El vacío
“-La fé que una vez tuve en mi mismo como miembro de esta sociedad, se fue en cuanto te ví llegar. Me llevaste por los rincones más oscuros de mi alma, solo con tu presencia en la sala. Me diste ojos, para ver el mundo como verdaderamente es, y sinceramente ya no los quiero. Necesito que desaparezcas de mi vida, que no vuelvas, que si me ves por la calle te cambies de acera, para evitar la tentación de saludarnos por pura educación. Únicamente quiero que te vayas como una vez viniste, de un plumazo.
Pero como pareces ser tan egoísta, que no quieres ceder a mi minúscula petición comparada con la consecuencia… Serás presente de la misma- Dijo Evan, para después pegarse un tiro en la sién.
Agatha, viendo al amor de su vida muerto a causa de las normas que; las personas amargadas, también llamadas cúspide de la sociedad; impusieron en su vida, y la arrastraron con ella. Salió del frondoso bosque, desgarrando la falda y todo el aparataje que conllevaba, hasta llegar al acantilado frente al lujoso palacio que un día llamó hogar, y tal como dios la trajo al mundo cogió impulso para...”
En ese momento, solo pude maldecir al timbre ¿Qué tenía en mi contra el destino?¿Por que me corta siempre cuando estoy haciendo algo mínimamente interesante?
Pero si quería empezar el curso con buen pie, no podía empezar faltando a clase por un libro, y más sabiendo como va a terminar, es más típico imposible. Chico egocéntrico enamora chica inocente de alta clase social; chica se ve cohibida por su familia; chico al ver que la chica no le antepone a su familia se suicida; chica al ver que el otro pesado se ha muerto, no piensa en otra cosa mas que hacer lo mismo, en un arrebato de rebeldía, que se nota que es el primero de lo insultantemente imbécil que es.
Una vez, llegué a la clase me senté pegada a una columna en primera fila, porque aunque al entrar en el instituto sienta que me atan de pies y manos, sigue siendo necesario si quiero poder comer en un futuro. Idealista, pero no cabeza hueca.
Mientras esperaba a que el futuro tutor llegara, un chico nuevo con pinta de no haber pisado un instituto en su vida, se sentó a mi lado.
- Hola, soy el nuevo, pero tú puedes llamarme como quieras hermosa- ¿Ahora entiendes lo que te decía? Mis sospechas se han confirmado, es un imbécil de manual, parece que se cree el ombligo del mundo. No durará ni dos días, en esta clase de burros.
El chaval, por mucho que lo ignorase no me dejaba en paz, por lo que saqué mi libro para ver si se daba por aludido, pero “sorprendentemente” siguió dándome por saco. Así que ya harta le dije:
-¡¿Vas a dejarme ya, escoria de la sociedad?! -Por un momento pensé que había sido demasiado poco contemplativa, luego me respondió, y cualquier duda sobre mi actitud hacia ese pirado se desvaneció.
-Puede, si me dices tu nombre, guapa -Mis ganas de meterle una torta estaban ahí, pero mi parte racional fué más rápida.
-Giovanica, Analisa Giovanica. Mis amigos me llaman Vani -No sabes lo que me costó decírselo sin titubear, estuve por darle un nombre falso, aunque el mio de por sí ya sea dramático.
-No sé por qué, pero me suena a nombre de pega, Vani…
“Pero ¿Y este de qué va?” Pensé, pero le respondí:
-Bueno, espérate a que lean mi nombre en la lista y lo compruebas ¿Ya me va a dejar en paz su graciosa majestad? -Dije lo más amable que pude, y volviendo a mi lectura.
-Y ¿No quiere saber el mio, bella doncella? -Eso último no me sentó tan mal. Me gustaba que fuera capaz de seguirme el juego, pero no iba a ceder tan fácilmente.
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No soy una romántica, te lo juro
Historia CortaTal como en mi historia anterior, esta historia viene a ser el resultado de un trabajo de clase. El cual, intenta representar ciertas bases de romanticismo. Espero que os guste ;)