Capitulo 1

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Alex

Me desperté bañado en sudor frio e incómodo, con la respiración agitada y el corazón latiéndome a mil por hora. Miré a mi alrededor. Para mi tranquilidad, todo estaba en su sitio: el armario con el cajón roto, la luz del portátil parpadeando, las fotos pegadas en la pared... Me lleve la mano al corazón que seguía sacudiéndose violentamente. Me sosegué yo mismo convenciéndome que había sido una pesadilla, una horrible y real pesadilla, y de que todo esta como siempre. Eran las cuatro de la mañana y entraba un fresco agradable por la ventana abierta de par en par de mi cuarto. Sin embargo, yo estaba sofocado y seguía sudando, de hecho tenía la camiseta empapada. Me la quite sin mucho esfuerzo tirándola encima del escritorio. Fui al cuarto de baño y me lave la cara con agua bien fría. Me miré en el espejo: mis ojeras iban en aumento, tenía una ligera barba de dos días y el pelo alborotado. No era de los mejores reflejos que me devolvía. De pronto, vi una sombra cruzar por detrás. Me giré sobresaltado. No era la primera vez que la veía, y estaba seguro de que no sería la última. "No son reales Alex. Son solo productos de tu imaginación. Olvidalas" Sacudí la cabeza y me sequé con la toalla. Regresé a mi cama e intenté seguir durmiendo...

"¡NO!¡ POR FAVOR! ¡NO ME HAGAIS DAÑO! ¡PROMETO QUE NO DIRÉ NADA, PERO DEJADME IR...! ¡NO POR FAVOR! ¡NOOO!"

Volví a abrir los ojos bruscamente. Su voz seguía resonando en mi como un disco rayado, una y otra vez las mismas palabras, siempre. Cada vez que cerraba los ojos la veía. Lloraba desconsoladamente en un rincón de aquel maldito callejón, intentando vanamente cubrirse con sus brazos. Unos hombres la rodeaban apuntándola con sus armas y luciendo una sonrisa de suficiencia. Veía sus ojos verdes llenos de terror, buscando algo con lo que poder protegerse. Un atisbo de esperanza apareció en sus ojos cuando vio que yo aparecía. Pero no pude hacer nada... "Si solo hubiera resistido aquel golpe..." No hay un solo día en el que no me arrepienta de no haber podido protegerla. Habría dado mi vida entera por ella. Me incorporé y me asomé por la ventana. La calle estaba vacía y las farolas encendidas. El viento me revolvía el pelo de una manera agradable, pero esa noche no era capaz de disfrutar de aquel momento de paz y tranquilidad. Me llevé las manos a la cara, frotándome con fuerza los ojos. Como la echaba de menos... Una lágrima se dejó caer y me resbaló por mi mejilla hasta caer en la acera. Me tapé la boca para no volver a llorar. Total, eso no serviría de nada, ella ya no volvería. Una ráfaga hizo que se me pusiera la piel de gallina. ¿Era el aire frio o un mal recuerdo el que me producía aquel escalofrío? Miré al cielo estrellado, en especial a la estrella que más brillaba. Tenía que ser ella. Siempre derrochando luz y alegría a todo el mundo... "¡Qué imbécil fui! ¡Debía estar con ella!". Aquel sentimiento de culpabilidad era el que me producía el insomnio. Sé que es por eso que veo a veces su reflejo, que veo su sombra e, incluso puedo escuchar su dulce voz. Pero ya no puedo volver al pasado, ya no puedo deshacer lo que está hecho, ni cambiar lo que pasó, aunque lo deseara con todas mis fuerzas, nada volvería a ser como antes. Ya no veré su bonita sonrisa, ni sus ojos inocentes, ni su precioso pelo rubio...echo de menos hasta su mal genio... Solté un par de lágrimas más para desahogarme. Luego me recompuse e inspiré muy fuerte. Era el momento de enfrentarme a la dura y cruda realidad. Caminé con desgana a la cama y me dejé caer como un soldado romano. Estaba tan sumamente cansado que ni si quiera me percaté de que fuera se había desatado una pelea entre un borracho y una farola. Cerré los ojos despacio, respiré y volví a caer en una profunda y espeluznante pesadilla.

- ¡Alex! ¡Despierta! -alguien me estaba gritando en el oído. La única persona que lo hacía era la única que me había visto dormir en calzoncillos. Entre abrí los ojos y me topé con los de mi madre, que tenía el ceño fruncido.

- Mamá... -dije mientras me giraba al lado contrario -Estamos en verano. Déjame dormir.

- Pues precisamente porque sea verano tienes aprovechar al máximo los días -replicó mi madre. Entretanto, me recogía la ropa sucia y la metía en un canasto -Ya que no te has ido con tu padre a trabajar, podrías arreglar un poco tu habitación, por ejemplo.

Antes de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora