sido un excelente empleado. Responsable, sin presentar queja alguna a los mandados, era considerado el mejor y por ello despertaba envidia en los demás empleados, así como decidieron sobreexplotarlo con más trabajo. Habia pasado por casi todos los puestos de trabajo bajos, hasta atendía verduleria, el problema es que tenía muchas tareas a la vez y los demás empleados decían que todo lo haría él y se iban a descansar, dejandole todo el trabajo solo. Su jefe le exigía, pero él ya no podía, y fue esa vez cuando le dio su primer ataque de pánico.
No podía respirar, llamó llorando, pidiendo ayuda y tratando de explicar lo que sucedia. Mientras estaba así, en el lugar habían miles de clientes que pedían ser atendidos, pero solo estaba él para hacerlo. Con un ataque de pánico encima, no hizo más que sentarse en una silla, ya que sentía que se iba a desmayar.
Luego del incidente, la enfermera del lugar lo atendió y le aconsejó que no debía hacer más tareas que no le correspondieran. El problema, es que William tenía trastorno obsesivo-compulsivo, siempre quería que todo estuviera en orden, así era con todo y especialmente con su trabajo.

El tiempo pasó, William sentía que algo no iba bien. Se sentía extraño. En el trabajo cambiaron su puesto a guardia de seguridad, pero él exigió que lo pusieran en un puesto mejor, ya que él sabia hacer muchas cosas. Su jefe se molestó por la petición, así que lo mandó a que cuidara los autos en el estacionamiento del supermercado. William no pudo decir que no, así que fue a cumplir con su trabajo. Pero él sabia que podía hacer algo más productivo.
Ahí parado, cuidando, en un lugar donde nunca ocurría ningún crimen, no hizo más que ponerse a recordar su pasado. Si hubiera terminado sus estudios, no tendría porque haber acabado trabajando en ese tipo de lugares, lugares en los que sobreexplotan a las personas. Él había perdido la opción de poder elegir.
Por la cantidad de horas que trabajaba, ni siquiera podía ver a su hija y a su esposa. En ese lugar, en pleno invierno, la cabeza le empezó a doler terriblemente. Decidió tomar una pastilla para calmar el dolor, inconsciente de lo que esto le iba a provocar.
La presión era tanta en su cuerpo que el haber consumido aquella pastilla fuerte le ocasionó una ulcera en el estómago, que lo hizo vomitar sangre, damasiada sangre. Terminó internado en el hóspital.

A pesar de haberse recuperado, algo no estaba para nada bien, aún así regresó al trabajo luego de su carpeta médica, la cual le costó conseguir.
En los pasillos de aquel lugar, le parecía escuchar que lo llamaban por su nombre. Eran susurros rápidos, en un pasillo vacío y blanco. William volteaba a ver, pero realmente no había nadie ahí jugandole alguna broma o algo por el estilo ¿Acaso se estaba volviendo loco?
Él no se sentía bien, algo de verdad no andaba bien. Fue con un psiquiatra y le contó que oía voces. De inmediato quisieron encerrarlo, pero su esposa se los impidió. Su psicólogo no hacía más que decirle que lo entendía, que todo lo que le pasaba no era más que un brote de estrés que podía pasarle a cualquiera. Pero William no era el mismo, ya no era el empleado tranquilo y sumizo, ya no era el esposo paciente y el padre sonriente.
Tuvo que empujar violentamente a un compañero de trabajo, para que decidiera renunciar finalmente. Ya no podía seguir en ese lugar tan grande que le había arruinado la paz.
Comenzó un juicio que llevaría años concretar. Realmente sentía mucho odio y ganas de asesinar por venganza, pero las leyes no lo permitían, así que tuvo que guardarse ese odio en su interior.

En el tiempo que tuvo, buscó otro trabajo y en lo que encontraba volvió a sus antiguos gustos. Antes practicaba karate, pero esta vez fue a aprender Taekwondo, Boxeo, Ninjutsu y Kendo. Siempre había tenido facilidad para aprender artes marciales, asi como defensa personal. Todo el odio que tenía acumulado dentro, lo desquitaba en los golpes, se había obsesionado con los samuráis, se sentía identificado con ellos, ya que todos parecían poco a poco denshonrar su honor. El tiempo que tenia libre se la pasaba entrenando en el gimnasio, quería hacerse cada vez más fuerte.
Se peleaba con la gente en la calle, era un peligro y se sentía una bestia. Era como si dentro de él algo estuviera rasguñando y queriendo salir desesperadamente. Pero, lo único que él no podía lastimar era a su pequeña hija y a su amada esposa, con quien más de discutir verbalmente no hacia.
Su poca cordura se concentraba en solo dos seres humanos, así como su felicidad. Si ellas le faltaban, nada importaría.

Hunter Samurái (CREEPYPASTA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora