Extra

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N/A: este es un final alternativo a la historia original. Si bien quería que el final sea trágico, quizás fue demasiado. Aún así, no hay mucha esperanza en este tampoco...
Espero que lo disfruten. :)



Las mañanas en su departamento siempre eran silenciosas. Nada más que su propia respiración llenaban el ambiente, sintiéndose vacío y solitario hasta que el otro llegaba.
Aphelios, si bien acostumbrado a "estar solo y no estarlo" –debido a la presencia imaginaria de su hermana— había encontrado desde la aparición de Kayn en su vida, un montón de nuevos sentimientos. Al principio curiosidad, atracción, confianza... Luego cariño, amor y un poco de pasión.
Y, desde que escaparon del hospital: Adrenalina. Miedo. Y una tristeza inexplicable que desaparecía casi por completo cuando Shieda atravesaba la puerta desgastada y vieja de su pequeño hogar, todos los días a las doce del mediodía, luego de haber partido exactamente la medianoche pasada. Un total de doce horas trabajando, en algo que aún era desconocido para Aphelios, y que él no se atrevía a preguntar al respecto. Creía que Kayn no sería capaz de meterse en algo peligroso, pues era una persona razonable e inteligente.
Sin embargo... Rhaast no.  Aquél era el principal problema de, prácticamente todo.

Ninguno de los dos recibía medicación desde que dejaron el manicomnio atrás. Eran muy costosos y extraños para comprarlos en una farmacia común, además de que cualquiera con conocimiento médico que los analice, sería capaz de darse cuenta al instante de su condición. Se mantenían escondidos por ello, y si bien a Phel no le molestaba realmente oír a su hermana, la voz de Kayn era algo distinto. Destructivo y manipulador, Rhaast no tenía casi ningún problema en poner al muchacho bajo su merced, para que éste haga lo que quisiera. Por ello siempre que se aparecía en la mente de Kayn y le gritaba, este solía ponerse notablemente agresivo mientras trataba de reprimir al otro en vano. Aphelios había apreciado varios de  estos incidentes, y si bien las veces que se manifestó ante el ojipúrpura nunca había actuado muy violento, sí cambiaba de forma negativa la personalidad del Shieda que tanto quería. Esto preocupaba inmensamente al más alto.

Pensar en ello era algo que lo agobiaba cada vez más, tanto que se le fue el tiempo; y no notó cuando finalmente se hicieron las 12:06 p.m, sino hasta que la puerta del departamento fue abierta, provocando un sonido estruendoso. Al instante se volteó.


—Hey, volví.


Con tan solo verlo sintió que perdía un peso importante en el pecho. Lo analizó rápidamente con la mirada, encontrándose unos vendajes sobre su muñeca derecha y un pequeño rasguño bajo el ojo del mismo lado. También, vió que traía un par de bolsas de nylon consigo, más fue lo de menos. Levantándose velozmente, se acercó hasta él y le tomó del rostro, reflejando la preocupación en su mirada. Acarició con su dedo pulgar cerca de la zona lastimada.


—¿Qué? —preguntó algo confundido, tomándole poco tiempo darse cuenta de lo que el otro pensaba— Oh, esto. No es nada, sólo un rasguño.

Dejando de acariciarle, le sujetó ahora la mano para señalar con la mirada a los vendajes.

—Bueno, ese es un poco más grande —riendo un poco, sólo generó una pequeña mueca en el rostro del más alto—. Vamos, no te lo tomes en serio. Si fuera algo grande te lo diría.


Soltándose algo brusco del agarre ajeno, se acercó hasta la mesa para dejar ahí las bolsas. Aphelios no estaba del todo convencido de sus palabras, más sabía que insistir en ese momento sería inútil. Sólo le siguió el paso de cerca, casi como un pequeño gato que busca algo de su dueño.


—Cómo sea, compré algunas frutas, carne y eso. Para que cocines. —pronunció sacando las cosas de a poco, a lo que el otro las guardaba al instante.



Ilustraciones || Kayn×ApheliosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora