Retrato

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El joven entró acompañado de dos enfermeras a la habitación extensa, dónde otros muchachos cercanos a su edad se encontraban ensimismados en sus propias páginas. Prestó atención a cada uno de ellos y avanzó gracias a las mujeres, quienes lo sostenían, pues la medicina que se le había sido aplicada hacía poco le debilitaba las piernas. Lo sentaron en una pequeña mesa blanca y redonda, dejando frente a él un par de lápices, pinceles, latas de pintura y varias hojas.


-Aquí podrás expresarte como desees, Kayn -le hizo saber una de las empleadas, sonriéndole, cosa que él odiaba-. Nosotras te veremos más tarde, por ahora, estás bajo el cuidado de tus profesoras de arte.


Señaló a otras dos mujeres, una de cabello oscuro suelto y otra de un extraño tono blanco, atado en una coleta que caía sobre su espalda. Shieda les restó importancia.


-Si necesitas algo, pídeselo a ellas, o mándanos a llamar. Vendremos corriendo.


Eso fue todo. El azabache se quedó solo, observando los materiales frente a sí y sin saber muy bien qué hacer con ellos. La expresión artística nunca fue su fuerte, cuando iba a la escuela, era una de las materias en las que presentaba peores notas. Él siempre fue de hablar de hechos, de tener las cosas claras; nunca comprendió la necesidad de crear algo subjetivo que "cualquiera interpreta a su manera". Le parecía una estupidez.

También notó algo que le llamó la atención; y es que todos en la sala compartían su mesa con dos o más compañeros. Algunos de forma animada, otros sólo se sentaban en silencio y comenzaban a dibujar sin mirarse; mientras que él estaba sólo, sin ideas ni compañía. Bufó ante la situación, lo que llamó la atención de la profesora Leona. Tocando el hombro de su la otra docente, se acercó para susurrarle algo al oído.


-¿Estás segura? -preguntó Diana, no muy convencida- He leído el expediente de Kayn, es un poco más... complicado, que Phel.

-Completamente -sonriéndole, apoyó una mano en el hombro ajeno-. Ambos necesitan relacionarse, y el que sean tan opuestos podría servirles.
-... Bien -accedió finalmente- Pero ante el más mínimo problema, no volverán a trabajar juntos.
-Como quieras, gruñona.


Al cabo de unos minutos, Kayn sintió una mano apoyarse en su hombro con suavidad, alertándolo y volteando rápidamente la mirada hacia quien lo había tocado. Leona se impresionó un poco ante aquella reacción tan repentina, pero no perdió su compostura.


-... Hey -le sonrió, cálida-. Eres Shieda Kayn, el niño nuevo, ¿no?


No vio necesario responder, por lo que simplemente asintió con la cabeza.


-Hemos notado que tienes algunas dificultades para expresarte.

-... Sí.

-Y es por eso que, creímos que tener a un "profesional" que te ayude, te serviría a desenvolverte.


Llevó ahora su mirada hacia la otra mujer, quién traía junto a ella a un chico, prácticamente de su edad, quien también vestía la ropa del hospital. Shieda levantó una ceja al verlo.


-Su nombre es Aphelios -lo presentó Diana, mientras el nombrado permanecía con su mirando sus propios pies- Realmente, esperamos que se lleven bien.

Ilustraciones || Kayn×ApheliosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora