Capítulo 3: Las Ocho Montañas de Sisunni

62 9 10
                                    


(Las líneas azules del mapa representan el viaje planeado por Francoise hasta el Ducado de Vossog en el Reino Vampírico de Sagossia mas allá de la frontera. La línea negra representa la línea fronteriza que separa la República Vaharziana del Reino Sagossiano)


Tomando una ruta hacia el norte para ir rumbo a la frontera directamente sin atravesar más ninguna otra población, el grupo y sobre todo Francoise quedaron admirados ante el paisaje rural vaharziano. En dicho país la noche caía a las 8:00 pm, por lo que tuvieron alrededor de tres horas para caminar y acampar en la zona menos poblada posible de monstruos agresivos.

Primero comenzaron a subir hasta las primeras montañas de la cordillera vaharziana. Siendo cuidadoso de consultar la ruta a cada rato en su mapa, el cazador pronto se vio envuelto por una espesa niebla. Aquello no era fruto de la energía vital, sino del húmedo y montañoso ecosistema de la Sierra Vaharziana. Los árboles, pertenecientes a una rara variedad que acostumbraban a extenderse y unirse unos con otros, tenían muchísimos musgos y hongos en ellos.

Curiosa también resultaba la fauna de la zona. Por un buen rato evitaron encontrarse con monstruos monitoreando las energías vitales en un radio de 200m, pero numerosos animales hicieron presencia en el recorrido.

Llegados a la cima de la colina, hubo que continuar la ruta por un túnel con una extraña formación rocosa sobre este. Era una ruta más rápida según el cazador y aunque muy a lo lejos podían ver la salida, el trayecto al ser oscuro, podía prestarse para cualquier peligro, pero lejos de cualquier superstición, solo la porilitz no se quedaría atónita a lo que pronto verían.

Una vez dieron el primer paso dentro del túnel, todo a su alrededor se encendió con luces verdes, pequeñas acumulaciones de brillo que venían de los Vadravales, diminutos insectos con forma de escarabajos.

Cuando el trio se fue adentrando en la cueva, todos los Vadravales de las paredes se encendieron y algunos revolotearon, haciendo que todo el túnel se cubriera de aquel brillo verde, dando lugar a algo maravilloso, salido de los cuentos de hadas.

—Jamás había visto tantos bichos brillantes juntos— se asombraba Francoise ajustando su sombrero—. Siempre había creído que las zonas rurales se limitaban a ser únicamente criaderos de monstruos, ¿pero esto?, una lástima que la gente de la ciudad tema tanto al bosque.

—Como si ellos no tuvieran criaturas peores— gruñó Asia—. Lo más bello del mundo se encuentra fuera del alcance de la civilización amontonada en las urbes, los paisajes urbanos me resultan tan desagradables...

Francoise miró de reojo a la séptima reina y quiso preguntarle algo respecto a sus palabras, pero la porilitz lo distrajo al empezar a correr velozmente cuando casi llegaban a la salida y disminuían cada vez más los olores a musgo, humedad y madera mojada propios de aquel recinto.

—Espera, no sabes que hay al otro lado, ¡puede ser peligroso!— advertía el cazador empezando a correr detrás de ella, temiendo que algo le ocurriera. Recuerdos entonces sacudieron su mente, no era la primera vez que se sentía preocupado por una de aquellas.

—A mí de niña llevarme al otro lado, ¡yo conocer!, ¡yo querer volver a ver!— gritaba aquella mientras chillaba de emoción, cayendo por un precipicio al llegar al final.

—Espera, Kwaz me habló de este lugar— se adelantaba a la salida también la agasha—. ¡Son las ocho montañas de Sisunni!

—¿Qué?— preguntó el del sombrero, quien se detendría en seco frente al precipicio al ver como la porilitz emergía extendiendo sus alas y volando alegremente por una de las vistas más magnánimas y hermosas jamás concebidas por la naturaleza.

Crónicas de Fissovia: El Despertar de las Flores de AceroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora