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A la hora de la salida, Freddy ya se encontraba afuera de la escuela, estaba esperando a Fred para despedirse y luego se iría, también para contarle sobre su nuevo amigo, sí, había intercambiado su número de teléfono con el albino y acordando hablar otra vez luego.

La tarde estaba bonita, el sol se escondía tras algunas nubes y el cielo se veía algo naranja, a Freddy le encantaba, le recordaba a su infancia en aquellos días que su madre lo llevaba al parque.

Jugaba por horas y horas con los demás infantes en el parque, o, él solo, pero de cualquier manera siempre la pasaba bien. Luego de que ya se había aburrido o cansado, le decía a Jul y ella compraba un helado para cada uno, el heladero era amable y ya estaba acostumbrado a verlos a ambos, venían muy seguido y aveces no le cobraba.

Él creía que Freddy era un niño muy agradable, y con el pasar de los días lo veía cada vez menos.
Freddy crecía y ya no tenía tiempo ni ganas de ir a jugar. Aunque igual lo veía de vez en cuando pasar cuando se dirigía a su escuela. Para él era muy agradable verlo todos los días pasar y verlo crecer.

Con el paso del tiempo el castaño crecía y aquél hombre envejeció, envejeció trabajando, y viendo crecer a Freddy, lo conocía y a su madre. Eran amigos, pues, hablaba con ella desde hace bastante tiempo cuando se cruzaban en algún lugar y se saludaban, igual con Freddy; cuando pasaba a su lado o lo veía al ir a la escuela.

—Hola, señor Roger. —Decía el niño alegremente.

—Hola, Freddy, que tengas un buen día. —Y sacudía su mano a modo de saludo y despedida.

Y así todos los días, el pequeño niño y un hombre que cada día iba tras él, probablemente a trabajar, o eso creía.
Un tipo raro, vestido completamente de negro, sus manos en sus bolsillos y su presencia sospechosa siempre a la vista de todos.

El señor Roger lo veía cada día, cada semana, desde que conocía al castaño, pero siempre lo veía tras él, a una distancia reservada. Pero igual era extraño.

—¡Tierra llamANDO A FREDDY! —El pelinegro estaba frente a él.

—¡¿AH?! Hola. —Rió nervioso.

—¿Que diablos, Freddy? Estabas mirando al cielo con la boca abierta JAJAJAJAJAJAJA, PARECÍAS UN PEZ MUERTO AJAJAJAJAJAJAJAJAHAKDJSJX.

—Oh, demonios, ¿Me veía muy raro? —Freddy estaba apenado.

Fred asentía mientras que se limpiaba una pequeña lágrima y se sostenía el estómago, había tenido demasiado fuerte.

—Todos se te quedaban viendo muy extraño.

Freddy no decía nada, solo veía como el mayor intentaba controlar su respiración, al tiempo, zapateaba un poco con la punta de uno de sus pies esperando a que este se callara.

—¿Terminaste?

—Aún no. —Y volvió a reír descontrolada mente. Luego paró. —Listo. —Y sonrió.

—Idiota. —Giró sus ojos a modo de fastidio.

—Ya basta, ¿Sí? —El castaño río —¿Que harás ahora?¿ Te acompaño a tu casa?

—No, Fred, gracias pero madre me invitó a comer con ella, así que iré a su trabajo y en la noche llegaré a casa.

—Oh... Claro, no te preocupes. - Bajó mirada.

—Y ¿Tú que harás?

Fred suspiro y miró a un lado metiendo sus manos en los bolsillos de su abrigo. Frunció los labios.

—Yo... Nada, solo iré a mi casa. —Dijo algo serio.

—¿No tienes nada más que hacer?

—No, solo me quedaré ahí esperando a que sean las nueve, luego iré a trabajar. —Sonrió de manera forzosa para luego mirar hacía atrás.

—Ya veo.

—¿Sabes? Tu madre debe estar esperándote Freddy, deverias irte, yo también. —Decía algo molesto a juzgar por su tono de voz, también deprimido e intentaba no demostrarlo.

—Sí... Supongo que tienes razón. —Borró su sonrisa, el mayor lo notó.

—Bueno, adiós, Freddy...

—Adiós. —Sus labios se curvaron formando una sonrisa deprimida.

El pelinegro se dió la vuelta y lentamente comenzó a caminar en dirección contraria a la de Freddy.
Él no se marchaba aún, estaba quieto, parado en su lugar sin moverse y viendo como poco a poco Fred se alejaba. Su camino era recto, así que no lo perdía de vista, solo divisaba que estaba lejos.

Miró a su alrededor para notar que ya todo el mundo se había ido, la calle estaba sola y estaba haciéndose tarde.

Aún no se movía, solo pensaba.
Fred era agradable, divertido, y solitario, era verdad. Fred no tenía ningún amigo además de él.
La idea no le agradaba, él no merecía eso.

Freddy aspiro hondo y luego soltó el aire, sonrió tiernamente a la nada mostrando su hermosa dentadura.

—¡Oye! ¡Fred! —Gritó el menor, él ya se hallaba un poco lejos, pero lo escuchó.

Al oír el grito se dió media vuelta y lo vió en el mismo lugar. Extrañado, Fred comenzó a caminaruy despacio hacia él.

Freddy sin pensarlo dos veces comenzó a correr para llegar a él. En cuanto el pelinegro cayó en cuenta de esto, imitó su acción y comenzó a correr.

Ambos corrían en dirección al otro, tan rápido como podían y el viento les daba a ambos en la cara despeinandolos.

Cuando estuvieron frente a frente detuvieron sus pasos, mirándose fijamente con ese sentimiento. Ese mismo sentimiento que ambos tenían y demostraban en su mirada, el uno esperando algo del otro. Hasta que Freddy habló.

—¿Quieres venir almorzar con migo? —Le propuso sonriente y acomodando su cabello, mirándolo a los ojos.

Fred quedó callado, hizo una mueca lastimera y lo miró apenado.

—No, Freddy, Gracias, pero no quiero molestar, encerio tienes que irte, estoy ocupado.

—No es cierto. —Dijo enfadado. —Dijiste que no tenías nada que hacer, no te retractes ahora.

—Freddy, por favor, no creo que tu madre esté de acuerdo.

—¡Claro que sí! No pasará nada, vamos, Fred, se que quieres. —Fred rió por lo bajo. Lo miró fíjamente.

En realidad sí lo deseaba, pero sentía que Freddy lo hacía por compromiso y no porque en verdad quería que fuera. No quería estar solo pero tampoco quería dar lástima y molestar.
En cámbialo Freddy sí lo deseaba, porque le nacía hacerlo y le agradaba, sería una buena ocasión para presentarle a su madre, pero a juzgar por su expresión, no quería.

—No lo sé...

—Está bien, no lo hagas por ti porque al parecer si depende de eso no vas a aceptar, pero entonces hazlo por mí, somos amigos ¿No? Hazlo por un amigo. Fred, no me incomodas, a mi madre seguro tampoco y en mi hogar siempre serás bienvenido.

Luego de eso hubo un silencio, no era incómodo, simplemente estaba ahí, haciendo presencia entre ambos dándole al pelinegro un segundo para pensar, el cual, simplemente no pudo más y cedió.

—Está bien, iré. —Aceptó sonriendo, al igual que su contrario. —Gracias, Freddy.

Él no podía dejar de sonreír ampliamente. —Gracias a tí.

Sin más palabras, uno al lado del otro caminaron rumbo al centro de la ciudad para encontrarse con la señora Fazbear.

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Everything to get you. ➽[Frededdy's Fic] (PAUSADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora