Orígenes

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El continente de Garpados es conocido por la casi increíble paz que alberga, gracias en gran parte a la hermandad entre los líderes de la zona.

De hecho, solo tres conflictos a escala continental han ocurrido aquí, y dos de ellos fueron debido al exceso de prostitutas en la calle (caso que aún ocurre, pero los líderes del continente, así como los habitantes están mucho más apacibles con la situación).

Muy pocas veces se generaba tensión y/o conflictos entre alguna de las 12 naciones, pero cuando sucedía, el aire susurraba un olor a guerra, así como en los días donde la prostitución aún era un tema candente. Y aunque no eran recurrentes problemas a tal escala, la población garpeña no solía preocuparse mucho, ya que el personal a cargo de milicia y estado era siempre razonable y se manejaba con un fuerte sentido del bien común.

Un destacable comandante en la historia de Garpados es el Gobernador Choche Séptimo, líder y supervisor general de las naciones de la zona norte del continente. Entre sus logros se destaca la abolición del comunismo y la captura y ejecución de Huevito Rey el Terrible.

Aunque gozó de un longevo periodo en cargo, muchas personas le rechazaron y consideraron una desgracia durante décadas posteriores. No debido a su jerarquía o toma de decisiones, que cabe destacar fueron siempre favorables y respetables para aquellos en el norte. Es, más bien, debido a que el sucesor a su mandato como Gobernador, su propio hijo, fue una de las mayores tragedias en el continente. El pasar este cargo y su contraparte en la zona sur de Garpados de padre a hijo es una tradición que no se ha roto hasta el día de hoy, y es de hecho muy bien vista en el consenso de esta porción del planeta, pero si la gente hubiera previsto lo que sucedería al continuar esta tradición se habrían negado rotundamente al mandato del Mostachín.

El Mostachín Peludo era un hombre no muy alto a comparación de los que le resguardaban, de hecho medía según sus más cercanos unos 1.73 centímetros, medida que siempre rehusaba o catalogaba de inexacta. Tenía una tez algo rojiza, por la cantidad de partículas Burton a la que se expuso durante su juventud trabajando en las minas del Claro de Ocaso. Tenía también un muy desarrollado bigote, que lleva en sí desde la extraña edad de 17. Tal pelaje le caracterizó desde el momento en el que rompió la vigésima-octava navaja de rasurar y se rindió en la tarea de despojarse de tamaño y firme montón de frondoso pelo.

Hermano del General Ignazi, Mostachín siempre tuvo cierto rencor hacia el hombre valiente, decidido y varonil que crecía junto a él. Aunque le llevaba casi tres años dulorianos de edad, no parecía siquiera ser hermano de aquel alto y estoico personaje, pues a cambio le llevaba a Mostachín 30 centímetros de altura y, previo a su mandato, era confundido con el tío de Peludo.

Pero no era solo física o psicológica la superioridad innata de Ignazi, puesto que al momento en el que su padre les quería enseñar el arte de la jerarquía semicontinental (?) siempre destacaba el menor de ambos. Tómese por ejemplo la ocasión donde, en el campo de su tío Rick Harrison, practicaban el uso de armas de fuego (instrumentos aún poco desarrollados).

-¿Cuántas veces te he dicho? – suspiraba Rick.

-Cuatrocientos setenta y dos...

-Te lo repetiré una vez más: cuando sostengas el arma, con ambas manos, tienes q-

-Ya se, ya se. ¿Jalar y disparar, no?

-No.

-Ummm... ¿no dijiste eso ya casi quinientas veces?

-Te equivocas.

-¿...jalársela y masturbar?

-¿Qué? ¡No!

-Chupar, matar y disfrutar. Me rindo.

-Mostachín, eres un total imbécil. Desearía que fueras un poco más como tu hermano...

Este tipo de diálogos se sostuvieron por mucho tiempo, impactando severamente la autoestima del Peludo. A pesar de todo esto, siempre fue favorito del ya casi senil Choche, que había entrado en la categoría de obesidad hace un buen tiempo, impidiéndole así mandar como Hitler.

Aunque fuera creciendo con un fuerte odio hacia su hermano y la mayoría de personas que conocía, Mostachín logró crear ciertos lazos afectivos con una amiga que conocía desde bastante joven. Era una de las pocas, si no la única persona con las que mantenía contacto a voluntad, incluso si estaban separados físicamente.

Marta era algo más alta que Mostachín (la mayoría de personas lo eran, realmente), gozaba de un IQ de dos mil y tenía un pelo corto, liso y fácil de reconocer en una multitud que pudiera ostentar incluso cientos de personas.

Al menos Elmo le veía así.

Pasaron una buena parte de su juventud juntos en el pueblo Sésamo, hasta que Marta tuvo que dejarle para continuar sus estudios en Muppet School, una universidad prestigiosa que quedaba a casi 70 kilómetros. Aun así se siguieron hablando por correspondencia, manteniendo una linda amistad que Mostachín desde joven deseaba pudiera cambiar a un poco más.

Aunque se hablaban seguido, muy pocas personas saben de qué hablaban realmente, debido a que Mostachín siempre sentía cierta vergüenza al tener una amiga así de intima. Tal privacidad de Mostachín respecto a su amistad logró molestar a Ignazi, al punto de que un día de entrenamiento decidió quedar en casa para indagar en la correspondencia de Mostachín. Ahí fue que pudo conocer el donde vivía la ya mejor amiga de su hermano mayor.

-Me voy de la casa por unas cuantas semanas –dijo Ignazi, durante el desayuno de una mañana fría, que anunciaba el otoño.

-Hijo mío, yo tengo mucha confianza en ti y tu juicio, pero mientras no me des una razón lo suficientemente válida no tienes permiso para salir de esta casa por tamaño tiempo.

-Tu hermano me ha dicho que me enseñaría herrería.

-¿Huh? –exclamó algo indignado Choche- ¿De verdad crees que Marselo es la mitad de herrero que soy yo? ¿Qué te hace creer que vale la pena viajar unos 70 kilómetros hasta Palma sólo para que ser instruido por el mediocre y clase media de tu tío?

-Probablemente sea más fácil aprender con el mediocre de mi tío, que me enseñará todo lo que sabe en las semanas que esté allá, en vez de tener que aguantar que me hable de lo maravilloso que ha hecho Garpados Norte y de lo mucho que odia a la gente clase media por el 80% del tiempo.

-¡Si tanto te molesta que te enseñe acerca de las tierras que podrías gobernar, entonces eres libre de dejar mi hogar por el tiempo que gustes!

Así, con una algo común rabieta de su padre, Ignazi dejó la casa de su padre por las siguientes semanas, dirigiéndose a Palma con objetivo de conocer a Marta y quizá aprender algo de herrería con su tío. Ya estaría ahí de todos modos.

El Ignazi y la Venganza del Mostachin PeludoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora