Corro hacia el bosque con la cara llena de lágrimas y las manos manchadas de sangre. Sigo sin mirar atrás, intentando no caerme por el estrecho camino para encontrarme con mis padres. Me adentro más y más hasta el punto de encuentro. Al llegar me siento en el suelo, ya agotado y vuelvo a llorar, pero ahora no puedo parar, ellos todavía no han llegado a si que espero con los ojos rojos y los pies cansados apoyado en un árbol. Espero pero no llegan, pasados algunos minutos paro de sollozar y pasan horas, horas largas y deprimentes hasta que entiendo que no van a volver, pero sigo aquí esperando a que algo pase y por una extraña razón vengan a buscarme . Me despierto con la luz del sol chocando en mi cara, nada a cambiado. Levantandome miro hacia el cielo y me voy de este sitio. Tengo hambre y estoy cansado pero aún así sigo andando, sin rumbo. Pasa otra noche, desidratado y sin fuerzas ya paro de caminar. No tengo muy claro que es la muerte pero aún asi se que me acecha cada hora que paso en este laberinto. Justo cuando mis últimas fuerzas estan apunto de agotarse oigo ruidos, demasiado débil para moverme o intentar esconderme sigo en el suelo tirado. El ruido se acerca cada vez más, tengo miedo. Entre los arbustos sale una mujer con una cesta, al principio parece que no me ve pero de repente posa sus ojos en mi y con un toque de preocupación se acerca rápida.
-¿Estas bien?- al principio no respondo y retrocedo, alejandome de ella como puedo- no te voy a hacer daño, me llamo Helena.
***Mi habitación ahora esta más vacia de lo normal.
Voy hacia la pequeña ventana que tengo a mi derecha y aprovecho los últimos momentos que me quedan con ella mirando el precioso bosque que se extiende a lo lejos. Me sobresalto al escuchar un ruido en la puerta y entonces la veo acercandose a mi hasta sentarse a mi lado. La observo detalladamente fijandome en sus ya casi sesenta años, en su pelo completamente blanco, en su cara de porcelana, en sus pequeños ojos azules, en su nariz puntiaguda, sus labios rosados y carnosos, en sus finas manos de cisne, en su pequeño lunar encima de su ceja izquierda, en los oyuelos que se le forman al sonreir en cada una de sus mejillas. Echaré de menos todo de ella, empezando por su adorable forma de tratarme como si fuera su hijo, hasta cuando me despierta por las mañanas. Me enbargan cientos de recuerdos sobre ella mientras la abrazo, solloza en mi pecho y yo intento contener mis lágrimas apretandola más hacia mi. Su piel suave y su tacto dulce hacen que no quiera irme, pero ella y yo sabemos que no es posible a si que me voy separando lentamente.
- Cuidate ¿vale?, sigue vendiendo los frutos que te encuentres en el bosque y te ira bien, si viene alguien no le abras y ve al cuarto escondido en el desván, nunca sabes a quien te vas a encontrar. No te demores mucho en el bosque y no esperes a que anochezca. Come y ve de vez en cuando ve al pueblo, como no voy a estar yo tendrás que pedir ayuda para cortar la leña y.... te voy a echar de menos.- secandose las lágrimas me mira y me coge de la mano acariciandola delicadamente, posa la que le sobra en mi pecho.
- Esto que llevas aqui dentro es muy poderoso, es tu arma más preciada, en el residen miles de habilidades que todavía no has descubierto. Eres una buena persona Diego, no dejes que nadie utilice eso en tu contra. He echo todo lo que e podido para cuidarte y creo que es la hora de que te deje ir.- se acerca a mi y lentamente me da un beso en la mejilla mientras me susurra: te quiero.
No se que decirla, yo tambien lo hago pero nunca antes se lo había dicho, me cuesta demostrar afecto a la gente que realmente quiero . Solamente me quedo callado y la vuevo abrazar durante unos minutos, me separo de ella. Cojo la mochila y las dos maletas que tengo encima de la cama.
- Esto no es un adiós.
- Hasta pronto pequeño.
Voy hacia la puerta, se que su mirada esta en mi espalda y que lágrimas estan cayendo por sus ojos pero no puedo hacer nada. Sin darme la vuelta salgo de la habitación y bajo las escaleras, Anna ya me esta esperando en la puerta mientras se fuma lo poco que le queda de su consumido cigarrillo, al verme lo apaga y me sonrie.
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T I M E
Teen Fiction《No es la más alta, no es la más guapa, ni siquiera es la más simpatica, es una chica normal: Morena, con unos grandes ojos de un color grisaceo apagado y una nariz pequeña y respingona. No es la primera en la que me e fijado pero, ahora me doy cue...