¡Bienvenido al equipo!

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Prólogo;

—Oh, lo siento, no te vi— Exclamó el chico de cabello bicolor al azabache quién iba ingresando al gimnasio. —Oh, espera, ¿estás aquí para las pruebas de vóleibol? — Cuestionó sin dejar de mirarlo, había una lluvia torrencial allá afuera por lo que creía, solo huía en busca de un refugio temporal hasta que todo se calmara.

Quién diría que ese chico terminaría volviéndose no sólo el armador del equipo sino también vice capitán, complementando lo que faltaba en ese momento, volviéndose el mejor con el paso del tiempo ganándose el reconocimiento que merecía (según Bokuto) desde hace décadas en antaño, Akaashi Keiji; el número 5 de Fukurodani.

   

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❝  El joven de ojos dorados nunca creyó que su amigo en ese entonces fuese tan apegado al deporte, se lo imaginaba en el club de lectura o debate pero no en un lugar como ese. Recibirlo fuera del gimnasio fue una grata sorpresa, era una temporada fría y muy pocas personas habían ido a las pruebas para ingresar al equipo. No negaría que eso sin duda lo había desanimado en demasía; llegándose a preguntar si realmente valía la pena asegurar un equipo para cuando él se marchara.

— ¿Estás aquí para las pruebas de vóleibol? — Dijo en un tono grueso, mirándole con seriedad.— Sí es así, entra pronto. Dudo que más gente venga hoy —

¿Por qué no hablaba y sólo se quedaba ahí parado, mirando embobado? Es como si estuviese sorprendido. —Sí es por mí cabello, lo sé... Cuando se humedece sucede esto.— Señaló su cabeza con el índice, manteniendo una expresión neutra, acompañada de esa mirada decaída.

Al ingresar junto al más bajo, cerro la puerta a sus espaldas y encendió las luces del lugar. La malla estaba puesta, los balones listos y el circuito para la prueba posicionado; en esa semana solo unas tres personas contando al menor habían tenido el interés de enlistarse. No negaría que lo había subestimado en base a esa personalidad retraída, pero verlo alzar el balón directo a la palma de su mano para dar un golpe perfecto en seco, lo hizo sentirse en completa sincronía.

—Oye, Akaashe... ¿No te gustaría ser mi armador designando? — Comentó viéndole con una enorme sonrisa plasmada en sus labios. La emisión predominaba, brotando a flor de piel; por un corto período se quedó en silencio mirando al joven enfrente suyo llegándose a preguntar ¿qué está bien o qué está mal? Sin saber diferenciar del todo el revoltijo de emociones.

—Me olvidé de mencionarlo... — Murmuró, aún con esos enormes ojos plasmados en los contrarios y cuestionandose sólo exclamó. — ¿Cómo te ves tan bien?... Digo, ¿ahora estás aquí no?, a mi lado —  La mirada confusa del azabache daba evidencia de su ignorancia ante la forma en que su superior estaba divagando, aún así prefirió guardar silencio dejándole proseguir.

—Tengo un secreto, sé que no has escuchado acerca de el pero ¡debo decirte! —

—¿Le sucede algo Bokuto-san? —

—¡Moo! Siempre me sucede algo si de trata de ti, Akaashe —

Sí, realmente el menor no entendía que estaba sucediendo en esa cabeza, pues las palabras que manifiestaban no tenían algún cimiento para llegar a ser algo sólido, pero sabía que la paciencia ante estos casos es primordial.

— ¿Y si te dijera cuánto te necesito? — Dijo finalmente el mayor. — Entonces ¿tu me necesitas también? Digo, me tienes mirándote como tonto ¡y no soy el único! Ya que te sucedió allá afuera — No tardo en señalar el sitio donde estuvieron con anterioridad, su tono de voz sonaba confuso; más que afligido.

— Sé que también me quieres, cuando me regresas la mirada con ganas de matarme.. Siento que eres él único que puede entenderme —

El notable bochorno sobre las mejillas del azabache lo decía todo, más no dejaba alguna evidencia que corroboré las palabras contrarias.

—Te quiero — Confesó. La mirada llena de vida y esperanza del chico bicolor no tenía precio pero él aún no podía aceptarlo. — A treinta millones de kilómetros de distancia — Y tan fácil como esa emoción vino, se esfumó.

—Akaashe.. —Murmuró.

—Pero, también lo quiero Bokuto-san —

La campana que anunciaba el término del receso sonó, el chico al fin sentía que podría respirar pero antes de ser bombardeado en preguntas una vez más, beso los labios contrarios, dándole la vuelta apenas finalizar y entre pequeños empujones, habló. —Bien, no hablemos de esto ¿le quedó claro? A mí si. —

—P-pero Akaashe... —

—No, diríjase a su aula por favor —

—¡Akaashee!... Uhm — Al igual que un niño pequeño cuando se le es negado el caramelo, camino de brazos cruzados por los pasillos húmedos y encharcados gruñendo entre suspiros, pero al dar mal un fuerte pisada; terminó por resbalarse cayendo de yeno contra la fría baldosa.

—¡Bokuto-san! — Exclamó a modo de regaño. ( Ah.. Realmente no tiene remedio.. Pero eso no le quita lo adorable ) pensaba mientras le ayudaba ha levantarse entre tirones de oreja. ❞

[One-Shots] BokuAkaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora