Capítulo 10: La Metrópolis de la Frontera

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Transitando un sendero iluminado por la Luna, alrededor de las 10 de la noche, Abby y Francoise caminaban algo apresurados. Debido a su energía vital ya recompuesta y bien presente en el ambiente, no había monstruo que abandonara su acecho para lastimarlos, aunque tenían hasta el amanecer para ir y regresar de Sacrabán; he ahí el porqué de su prisa.

Debido a su extremo agotamiento, el cazador debió de reposar dos días enteros hasta continuar su viaje. Ya escaseaba todo lo que no fueran frutas raras que solo las porilitz podían consumir, así que reabastecerse en la primera gran ciudad sagossiana más allá de la frontera se hacía indispensable.

Asia seguía luchando contra su hambre con notoria tenacidad, aunque debía de recurrir a sus pastillas para dormir la mayor parte del tiempo en el que Francoise se recuperaba, por lo que no había podido hablar mucho y esta tampoco notó la mayor parte de sus heridas, preocupándose poco de las que si notó ante las justificaciones de su compañero que le hicieron creer que el enemigo había sido un motorista de élite y no la propia Kwaz. Aunque si se preocupó por sus cicatrices en la cabeza, la agasha no pudo contener la risa al verlo calvo.

—¿Cuánto faltar para llegar a camión?— preguntaba Abby mientras mordía un trozo de madera

—Un poco más. Conozco al que maneja el negocio de transporte desde el bosque hasta la ciudad, ya he hecho este viaje antes. La mayoría de los que emplean este servicio son mercenarios que terminan su trabajo en las montañas o monstruos que desean ir a la ciudad. Espero que no se monte gente conflictiva junto con nosotros— le contesta su compañero, contemplando las estrellas mientras caminaba—. Cambiando de tema, ¿crees que Asia estará bien mientras viajamos a la ciudad?

—Ella sentir si alguien acercarse, ella estar bien escondida. Agashas ser más listas cuando tener miedo— respondía la polilla finalizando con un tierno y relajado chillido.

—Sí, tiene buena detección incluso mientras duerme... Bah, estará bien— Francoise se tranquiliza, pero entrecierra los ojos y se acaricia la barbilla—. ¿Qué hace tu aldea cuando intenta pacificar a alguien malvado y no lo logra? Recuerdo que las porilitz de la villa en la que vivía alertaban a las autoridades para que dejara de hacer daño.

—¡No! Nosotras no poder hacer eso— se asombraba la porilitz—. Monstruo malo quemar nuestras casitas si monstruo malo enterarse. Nosotras solo dejarlo con sus cosas si no lograr convencer.

—¿Les da igual que siga matando gente siempre y cuando no las mate a ustedes?— pregunta el cazador levantando una ceja, provocando nerviosismo en la polilla.

—Nosotras no poder defendernos, pero otros monstruos poder hacerlo. Ellos no necesitar ayuda nuestra. Si nosotras no alejarnos, acabar lastimadas.

—Comprensible— Francoise toma un sorbo de agua de su cantimplora—. ¿Y si ese monstruo las engaña fingiendo ser bueno, ¿pero descubren que siempre fue una basura?

—Nosotras desen...desentar...desentander...

—Sí, se desentienden igual— Francoise mira a la polilla mientras continuaba su camino—. ¿Y qué me recomendarías si Asia fuera ese tipo de monstruo? ¿Me desentiendo también?

—¿Matarías? Ustedes ser amigos, amigos no matarse— se asustaba la insectoide moviendo sus antenas.

—Nunca hablé de matar y más que amigos, siento que seguimos siendo aliados improvisados. Solo te pedí una opinión, no haré nada de lo que pienses, relájate— a pesar de aquel "relájate", su mirada se hacía más severa conforme teorizaba.

—Pues...tu poder alejarte, ¿no?

—¿Alejarme? ¿Permitir que siga asesinando gente? Me sobran fuerzas para enfrentarla si eso sucede, recuerda que no pienso igual que tú y tus hermanas y aunque haya heredado de mi madre adoptiva el don de redimir por encima de la espada y la pistola.

Crónicas de Fissovia: El Despertar de las Flores de AceroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora