Matías

Parte 1. Gala y Matías.

Gala

Estoy segura que en este momento se preguntan cómo es que terminé sola y fría en las losetas de la Casona, mi lúgubre hogar durante años. Lo único que puedo decir, es que un desenlace como aquel, no se origina sin tener más de una razón. A decir verdad, había más de 3 razones y absolutamente todas las originé yo; por mi manipulación, por mi confusión y sobre todo, por no creer en mí misma.

Todo comenzó hacía años, y ello, lo descubrirán a través de estas páginas impregnadas con la pestilencia de la muerte y el engaño. Pero la noche final, y en la que inició absolutamente todo, fue en el baile desposorio organizado para mí por mi nada menos encantadora familia.

El vestido rojo carmín pesaba más de lo debido, no podía respirar y todos mis demonios me atacaban. Tendría que bajar en unos cuantos minutos y vería a todas aquellas almas que tanto codiciaban la mía. Mis padres, después de mucha insistencia me obligaron, a mano firme, a asistir a esta subasta organizada para mí. Yo estaba tan renuente a ello que la única forma que encontraron para que yo les respondiese su ansiado "sí", fue ofreciéndome organizar absolutamente todo, incluso el banquete. Recuerdo como si estuviese grabado en fuego la tarde en la que me lo dijeron, llegaron de una travesía bastante larga, y como era costumbre, yo no había sido invitada. Ya no me sorprendía nada de lo que mis padres hicieran o no. Yo había llegado de la facultad, que para nada había sido mi elección, y mi nana me recibió con los brazos abiertos y la gran sorpresa; mis padres se irían de viaje por seis meses, sin siquiera dejar una nota.

Está claro que, en todo el tiempo en el que ellos no estuvieron, yo participé en actos inimaginables para ellos; y el peor de todos seguramente fue hace un mes. Pero ya nada importaba, según mis padres, esta noche me desposarían y lo que yo deseara no les interesaba.

No podía sorprenderme por su malévolo plan debido a que desde hace generaciones, la familia García tiene una tradición en específico: organizar un baile para desposar a la hija de familia que aún no goza del "sagrado matrimonio", y en este caso, al ser la única de este núcleo, tal responsabilidad recayó en mí. A pesar de yo no creer en estas cosas, según los decires de mi madre, la abuela fue la que estuvo insistiendo a mis padres:

–Las costumbres se están perdiendo con el paso del tiempo, y ésta, no es una que se deba dejar perder– así fue como mi madre cedió ante los encantos de mi abuela.

Lo que nadie sabía, ni imaginaba, era que yo ya había elegido, y si el trato con mis padres seguía en pie, si él también me elegía a mí podríamos casarnos.

Aquella fiesta era por mí y el plan de la noche ya estaba trazado, así que no comprendía por qué de repente sentía tantas dudas. Le diría que no a todos los que no fueran el indicado y mis padres no podrían refutar debido a que él también ofrecería algo a cambio. Quizás por las costumbres tan añejas de mi familia, yo no era una persona de lo más normal, pero, si lo pensaba dos veces, eso no podía arreglarse. Aun cuando no teníamos absolutamente nada a nuestro favor, nos habíamos enamorado y al menos en todo este circo, me sentiría cómoda con mi vestimenta de época y aquel antifaz perfecto que yo misma había confeccionado. Nada me habría hecho más feliz que viajar en el tiempo e ir a un verdadero baile formal, olvidarme de la vida real y sucumbir ante los sueños. Volteé a la derecha desechando mis pensamientos y observé que en el tocador yacía aquel tulipán que gentilmente alguien había dejado en el pasillo. Le observé durante unos minutos tratando de entender cómo es que me hallaba en esta situación tan asfixiante. Los segundos se hacían horas, no tenía noción del tiempo. Los latidos se aceleraban y me desmayaría en cualquier momento.

Mientras terminaba de maquillarme, una idea me pegó en el pecho y comencé a sentir miedo... por más que intentase engañarme o convencerme de lo contrario, sabía, a ciencia cierta, que él jamás vendría. Mi corazón explotaba de ansias, pero tenía que controlarme, no podía hacer nada.