Entre dos reinos [Thorki]

Capítulo VI

Antes de ser llevado a la cámara que guardaba el Cofre, Loki había sido convocado ante los jotuns más longevos. Jamás en su vida había visto a un gigante de hielo por lo que fue imposible no sentirse intimidado ante los enormes seres que le miraban con suspicacia y recelo, incluso alguno de ellos estaba en posición de ataque.

Sentía que su cerebro se había desconectado y por un momento creyó estar hundido en un extraño y largo sueño.

Loki no tenía idea de qué hacer cuando uno de los ancianos se inclinó hacia él, no podía descifrar la expresión de su rostro cuando este comenzó a estudiarle de arriba hacia abajo, alzando su diestra para posteriormente tomarle de un brazo. Lo primero que pensó era que sería quemado ante el contacto con el ser hielo o que su extremidad iba a ser congelada al instante, pero grande fue su sorpresa al sentir que su temperatura corporal era la misma del anciano y en cosa de segundos su piel comenzó a pintarse de un azul oscuro, extendiéndose por todas las partes de su cuerpo.

El menor no supo diferenciar si el jadeo que se había escuchado en la sala era de horror o admiración porque en lo único que pudo mantener su atención fue en su reflejo que era proyectado en las paredes de cristal de la sala. Era extraño ser la misma persona, pero con una imagen completamente desconocida.

Loki se sorprendió al notar que no le molestaba tal apariencia, aquello solamente era algo... nuevo que tenía que aprender a asimilar.

— Sus marcas son como la de nuestro Rey. -murmuró un anciano desde algún punto de la habitación-. Es descendiente de Laufey.

El vociferar de los presentes no se hizo esperar y con una perfecta sincronización los jotuns doblaron su rodilla izquierda para rendirle honores al único miembro de la familia real con vida.

— Disculpa nuestra insolencia, príncipe Loki, hijo de Laufey. Tu apariencia Aesir nos desconcertó, pero ahora entendemos que solo se trataba de un camuflaje.

El hechicero abrumado por tanta información miró a Engla sin saber qué decir. La mujer con una enorme sonrisa se encogió de hombros e imitó el actuar de los gigantes rindiéndole honores con una venia.

— Por favor, de pie. -solicitó un tanto inseguro sobre la actitud que debía adoptar-. No es necesario yo... seré sincero, estoy igual de sorprendido que ustedes.

— El príncipe Loki ha tenido mucho que procesar el día de hoy, desde que lo guiado hasta nuestro hogar ha recibido muchas informaciones que desconocía. -explicó Engla a los jotuns-. Pero sé que tiene la intención de ayudarnos.

Loki asintió ante las palabras de la hechicera en silencio, validando su comentario.

— ¿De verdad crees poder ayudarnos? ¿Sabes algo de nuestra historia acaso? ¿Sabes cómo manejar el Cofre que nos da todo para sobrevivir? Estamos al borde de la extinción y no queremos mentiras que alimenten falsas esperanzas. - habló un Jotun desde el fondo de la habitación.

— Ivaldi, cuida tu forma de dirigirte al príncipe. -le retó otro que se encontraba a su lado.

— Sólo digo la verdad, Ymir.

El joven príncipe comprendía la desconfianza de aquel viejo Jotun, no todos los días llegaba el supuesto hijo del hombre que mató a su antiguo rey y que los dejó morir lentamente en la miseria. Él también se consideraría un enemigo si estuviera en el lugar de los jotuns.

Pero Loki no quería hacerles daño y menos ahora que descubrió su verdadero linaje y que ese era su pueblo.

— Ivaldi tiene todo el derecho de verme como una amenaza. - habló el azabache comenzando a caminar alrededor de los gigantes-. Puedo ser hijo de Laufey, pero eso no quita que he sido criado en otro reino, con otras costumbres y destinado para un papel que ya no voy a cumplir. Mi presencia en este reino no está basada en malas intenciones y me gustaría ayudarles si me lo permiten... Después de todo no tengo nada más que hacer en Asgard. -aquello último fue más un murmuró para sí mismo-. Por años, Odín ha dicho que los Jotuns son... somos. -se corrigió-. Una raza extinta y como no se ha demostrado lo contrario, el resto de los reinos han creído en su palabra.