Capítulo 2

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Canción: Daft Punk - Instant Crush

Nota:
Leer la letra de la canción y después escucharla junto con la lectura de principio a fin.

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La noche los invadía con un silencio agonizante, ambos escuchando el claxon de los autos mientras esperaban que el semaforo afirmara que podían continuar su rumbo callado y un tanto incómodo, ambos intentando ignorar el aroma del otro. Sus cuerpos se llamaban, se buscaban, se deseaban, sus aromas se volvían uno cuando se encontraban con el otro y sus almas, su esencia alfa y omega, anhelaban cada vez que dejaran de ser torturados, que por fin se les fuera permitido el unirse, el volverse uno solo, que la fusión permanente causada por el lazo fuera concretada.

Al ser destinados, cuando estaban cerca del otro, podían llegar a percibir una parte muy pobre de lo que el otro podría estar sintiendo, gracias a que sus naturalezas alfa y omega se unían como genuinamente debía ser, sin embargo, cada vez que ellos volvían a separarse, volvían a sentirse y a estar incompletos, solos e incluso se sentían abandonados. Harding intentó llenar ese vacío más de una vez, pero su alfa era terco y ya había reconocido firmemente quién era su alma gemela y decidió que no quería a nadie más.

Todas las veces que asistió a cada cena era para calmar un poco a su alfa e incluso para calmarse él mismo, para que ambos pudieran sentir paz al ver a Yannik sano, fuerte y feliz. Era imposible negar que amaba verlo reír, que amaba la melodiosa voz que portaba, que se deleitaba con su exquisito aroma, pero también sabía que debía seguir con su vida, que no podía detener el curso natural de su existencia, así que lo hizo e intentó mantener una relación con un chico, un omega, pero no funcionó, su alfa rechazaba totalmente la idea de tomar de forma romántica a cualquier otra persona que no fuera Yannik Payne Malik y aunque fue complicado y conflictivo con su alfa interior, terminó solamente teniendo sexo casual con él.

La vida de Harding se volvió monótona, pacífica, pero al punto de llegar a ser aburrida y como toda persona llegó a su límite y permitió a su mejor amiga arrastrarlo a un fiesta, grande y llena de alcohol y cosas de las cuales jamás había querido experimentar al considerarse una persona consciente y responsable.

Liliana y él tomaron, bailaron, se besaron y finalmente tuvieron sexo, al día siguiente fingieron que nada pasó y lo dejaron al olvido, sin embargo eso no los alejó, su amistad siguió fuerte y progresando, pero Harding fue incapaz de desarrollar cualquier tipo de sentimiento externo al propio de una amistad.

Llegó un punto de soledad y desespero en el cual se propuso olvidar a Yannik y permitirse amar a alguien y ser amado, pero ahí se encontraba, mirando entre ratos al omega y ahogándose con su abrumador aroma, deseando tomarlo de la cintura y hundir su nariz en el cuello, acariciando con la punta de su nariz su suave y delicada piel mientras lograba entregarse a la embriaguez de su aroma al explotar con sus toques en la piel del menor, seguramente consiguiendo llevarlo a la locura.

Odió cuando se vio obligado a detener el auto por haber llegado a la casa del menor por el simple hecho de que detestaba que se volvían a separar, que no lo vería otra vez hasta el próximo mes y deseó golpearse por haberle dicho al omega que no le interesaba ser su amigo.

Yannik no bajaba del auto y él no quería que se bajara, no quería dejar de disfrutar de su presencia y su rico aroma, no quería seguir sobreviviendo con el vacío que le consumía cada vez que sus almas se alejaban, porque era imposible negar que sus cuerpos se amaban, pero sus almas, sus almas lo gritaban.

"Yannik..." El omega bajó de la camioneta y miró al alfa por la ventana, negando y suspirando.

"Adiós Harding, fue bueno verte otra vez y que esta vez al menos fuera posible que charlaramos un poco. Lamento mucho mi drama, no te preocupes por eso... Gracias por traerme y bueno... Hasta el otro mes" Harding negó, su expresión neutra se había adueñado nuevamente de su cuerpo, el vacío en su interior lo consumía a tal grado, que no sentía un deseo genuino como para sonreír, llorar, emocionarse y mucho menos para enojarse.

Destinado. /Hannik/Donde viven las historias. Descúbrelo ahora