Harry Potter: el hermano olvidado

Capítulo 7: Harry

Capítulo 7: Harry.

Harry James Potter era un hombre que estaba bastante satisfecho con su hogar.  La cabaña de ciento veinte años en la que vivía tenía un ambiente muy cómodo;  hacía calor y se sentía seguro.  La espaciosa sala de estar estaba amueblada con un cómodo sofá acolchado y un sillón sobrecargado aún más cómodo.  Un televisor de tamaño modesto estaba sentado en una pequeña mesa en la esquina (no le gustaban esas monstruosidades de plasma de 42 pulgadas) y un reproductor de DVD estaba conectado a él.  A lo largo de dos paredes había estanterías, de pie a suelo, cada una con muchos libros de todas las formas y tamaños, que cubren una amplia gama de temas.

Contra otra pared había un escritorio y una silla, en los que había una computadora de escritorio.  Estuvieron unos años desactualizados y un poco lentos, pero hizo lo que Harry también necesitaba.  Había un teléfono en el escritorio al lado de la computadora.

Toda la habitación estaba calentada por una estufa de leña.  Eran mucho más seguros que un fuego abierto, y también recibías mucho más calor de ellos;  si colocaba suficiente madera, podría calentar toda la casa en poco tiempo, y la madera duraba mucho más.  Además, podía calentar su caldera con él, por lo que no tenía que pagar esas facturas de gas exorbitantes, y ahorró mucho en sus facturas de electricidad (solo unos meses atrás, Harry había notado en el periódico que los precios del gas, la electricidad y la gasolina tenían  subió una vez más, ¡y el sangriento gobierno de coalición no pudo resolver por qué nadie estaba gastando!)

La cocina era una habitación más pequeña, que constaba de una pequeña nevera / congelador, un fregadero, algunos armarios, una despensa, una pequeña mesa y una pequeña estufa;  todo lo cual hizo fácilmente el trabajo que él requería de ellos.

El dormitorio principal era más pequeño que la sala de estar, pero más grande que la cocina.  Una cómoda cama doble se acomodaba cómodamente contra una pared con una mesita de noche al lado, y un armario estrecho y una cómoda pequeña de lado a lado contra la pared opuesta.

Una habitación más pequeña estaba ubicada al lado de la principal;  éste amueblaba lo mismo, pero con una cama individual en lugar de una doble.

Y luego estaba el baño, pequeño y sencillo con inodoro, lavabo y bañera.

Pero lo que estaba fuera de la cabaña era la verdadera joya.

Veinte acres de tierra amurallada del resto del mundo.  El terreno estaba dividido por cercas, que separaban diferentes áreas una de otra.

Estaba la parcela de vegetales, que constaba de ocho camas de buen tamaño donde Harry cultivaba vegetales como zanahorias, judías verdes, papas y coles, y había un parche para fresas.  Una cama estaba dedicada a cultivar flores, como narcisos e incluso una docena de girasoles en los meses de verano.

Detrás de la parcela vegetal estaban los túneles de polietileno e invernaderos.  Fue de estos que Harry trajo sus vegetales y flores de las semillas.  También Harry descubrió que las plantas de tomate y los pepinos tenían mejores resultados en el interior, y una vez que se plantaron todas las demás plantas, los túneles de polietileno y los invernaderos se convirtieron en cultivos.

Cerca había un pequeño huerto que en su mayoría producía manzanas, pero también había un par de perales y una línea de arbustos bien mantenida que producía un buen rendimiento de moras.

En otra área había vacas.  Cuatro para ser precisos;  Daisy, Buttercup, Clover y Gertrude.  Solo los nombres más originales para los animales de Harry.  Estas vacas no eran para ordeñar, sino que estaban allí para reproducirse;  un granjero local estaba más que feliz de traer a su preciado toro para que los sirviera, siempre y cuando obtuviera una parte de las ganancias, lo que a Harry no le importó en absoluto.  Las crías nacerían, se criarían a un buen tamaño y luego se enviarían a cortar, como el granjero lo expresó con tanta elocuencia.  Harry nunca nombró a los jóvenes;  Nunca pagó por apegarse demasiado.