Corto pero intenso

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No pude evitar suspirar levemente al sentir cómo me asfixiaba en aquel antro. Me dolía tremendamente la cabeza, como si un par de agujas estuviesen taladrando mi cerebro en aquellos instantes. Mi cabeza daba vueltas mientras el gran barullo me impedía hablar con el chico que tenía enfrente de mí. Era un chico corpulento y alto, de mi misma edad seguramente, a pesar de que yo tenía prácticamente la misma constitución que él. Su color de pelo ligeramente rubio, seguramente teñido por el barrio en el que nos encontrábamos, contrastaba a la perfección con su tez caramelizada y resaltaba en él una pequeña cicatriz debajo de su ojo derecho, de la cual no me atreví a preguntar nada por miedo al rechazo. Lo miré a los ojos y, alzando levemente la mano, me disculpé con él con un murmullo, prácticamente inaudible debido al barullo de voces del local y a la música igualmente alta que allí había, para después correr fuera del local y tirarme rápidamente al suelo, tosiendo suavemente y llevándome a la boca una mano mientras la pasaba lentamente por mi rostro, mirando a un pequeño charco de agua que se encontraba en el suelo. Había llovido recientemente, por lo que el aire todavía llevaba aquel olor impregnado a tierra mojada que tanto me gustaba. Me fijé detenidamente en lo que se reflejaba en el pequeño charquito que había en el asfalto y era una inmensa luna. Alcé mi mirada hacia el cielo nocturno con timidez para poder observar las estrellas brillando con luz centellante y todo maravillosamente organizado y adornado con una luna llena de una noche de primavera. Todo un cielo fascinante de ver. Volteé mi mirada para ver de qué estaba rodeado y encontré montones de jeringas tirados al lado de bolsas de basura amontonadas en un extremo del contenedor ya completamente lleno. Había también una rata paseándose por el lugar y, al verme, soltó un chillido y se fue rápidamente. Iba a levantarme del suelo después de respirar pesadamente durante unos segundos cuando el chico de antes salió por la puerta que yo anteriormente había cruzado y se acercó a mí, tendiéndome una mano gentilmente y con una amplia sonrisa en su bello rostro, pareciendo esculpido por los mismísimos ángeles en aquel momento y con aquella luz tenue proporcionada por las estrellas.

-Vamos, levanta, Alessandro. Queda mucha noche por delante-, dijo él acompañado de una suave risita para después levantarme con mi fuerza.

Le miré a los ojos con una tímida sonrisa mientras llevaba mis manos a mi regazo para sacudirlo levemente de la poca cantidad de polvo que habían cogido mis pantalones de estar casi tumbado en el sucio suelo.

-¿Estás bien? Te he visto mala cara ahí dentro- dijo él con una mirada seria en el rostro y algo preocupado.

-Sí, sí, no te preocupes. Es sólo el mono- dije con una pequeña risilla divertida antes de sacar un paquete de de tabaco y agarrar de él un pequeño porro de marihuana perfectamente liado, mostrando una gran práctica y experiencia en ese tema. Lo encendí y le di una pequeña calada, soltando el humo poco después, acompañada de un trago de whisky de una petaca que saqué con gran habilidad y rapidez del revestimiento interior del bolsillo derecho de mi chaqueta.

-Deberías dejarlo. Es muy malo para tu salud, y aún peor combinado- dijo el chico con un tono de mucha preocupación en su voz.

-Esto no es mala para mi salud. Es para soportar la mierda de vida que tengo- dije de manera algo cortante e indiferente a su comentario y después di una mayor calada al porro junto con otro trago.- Es más, si no fuese por ti, ya me habría suicidado- dije con una risa, que sonó más macabra de lo que quería en realidad.

-Anda, vamos a casa. Te prepararé algo –dijo con una tierna y cariñosa sonrisa en su rostro.

Asentía suavemente con la cabeza para después notar cómo su mano iba hasta la mía y la agarraba suavemente, entrelazando nuestros dedos. Apoyé mi cabeza en su hombro y nos pusimos en marcha. Me encantaba cómo me cuidaba y me protegía. Era como un escudo para mí, y yo pensaba que no se lo agradecía lo suficiente. Sonreí ampliamente con un tono pícaro para después agarrar fuertemente la mano del chico y lo miré a los ojos, aquellos ojos color chocolate que hacía que mi corazón se derritiese a cada momento.

Aullando a una luna de hormigónWhere stories live. Discover now