Lo que no puedes ver

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Dices que no te extraño, aunque no lo quiera admitir me duelen tus palabras. Pero no puedo culparte; cada vez que me escribes y no te respondo te imaginas que es por mi supuesta indiferencia hacia ti, que cuando me escribes de la manera en que lo haces siento de todo menos indiferencia. Me dejas sintiendo que todo lo que puedo responderte no sería suficiente para ti. Me dejas como una niña pequeña, insegura, sin saber que hacer. Pero tal vez no es lo que escribes, tal vez es porque lo haces tú.
    Las horas pasan, pienso y veo y solo puedo imaginar en cómo arrancarte una de sonrisa de tus labios, una risa sincera y ruidosa.
    Y recostada en mi cama solo puedo imaginarte a mi lado brindándome ese abrazo oscuro, tan embriagador, pero tan cálido, tan tu. Tan ávida es mi mente que si entierro mi rostro en mi almohada podría aún sentir mi perfume favorito, tu aroma.
   Sientes que ya no te hablo como antes, que no escuchas mi voz tanto como antes. Tu me llamas y no puedo contestarte, yo te llamo y no puedes contestarme, estamos a destiempo, y el tiempo no está de acuerdo con nosotros.
   Pero lo que no podrías escuchar son  todas las conversaciones contigo producto de mi mente, palabras que te dedico pero se las lleva el viento, versos que te declamo sin estar presente, acaloradas palabrerías y libres risas que solo existieron en mí mente.
  Pero no eres ni fuiste testigo mis sueños. Ahora solo sabes verme lejos.
    Y te pido perdón por ser esa brisa salada, simplemente silenciosa, casi imperceptible.
     Perdóname por inconscientemente hacerte creer que ese fuego que solo era para ti se extinguió. Pero desde que me despedí de ti las llamas se han convertido en un infierno eterno esperando por ti.

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⏰ Última actualización: Nov 19, 2020 ⏰

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