Capítulo VII

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Ya habían pasado exactamente dos lunas desde su llegada y Loki aún no tenía tiempo suficiente para asimilar por completo algunas cosas. Las tareas que tenía en el Reino eran infinitas, pero él sabía en lo que se estaba metiendo cuando decidió aceptar aquel desafío.

Tras levantar las estructuras bases para regresar Jotunheim a la vida, Loki se dedicó junto con Engla y los ancianos a visitar Jotun por Jotun que yacían repartidos en distintos sectores del reino. El estado de desnutrición que algunos alcanzaban era extremo hasta el punto de parecer un esqueleto viviente, intentado ingerir hasta lo que no se podía considerar comida para poder sobrevivir. Eventualmente, los habitantes críticos eran los que tenían prioridad y eran los primeros en ser atendidos.

Conjurando hierbas y algunas pociones, Loki se dedicó a curar distintos malestares que acomplejan a los gigantes. Y si alguien llevaba a él con un hueso roto o alguna herida interna de gran complejidad, con su Seidr intentaba sanarle.

Debido a la larga escasez de alimentos, los jotuns no podían llegar y comer grandes porciones de comida sin que su estómago terminara devolviendo todo lo que habían ingerido. Por ende, encargó que iniciaran una dieta con caldos para posteriormente ir agregando alimentos más pesados a sus comidas.

El centenar de cadáveres y esqueletos que se encontraron en cada uno de sus viajes, fueron calcinados para luego ser liberados en las montañas para que sus almas se hicieran uno con la naturaleza.

Y cuando el último habitante del Reino de hielo fue atendido y trasladado a su nuevo hogar, Loki se permitió descansar y tomar un respiro. Los ancianos aún tenían algunas actitudes ariscas hacia su persona, pero sabía que tomaría un poco de tiempo para que dejen la desconfianza de lado y vean sus buenas intenciones.

Ahora, en el balcón de la sala de estar, el hechicero se encontraba observando el lento movimiento que Jotunheim aún tenía. Suspiró con cansancio. 

Jamás se imaginó estar en un escenario como ese, tan crudo, tan demandante, tan inesperado y abrumador. Esperaba con toda sinceridad estar haciéndolo bien.

 ¿Demasiado trabajo? -preguntó Engla ingresando al balcón tras haberle buscado por todo el castillo.

 Yo... Ehh sí, estoy descansado .

Engla rió llegando a su lado, para disfrutar de la vista con él-. Me imagino.

Loki le sonrió suavemente y se mantuvo en silencio con la vista fija en su pueblo, pensando en su próxima 

— Creo que te debo una disculpa. -dijo la chica, llamando la atención del azabache.

¿Por qué?

— Porque la manera en que te enteraste de tu verdadero origen no fue la mejor y en parte es mi culpa. -explicó bajando la mirada-. Sé que fui imprudente, pero era necesario.

— Bueno... Si te soy sincero, siento que estoy en un sueño del cual en cualquier momento despertaré e iré a romper ayuno con Odín, Frigga y Thor.

Ambos rieron mirando hacia el horizonte sincronizadamente. Loki decía la verdad, muchas veces se despertaba a media noche y por breves segundos su mente le hacía creer que estaba en Asgard, hasta que poco a poco era traído a la realidad de su helada y oscura habitación, muy distinta a la que tenía cuando vivía en el reino de oro. 

— ¿Sabes? Yo conocí a Farbauti. Era un magnífico hechicero que tenía el respeto de todos los súbditos de su esposo. Sin embargo, cuando se enojaba ni el mismo Rey se salvaba de sus bromas y divertidas venganzas -contó la mujer con un dejo de melancolía, recordando a la familia biológica del príncipe-. Y Laufey... no sé, jamás he visto un jotun tan poderoso como él. Ellos realmente te amaban, Loki.

Entre dos reinos [Thorki]Where stories live. Discover now